domingo, 14 de mayo de 2023

Erburu, policía foral y director de coro

Ildefonso, y en su cuaderno de partituras, el Himno de Navarra. Foto: José Antonio Goñi
Ildefonso Erburu Goñi creció cantando en Espinal, se hizo policía foral, toca el órgano y dirige el coro del cuerpo, con 30 voces 
San Bartolomé fue derribado en 1959 para ser sustituido por el templo actual
PILAR FERNÁNDEZ LARREA DN 14/05/2023
Ildefonso Erburu Goñi, 64 años, se recuerda cantando mientras recogían patata en Espinal; cantando en el bar, cantando en cualquier sobremesa familiar, en la escuela, en la iglesia. “Es la tradición de los pueblos de Navarra”, sostiene. 
Y en el suyo había nada menos que organista contratado cada domingo en misa. Agustín Ezurmendía dejaba al pequeño Ildefonso con los ojos como platos, viendo cómo aquellos tubos emanaban notas ufanas escritas con sus manos en un mar de teclas. Se sentaba a su lado, pasaba las partituras y empezó a aprender. 
Iglesia y órgano de Espinal (Navarra)
También con el maestro, un profesor con inquietudes musicales. Contaba 11 años cuando su familia decidió que estudiara en el colegio del seminario de Pamplona. Sin dejar de lado el pueblo, afianzó allí su amistad con la música. Retiene aún cuánto le impresionó la voz del sacerdote Martín Azpíroz, o lo bien que se lo pasaban en las clases de piano de Javier Redín, paradigma de la diferencia entre un profesor de la época y aquel maestro que después de clase les daba una vuelta por Pamplona en su seat 600. 
Aurelio Sagaseta, derecha, saluda al sacerdote Martín Azpíroz, que cantó la antífona el día de su toma de posesión el 24 de enero de 1962, y al canónigo y organista de la catedral, Julián Ayesa, a la izquierda. M.A. BRETOS (DN  25/01/2023)
Cada semana cruzaba Erro y Mezkiritz, ansioso por volver al pueblo. 
En 1992 Ezurmendía falleció en un accidente de tráfico. “Entre Begoña Almirantearena y yo decidimos que aquello no podía acabar. Hice lo que pude con el órgano y ella se puso al frente del coro. Así seguimos”, se le escapa el gesto humilde a Erburu, orgulloso de la manera en que Espinal, 200 habitantes apenas, mima la cultura. 
Policía foral desde los 27, “el primero en la familia, el primero en el pueblo”. Trabajo primero en edificios, luego doce años en tráfico y veintidós en el centro de coordinación. 
Este 5 de mayo, el coro de la Policía Foral cantó la Jota a S.F en la capilla de San Fermín

Pero ha sido hombre de dos oficios. Le convenció en 2019 la iniciativa del Orfeón Pamplonés y la Cámara de Comercio para impulsar un certamen de coros de empresa. “Nos hablaron de los beneficios, del nexo de unión entre las distintas secciones. Allí no había músicos, eran responsables de personal, pero captaron la idea”, recuerda Erburu que él la trasladó al jefe de la Policía Foral, Juan Carlos Zapico. “Nos apoyó y lo agradezco”, explica que respondieron dieciocho voces.
Ahora son 30, siete sopranos, seis contraltos, siete tenores y nueve bajos, y ensayan cada lunes en un local de la comisaría de Beloso en Pamplona. 
“Fue una sorpresa porque descubrimos que entre los policías teníamos pianistas, acordeonistas, guitarristas, txistularis y también compañeros que habían estudiado solfeo”, subraya y celebra que el grupo sobrevivió a la pandemia. “Creo que somos el único coro de policías de España, cantamos a cuatro voces mixtas, con repertorio litúrgico, folclórico, del Renacimiento...”, aporta la singularidad y repara en “la magia de la música”. “Nos iguala y hace que nos olvidemos de nuestras diferencias”. “Yo estoy ya jubilado, pero de trabajo se habla poco, en todo caso es una labor con un componente humano y creo que una manera de convivir”, reflexiona. Viene a decir que en el coro no hay galones: “Aquí todos somos iguales”. Las jerarquías se diluyen cuando las 30 voces de la Policía Foral se amalgaman para interpretar el himno de Navarra, un Agur Jaunak o la Jota a San Fermín, como la última misa de la singular escalera hacia las fiestas. El 10 de junio volverán al escenario, en la iglesia de los Carmelitas de Pamplona, junto con otros coros de empresa.

Escolanía “Santa María la Real”
Placa en la calle San Agustín
En 1951 existía pujante en Pamplona la Escolanía “Santa María la Real”, fundada por el sacerdote Javier Redín Mainz*, organista entonces de la Iglesia parroquial de San Agustín. Estos niños cantores atendían a las funciones de la Catedral y otras parroquias de la ciudad. De este coro surgieron destacados solistas que colaboraron en la “Atlántida” de Manuel de Falla, con la Orquesta Nacional y el Orfeón Donostiarra con Frühbeck de Burgos, por diversas ciudades españolas. También actuaron en Londres, Roma y Toulouse con el “Retablo del maese Pedro” de M. de Falla, dirigidos por Markevitch. Por razones de salud, Javier Redín disolvió la Escolanía en 1966.

REDÍN MÁINZ, Javier
(Huarte, 1922-Pamplona, 7.1.1980). Fue niño de coro en la Parroquia de su villa natal. Ingresó en el Seminario de Pamplona (1935) y simultaneó su carrera eclesiástica con el estudio del piano, órgano y armonía con el maestro Miguel Echeveste. Coadjutor-organista de San Juan de Estella, elevó el ambiente musical de la ciudad. Nombrado organista de San Agustín de Pamplona en 1950, creó por entonces la Escolanía “Santa María la Real” (Escolanías*). Canónigo y organista auxiliar de la Catedral pamplonesa en 1976, murió inesperadamente en pleno y fecundo trabajo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Precioso; me ha encantado incluso emocionado, en casa tengo mi imagen de San Fermin y sigo mucho al párroco de San Lorenzo (lo tengo en Facebook). Gracias cronista y VIVA SAN FERMIN.