lunes, 17 de septiembre de 2018

1916, Alemanes en Pamplona (1)

Casa Lange, esquina Estafeta-Bajada Javier
Casa Lange. Oía, leía ese nombre de niño, en los 50, y se me hacía muy extraño. Y con razón. Hacia el 90, trabajé en salchichas El Alemán, en Navarrería. Hoy (por ayer) me he enterado de que en Pamplona hay unos cuantos apellidos alemanes (Froechlich, Kelett, Otzmann, Piltz, Raschee, Schulhauser, Standfurss...) que tienen el mismo curiosísimo origen.  Mañana se lo preguntaré, también, a mi amigo Juan Frommknecht. Mirad, mirad...
Actualización 11.11.18 Acaba de llegar este hilo de la Embajada española en Malabo (Gracias, Mikel)

Los alemanes del Camerún en Pamplona                                                por Carlos A. Font 
En escasos meses vamos a conmemorar el centenario del fin de la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Aunque España declaró rauda su neutralidad en la guerra, no significa que se desinteresase por los acontecimientos. El gobierno español, con apoyo del rey Alfonso XIII, emprendió una política humanitaria de largo alcance que fue reconocida por todos los países beligerantes.  
Las fuerzas alemanas se retiran a
territorio español (enero 1916)
En un lejano rincón del África Ecuatorial, la frontera entre la Guinea española y el Camerún alemán, se comprobó hasta dónde llegó esa política humanitaria del gobierno español. La escasa guarnición militar alemana que defendía su colonia del Camerún fue derrotada por las tropas aliadas al cabo de casi dos años de campaña. Las tropas alemanas emprendieron, junto a miles de askaris (soldados nativos) y decenas de miles de civiles cameruneses (mujeres, ancianos y niños), una ardua travesía por la selva huyendo de las tropas franco-británicas. Esta masa de refugiados, comandadas por el teniente coronel Zimmermann, se internó en el territorio neutral de la Guinea Española. Tras unos meses caóticos, azotados por el hambre y las enfermedades, los refugiados alemanes y cameruneses fueron alojados en unos campos de internamiento en la isla de Fernando Poo (actual Bioko). El destino final de los alemanes no iba a estar en las soledades tropicales puesto que el jefe del gobierno español, el conde de Romanones (liberal y francófilo), decidió trasladar a todos los alemanes europeos a diversas ciudades españolas donde serían internados hasta el fin de la guerra.
Las ciudades elegidas para el alojo de los alemanes fueron Alcalá de Henares, Zaragoza y Pamplona, todas ellas alejadas, relativamente del mar, para evitar posibles tentaciones de fuga a través de los submarinos.

Pero algunos lo intentaron
pincha en el enlace
La historia más asombrosa en que se vieron envueltos los alemanes internados en España fue la fuga de prisioneros que protagonizaron en octubre de 1916. La historia comenzó cuando se conoció la noticia de que un oficial alemán, procedente del Camerún, había llegado a un puerto belga desde Vigo. El escándalo llegó a los tabloides españoles cuando los británicos capturaron un patache (velero) español, el “Virgen del Socorro”, con veinte alemanes a bordo y resultó que la embarcación ¡zarpó de Vigo y fue comprado por los mismos alemanes fugados! 
 Karl Klett. Cortesía familia 

Entre los fugados se encontraban muchos alemanes internados como el sargento Dietrich Grnetschuss, internado en Alcalá de Henares, y otros muchos alemanes provenientes de su internamiento en Pamplona como el oficial Carl Schauf, el oficial de la Landwehr, Leopold Kutz o el sargento Hans Frittsche. El jefe y organizador de la expedición fue un tal Koch, quien estuvo en Pamplona y lo organizó todo. Con la connivencia del cónsul alemán en Vigo, el velero usado para la fuga “Virgen del Socorro”, adquirido a un armador gallego, se amarró al costado del vapor alemán “Wehrt”, internado en el puerto de Vigo, para aprovisionarse. Errores de navegación y las inclemencias meteorológicas hicieron que las patrullas navales inglesas lograran capturan este barco de fugitivos. La sorpresa en España fue mayúscula ante el descaro con que actuaban los alemanes, contraviniendo todos los compromisos adquiridos de no salir del país, y dejando en muy mal lugar a las autoridades españolas incapaces de controlar a unos prisioneros alemanes.
Mayo de 1916 grupo de alemanes que llegó a Pamplona. Origen: El abuelo alemán

Pamplona, hospitalaria
Todos los tabloides de la prensa navarra (Diario de Navarra, El Pueblo Navarro, La Tradición Navarra,...), independientemente de la línea ideológica que profesaran, se esforzaron en presentar una buena acogida a los alemanes. En las páginas de Diario de Navarra del 7 de mayo de 1916 podemos leer: “Sean bienvenidos los alemanes del Camerón (así de escribía entonces), y solo deseamos que la estancia entre nosotros les sea grata y que cuando regresen a su patria lleven buen recuerdo de Pamplona”. Otros periódicos mostraban una germanofilia muy acusada rebasando las líneas de la corrección. Tal caso presentaba el portavoz oficial de la Junta Regional del Partido Integrista de Navarra, La Tradición Navarra, que invocaba permanentemente la unión de los católicos contra las tendencias liberales. 
La Alemana en 1930. Postal
comercial. Col. Soria. AMP

A la llegada de los primeros alemanes les tributó el siguiente recibimiento: “Sean bienvenidos los súbditos del káiser Guillermo II; y nuestro deseo mayor será que cuando vuelvan a su patria puedan decir a sus compatriotas que al pie del Pirineo existe un pueblo noble que nos abrió los brazos en el día de nuestra desdicha. Ese pueblo es Navarra; y sus hijos, los habitantes de Pamplona”.
La llegada de los alemanes del Camerún despertó mucho interés y curiosidad entre los pamploneses. Conscientes de la responsabilidad de alojar a unos refugiados en guerra la población se esforzaba en proveer todo lo necesario a los recién llegados. El primero en pronunciarse fue el Ayuntamiento de Pamplona, en boca de su alcalde, Manuel Negrillos y Goicoechea, quien promulgó un bando haciendo saber la llegada inminente de los alemanes a Pamplona y cómo debían recibirlos los vecinos. El alcalde rogaba a sus vecinos que “se abstengan de hacer ninguna clase de manifestaciones que puedan ofender los sentimientos de nadie, y obligarme a adoptar medidas para evitarlo y que yo sería el primero en lamentar”. 

Integración
ABC 27.12.16
Los recién llegados fueron instalados en La Ciudadela, donde los militares españoles habilitaron una serie de pabellones, y. posteriormente, el resto de alemanes se fueron acomodando en la ciudad. Los alemanes recibieron una lista con las direcciones y los precios de las fondas de la capital navarra. No hay unanimidad para acordar cuántos alemanes llegaron a Pamplona en los primeros días de mayo de 1916 pero las cifras oscilan entre un mínimo de 200 y un máximo de 247 individuos. Conforme pasaba la excitación de los primeros días por la acogida de los alemanes del Camerún en Pamplona, poco a poco se iban integrando en la vida de la ciudad. Los alemanes intentaban pasar desapercibidos, pero resultaba imposible por sus uniformes coloniales, ademanes extraños y lengua, lógicamente, foránea.
La Hormiga del Oro 24.04.17  los tres jóvenes
cameruneses bautizados en Pamplona, junto al obispo
Un timbre de exotismo lo desplegaron los criados africanos (cameruneses) que acompañaron a los alemanes en su retiro pamplonica. La mayoría eran criados personales de los oficiales del ejército alemán. Algunos profesaban la religión católica (o protestante) obra de las numerosas misiones religiosas alemanas que estaban establecidas en el Camerún. Sin embargo algunos cameruneses “se hicieron católicos” en Pamplona como los jóvenes Madan, Onana y Achombo, quienes fueron bautizados en la Catedral de Pamplona por el mismo obispo de la ciudad. Los jóvenes cameruneses recibieron los nombres de Jesús, Pedro y Pablo. Una vez bautizados, y llevando cada uno un cirio encendido, ocuparon los neófitos un lugar preferente en el presbiterio, al lado del Evangelio, y detrás se colocaron los padrinos de bautismo y el padrino de la confirmación. Después de la ceremonia religiosa los padrinos y sus ahijados se dirigieron al Palacio Episcopal donde fueron recibidos por el obispo (momento de la foto).  
Otros alemanes recibieron honores de distinto tipo, esta vez militar, y procedentes de su patria. El káiser Guillermo II, completamente informado de la estancia de sus súbditos en suelo español, quiso tener un detalle de homenaje con ellos y concedió varias condecoraciones (Cruz de Hierro) por sus méritos de guerra contraídos en la guerra de Camerún. Los agraciados fueron el comandante Haedicke y el primer teniente Reder con la Cruz de Hierro de Primera Clase.
La mayoría de los alemanes acogidos en Pamplona llevaron una vida discreta, correcta y sin alteraciones disfrutando de la neutralidad de su país de acogida. Como todo en la vida, siempre hay excepciones y el El Pueblo Navarro nos brinda una de ellas. El cabo Peter Mosser se caracterizó por su irreverencia y el protagonismo de varios incidentes que perturbaron a la capital navarra. En diferentes ocasiones tuvo que ser arrestado por su mal comportamiento ya que “sin motivo alguno, insultó e injurió a las señoritas telefonistas desde el aparato de un café pamplonés; el que raptó y engañó a una agraciada joven que habitaba en la calle de San Gregorio; el que diversas veces tuvo que ser detenido por escandalizar en las cercanías del convento donde su víctima fue recluida y el que en los salones del Centro Aragonés promovió un fuerte alboroto e intentó agredir a los socios que en ellos se encontraban tranquilamente”, relataba el periódico.
A partir de 1919, con el fin de la guerra y la firma de la Paz de Versalles, los alemanes del Camerún internados en Pamplona fueron regresando, paulatinamente, a Alemania. Los alemanes internados en Pamplona se dirigieron al puerto de Bilbao para su salida a Alemania a la cual llegaron a las pocas semanas. La despedida fue emocionante para muchos alemanes, después de haber permanecido cerca de cuarenta y dos meses en Pamplona, como recogía las páginas de Diario de Navarra en noviembre de 1919: “los alemanes, dominando a duras penas la emoción que les embargaba, y se limitaban a balbucear algunas palabras de gratitud y de cariño. Al salir los alemanes prorrumpieron en vítores a España y a Pamplona que fueron contestados con vivas a Alemania por los circunstantes.” El recuerdo de la estancia de los alemanes del Camerún en Pamplona fue duradero sobreviviendo hoy en algunos pamploneses de apellido germánico.  

Carlos A. Font es historiador y autor de 
Los alemanes del Camerún... 

Nota: en cuanto consiga un material muy importante, continuaré con la 2ª parte: "Alemanes en el Arga"

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