sábado, 15 de septiembre de 2018

J.I. Palacios: El batúa es un ‘kuento político’


El batúa es un ‘kuento político’                                                      por José Ignacio Palacios
Rafael Blanco Arbe dice, y con razón, que el “batúa” es una “forma estándar de idioma escrito” asimilable a lo que ocurre en el castellano, el alemán, el inglés o el italiano y, dice, que no es ningún “kuento”. 
Acepto lo de forma estándar, pero niego que sea asimilable a las formas estándares de esos otros idiomas. 
No minusvaloro la lengua vasca, sino que cuestiono la forma y el fondo (la intención) con el que se elaboró el “batua”, que se hizo de forma radicalmente diferente a como lo hicieron esos idiomas que él pone de ejemplo. Estos llegaron a una forma estándar a través de un lento proceso de decantación, en el que sus Academias fueron racionalizando lo que era la evolución lógica de los usos de la lengua por la sociedad. Fue una evolución homogénea y la base del nuevo idioma escrito estandarizado fue el uso cotidiano del idioma, sin rupturas con la tradición escrita anterior. 
No sucedió así con el vascuence. A finales del siglo XIX varios autores -Sabino Arana, Arturo Campión, José Antonio Arana y Resurrección M. de Azcue- idearon la nueva ortografía vasca a partir de un principio que ya estaba trasnochado entre los lingüistas, porque ya había surgido el Alfabeto Fonético Internacional (1888) que permitía conservar la ortografía tradicional de cada idioma, señalar de forma estandarizada entre paréntesis su pronunciación y compararla con otros idiomas, al que se atuvieron casi todas las lenguas; modificar poco o nada la escritura tradicional y poder estudiar con un instrumento universal la cambiante fonética según los usos sociales. 
Década de los 30 'Centro vasco de Iruña'. Zaragüeta fotógrafos
Crucifijo + bicrucífera = 3 (¡Kepa Sada!)
¿Por qué actuaron al revés y cambiaron la ortografía tradicional, introduciendo abundantes k, tx, h, z, tz, o suprimiendo las letras mudas (gi en lugar de gui, etc)? La respuesta es sencilla: por un claro interés político, por apartarse del castellano (y del francés). 
Así, Sabino Arana, cuando en 1896 dio forma definitiva a su ortografía (un año antes había fundado el PNV y su objetivo era crear una patria vasca independiente, basada en la lengua y la raza vascas), actuó desde una posición política y concibió la lengua como un instrumento político del nacionalismo. Por eso dijo que la nueva ortografía vasca tenía que apartarse, como fuera, de la ortografía del castellano, considerado éste como lengua extraña -“erdera”-, a pesar de que, primero, el latín y, luego, el castellano se hablaban en el País Vasco y en Navarra (sin olvidar el romance navarro) con continuidad desde hacía más de 2.000 años. 
[Si algún español te pidiera limosna, levanta los hombros y contéstale (aunque no sepas euskera): 'Nik estakit erderaz' (no hablo extranjero). Si algún español, recién llegado a Bizkaya, te pregunta dónde está tal pueblo o tal calle, contéstale: 'Nik estakit erderaz'. Si algún español que estuviera, por ejemplo, ahogándose en la ría, pidiese socorro, contéstale: 'Nik estakit erderaz'.]
Y sobre ese “kuento político” se construyó buena parte de la ortografía vasca actual (un ejemplo es el libro ‘Las casas del Valle de Roncal’) y del “batua”. 
Basta pensar en su influencia en la invención de casi todos los nombres vascos de persona que hoy se creen antiquísimos, pero que son invenciones de Arana o de otros autores: 
[Sabino leyó en Astarloa que los niños, al nacer, lloraban con un llanto que se parecía mucho al sonido de la letra "a", mientras que las niñas imitaban al llorar más bien la letra "e". Y empezó a vasquizar todo el santoral (Deun Ixendegi Euzkotarra) con esta sencillísima regla: terminando en "-a" (Gorka, Joseba, Jagoba...) los nombres masculinos, y en "-e" (Nekane, Josune, Ane...) los femeninos.]
Kepa, Koldo, Joseba, Aitor, Amaya, etc. En vez de Pedro, se escogió la versión aramea (Cefas). En vez de Luis, la germánica Klodovicus, de ahí Koldobika y luego Koldo, a pesar de que jamás se había utilizado en vasco. En vez de José, la latina Joseph, de donde surgió Joseba. 
Aitor fue un supuesto Dios de los vascos que inventó Chao desde la palabra "aita".
Amaya (Burgos)
Amaya no tiene nada de vasco; era la capital de los cántabros (hoy en Burgos) y fue convertida en nombre femenino y heroína de novela por Navarro Villoslada (que no era nacionalista).
Lo mismo puede decirse de la toponimia vasca actual, inventada, resucitada o escrita de acuerdo con la nueva ortografía vasca con el propósito de apartarse del castellano como un requisito ineludible para construir un estado vasco independiente, basado en una lengua visualmente diferente, tanto al leerla como al escribirla.
Y lo mismo se puede decir de la transformación de Villoch en Bilotx. Y a esto es a lo que llamo yo “kuento político” como soporte del “batúa”. Porque la evolución del batúa no se ha realizado de forma homogénea, desde la lengua tradicional, sino desde la ruptura con esta y con claros objetivos políticos.  
JOSÉ IGNACIO PALACIOS ZUASTI

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Claro claro

Anónimo dijo...

Pedazo bandera española en Navarraresiste.com

Anónimo dijo...

Anónimo Anónimo dijo...
"Claro claro ."

Sí, claro como el agua, es lo que tiene leer de las fuentes históricas de primera mano como el propio Sabino Arana, y no dejar comerse la pinza por los xenófobos nacionalistas de pura sangre vasca... XD De todo este proceso existe documentación generada por los protagonistas.

"Anónimo Anónimo dijo...
Pedazo bandera española en Navarraresiste.com"

Debería ser de lo más natural que la bandera española hondease con toda naturalidad valga la redundancia en cualquier región española, sí, completamente de acuerdo XD, de Navarra a Andalucía de Andalucía a Galicia, de Galicia a las Vascongadas, como Sabino Arana entendió al final de su vida.