jueves, 4 de mayo de 2023

Atxen y el Túbal, (Tafalla, Navarra)

Atxen Jiménez, en Tafalla ALBERTO GALDONA
Sobre Túbal
Cuenta la tradición, que Túbal-Caín, fue el primer herrero de la historia, domesticador del fuego y padre de los forjadores. Golpeando el yunque, con el ritmo cadencioso de los martillos, creó la música. Fabricó después siete campanas de diferente espesor que, golpeadas con címbalos, dieron lugar a nuestra escala musical.
Fundó además ciudades y entre ellas, la muy ilustre de Tafalla a la que trajo el dominio de las llamas de los fogones, el poder sobre los metales de las marmitas y la armonía de las músicas edénicas.
Miles de años más tarde, Demetrio y Ascensión iniciaron en 1942 la saga culinaria del Túbal en un pequeño establecimiento para el que recuperaron el nombre del patriarca fundador. Una de sus hijas, Atxen, heredó de sus padres, y tal vez del mismísimo Túbal, la destreza en el arte de dominar el fuego bajo las marmitas y en el corazón de los hornos y de los fogones.
Atxen Jiménez, su hijo Nicolás Ramírez y su nue-
ra Marta Domínguez, y su hija Beatriz Ramírez.
Fue en 1993 cuando decidió comprar y rehabilitar la zona que ahora ocupan los comedores principales. "Me metí en un embolado muy fuerte y la inversión económica fue muy importante, pero estaba segura de que aquello iba a funcionar. Al poco tiempo de acometer la última ampliación se incorporaron a la empresa mis dos hijos. Nicolás Ramírez, que tras una sólida formación, se puso al frente de la cocina, y Beatriz, licenciada en Económicas y Empresariales, que pasó a ocupar la dirección y gestión del negocio. También mi nuera, Marta Domínguez de Vidaurreta, se ha convertido en otro puntal como sumiller del restaurante y experta en vinos. Uno de los mayores regalos es que nuestros hijos, a quienes les hemos transmitido el cariño que nuestros padres nos enseñaron a poner en el trabajo, sigan nuestro legado".
Disfrutemos pues de estas felices circunstancias, de su incomparable mesa y, si hay suerte, de las no menos admirables dotes musicales de la singular Atxen que, por si fuera poco, heredó también del viejo herrero los secretos de la escala musical y de los cantos edénicos.
Restaurante Túbal

OBITUARIO (DN 04/05/2023)
Atxen Jiménez fue la encargada de realizar el corte oficial del queso joven de
Idiazábal en el Artzai Eguna de 2003. SARA SANTOS
Atxen Jiménez, referente de la gastronomía navarra     NICOLÁS RAMÍREZ JIMÉNEZ
Faltan adjetivos y calificativos para definirle y páginas para expresar todo lo que Atxen Jiménez ha hecho en su vida y lo que sentimos ante su marcha. Al pensar en ella me vienen palabras como admiración, orgullo, pasión, elegancia, clase, belleza, alegría, carácter, lucha, dureza, exigencia, amabilidad, emprendimiento… Era una artista en todos los sentidos.
Yo siempre he dicho que ha tenido tres hijos: mi hermana Beatriz, el Túbal y yo. Con ellos se ha volcado por igual. Han sido su vida, su pasión y a ellos se ha dedicado en cuerpo y alma. Y también a Jacinto, mi padre, siempre a su lado. A él le debemos mucho los tres. A Beatriz y a mí nos dio una vida familiar al estar con nosotros cuando ella trabajaba. Nos llevaba muchos domingos al huerto de Caparroso, donde disfrutábamos de nuestros tíos y primos. “No tenía tiempo ni de parir”, nos decía en tono jocoso y con su preciosa sonrisa. “A papá siempre le agradeceré que me ha dejado hacer lo que he querido”, decía. Quizá porque él era consciente de que nada ni nadie podía detenerle.
Un gran hombre Jacinto; le tocó la lotería con ella y también un millón de pesetas, hace mucho tiempo. Se gastó todo el dinero en comprarle un precioso piano de cola con el que siempre había soñado, el mismo que tantas veces ha tocado y que ha sido testigo de entrañables e innumerables momentos musicales en el restaurante. 
Mi padre podrá volver a bailar con ella la única ranchera que se sabía entera. Se va a sorprender, porque algunas de las chicas que le han cuidado le han enseñado salsa y bachata. Mamá antes nunca bailaba, ya lo sabía él. Ahora ya se puede preparar.
Atxen Jiménez ha sido un huracán. Desde cero, prácticamente sola, hizo todo. A sus padres, Demetrio y Ascensión, los que le enseñaron el oficio, los admiraba y amaba como nosotros a ella. Cuando se jubilaron y traspasaron el bar, mi madre se lanzó en esa pequeña entreplanta que quedó libre. Ese fue el germen de lo que hoy es el Túbal. Nadie le pudo parar, ni siquiera el abuelo cuando le dijo: “Pero, ¿para qué te vas a complicar la vida si tu marido tiene un buen puesto en Luzuriaga?”.
Mujer emprendedora en los años setenta en un negocio de hostelería. Algo habitual ahora, pero muy inusual en esa época. Siempre ha sido valiente y decidida, la personificación del empoderamiento femenino, un término muy usado actualmente.
Desde aquella entreplanta, su ascensión fue fulgurante. Todos hemos visto hasta dónde ha sido capaz de llegar. Siempre con la máxima humildad, su trabajo lo hacía por pasión, por el amor a la cocina y para satisfacer a cada cliente que acudía. Disfrutaba con ello. Los galardones y reconocimientos que ha recibido han sido innumerables. No sé si le ha quedado alguno pendiente, creo que no. Y nunca se creyó merecedora de ninguno de ellos. Estoy seguro de que es la única persona que ha recibido una estrella Michelín sin saber qué era. “Es para brindar con Möet Chandon”, le dijo el crítico gastronómico Rafael García Santos cuando se lo comunicó. No trabajaba por galardones, lo hacía por sus clientes, a todos les trataba de una manera especial y les hacía sentirse únicos. Todos los clientes me preguntan por ella. Salgo ya a la sala del restaurante, como ella quería, desde el primer día en que la enfermedad no le dejó continuar trabajando. “Yo me iré cuando me retire la vida”, me ha repetido muchas veces.
Viene gente que no me conoce y me dice: “Estuve aquí hace 20 años, había una señora guapísima, muy simpática y elegante”. “Es mi madre”, les respondo orgulloso y emocionado. Ha casado a media Navarra. “Para nosotros es una boda más, Nicolás, pero para ellos es un día único”, me recordaba. “Nos casamos cuando quiso la Atxen”, solía escucharse. Antes de decidir la fecha, los novios primero hablaban con ella y después con la iglesia. Han sido miles las personas que han compartido con Atxen celebraciones en el Túbal. Tantas como muestras de cariño y admiración hemos recibido estos días.
Celebraciones que, en muchos momentos terminaban con el piano o la guitarra, con su mejor compañera de dúo: su hermana Uxua, la tía Uxua, la mejor hermana con la que nadie puede soñar, siempre a su lado, en lo bueno y en lo malo, desde el principio hasta el final. Con ella formaba un dúo maravilloso, personal y musicalmente. Muchas gracias, Uxua.
Ha dejado una huella imborrable en la historia de la Gastronomía Navarra y española, y aún mayor en todas las personas que hemos tenido la suerte de conocerla y disfrutarla. Todo el cariño que ha dado lo hemos recibido nosotros estos días. La iglesia para su funeral la quisieron decorar las personas que trabajaron con ella en el Túbal, los de ahora, los de antes… Era exigente, es cierto, pero la adoran. Muchas gracias a los compañeros y a todos por las muestras de cariño recibidas, especialmente a Alberto Gurrea por la jota que le cantó.
Ahora ya se ha reunido de nuevo con Jacinto, con su hermano César y Susi, con su hermana Rosita y Luis, con Miguel Ángel, con su nieto Nicolás, ese angelito que voló demasiado pronto… Y con tantos y tantos amigos más que le estaban esperando. Hasta en la tira de Oroz ha salido... Dios y San Pedro compartiendo sus crepes de borraja. Siempre ha cocinado de manera celestial y, desde ahora, aun más.
Cocina para los divinos, mamá. Ya me encargaré yo de hacerlo para los mortales. Nunca has dejado de sonreír, mamá. Gracias por todo. Gracias por tanto. Descansa en paz.
Nicolás Ramírez Jiménez, hijo de la fallecida

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me Hubiese Encantado Conocerla, Una Gran Mujer Y Muy Bella, Descansa En La Luz Eterna.

Anónimo dijo...

Yo la conocí estuve treinta y siete en Tafalla casada con un tafalles espero se vean en el cielo se lo merecian