La parcela señalada, especialmente la marcada en rojo, frente al Centro de Salud de San Jorge, y donde estuvo el Frontón Lapoya, fue donde más se sintieron los efectos de la explosión que hace un siglo fue denominada como "la catástrofe de la Rochapea", que hoy sería denominada "de San Jorge". Al menos, fue una explosión no intencionada.
DETALLES DE LA EXPLOSION
La explosión
A las cinco de. la tarde de ayer (jueves, 28.04.1921), cuando todo el vecindario se encontraba dedicado a sus habituales y diarias tareas, fué sorprendido ingratamente. por un formidable estampido que fué percibido desde algunos kilómetros de distancia, cuanto más en nuestra ciudad, separada, en línea recta, del lugar de la catástrofe, poco más de un kilómetro.
Cárcel 1908 Aquilino García Deán |
En nuestra Redacción pudimos observar un ligero y extraño estremecimiento de las paredes y no sabiendo a qué atribuirlo nos dimos a inquirir sobre la causa del mismo hasta que a los pocos minutos pudimos averiguarla.
En la cárcel correccional, efecto de la trepidación y explosión, fueron hechos añicos una buena porción de cristales.
FOT_OFICIALDEGUI Ibero (Cendea de Olza) |
Estos pocos detalles servirán para que el lector pueda formarse una idea aproximada de la horrible catástrofe que a la hora mencionada ocurrió ayer en el llamado frontón de Lapoya, situado en el barrio extramural de la Rochapea.
A la Rochapea
La noticia circuló con toda rapidez, con la rapidez con que corren las noticias, sean buenas, sean malas y, actuando de imán, hizo que todos abandonaran sus labores, y se lanzaran a la calle, se dirigieran a la Rochapea, arrastrados por la sensación dolorosísima que producen las hecatombes.
Primero se hablaba de heridos. Luego se rumoreaba de dos muchachas muertas. Después, el número de muertos se hacía ascender a cuatro. Y por último se afirmaba que los cadáveres eran siete y hasta ocho.
La bola de nieve rodaba, y a medida que rodaba aumentaba su volumen. ¿Qué habría, en todo ello, de cierto?
Taconera Mirador 1924 |
Un enjambre de gente llenaba la carretera de la estación, y desde el puente de Cuatro Vientos era tal la aglomeración de seres humanos que era punto menos que imposible la circulación de los vehículos.
El incendio
Momentos después de la explosión (Roldán) |
Las llamas se habían apoderado inmediatamente de la casa y de lo que fue frontón, y buscaban expansión por el boquete mayor; por todo el tejado, de cuajo arrancado y volado por la explosión ocurrida momentos antes.
En el lugar del siniestro
GC Rochapea Día del Pilar |
También bajaron muchos números de la guardia civil, de seguridad y vigilancia y de policía urbana, los cuales prestaron un servicio admirable conteniendo a la muchedumbre a respetable distancia, a fin de que los bomberos pudieran trabajar desembarazadamente y para evitar posibles y nuevas desgracias si, como se temía, aunque por fortuna no sucedió, ocurrían nuevas explosiones.
Cruz Roja, años después |
Los bomberos trabajaron y maniobraron denodada, heroicamente, arrostrando el peligro de los derrumbamientos, de las llamas y de posibles y nuevas explosiones. Nada les arredró ni les contuvo.
Otros, ayudados por algunos paisanos y varios sargentos de artillería cuyo auxilio fué requerido para que, por ser entendidos, procedieran a separar las cajas de cartuchería que pudieran, labor que no realizaron por ser imposible, se dedicaron a hacer funcionar la bomba que extrajo agua de un pozo situado en la heredad inmediata destinada hace años para construir una nueva Casa de Maternidad.
La explosión.—Tres cadáveres
Entre 1926-74 estuvo ahí Múgica, Arellano y Cía |
Antes de proseguir en esta trágica narración, pondremos en antecedentes al lector.
Lo que en tiempo fué frontón con el edificio habitable y habitado que le era contiguo, fué adquirido por la Sociedad Múgica, Arellano y Compañia que, en parte de él, instaló algo de maquinaria agrícola.
Casa Puntos (Años 20) |
Para cargar la cartuchería debió de llevar cierta cantidad de pólvora, cuyo incendio debió de producir la explosión.
La explosión fue espantosa, formidable, y debió producirse en la planta baja del edificio a juzgar por el trágico detalle siguiente:
De la heredad contigua fueron recogidos tres cadáveres completamente carbonizados.
Uno de la criada del encargado, que se dice es también sobrina de éste.
Otros dos cadáveres eran de una criatura, de unos dos años que a la altura del pecho tenía fuertemente asida una mujer.
La mujer que lo tenía agarrado entre sus brazos se llama Vicenta Martínez de Goñi, es hermana de D. Juan y esposa del encargado del taller, llamado Fidel.
HOSPITAL CIVIL DE Nª Sª DE LA MISERICOR- DIA (HOY MUSEO DE NAVARRA). Hasta 1932 |
Estos tres cadáveres fueron trasladados inmediatamente en el carro-ambulancia de la Cruz Roja al Hospital civil provincial.
Se afirmaba también que debía haber otros tres o cuatro cadáveres más, a juzgar por las personas que trabajaban en el taller de cartuchería; pero no podía concretarse nada ante la imposibilidad de penetrar en el interior del edificio, convertido todo él en ígneos escombros.
Lo que estaba fuera de duda, porque la horrible realidad así lo atestiguaba, es que cuantas personas había en el interior cuando ocurrió la explosión murieron. Era imposible que ninguna pudiera escapar con vida.
Hemos dicho que la explosión debió ocurrir en la planta baja, y ahora agregamos que las tres personas cuyos cadáveres fueron recogidos en la heredad inmediata debían hallarse en el piso primero y único del edificio, pues volados el pavimento del primer piso y la techumbre fueron lanzadas por la expansión de la explosión por el boquete abierto en el techo. Tan formidable, tan catastrófica fué la explosión.
Heridos
Les heridos y contusos debieron ser muchos, producidos por los trozos de piedra, ladrillo y madera desprendidos y lanzados a mucha distancia.
Regimiento, quizás de la Constitución 1931 |
Este herido cayó envuelto entre unos escombros y a sus ayes y quejidos fue extraído por unos beneméritos vecinos y obreros cuyos nombres nos complacemos en consignar, y son también los que recogieron los tres primeros cadáveres ya mencionados.
Son: Indalecio Irisarri, Juan Echeverría, Isidro Ramos, Daniel Urrizalqui, Pedro Orbisu, Eugenio Ascunce, Tomás Arina, Luis Alsina y José Casi que trabajan en los talleres mecánicos que allí tiene instalados la Diputación.
C/ Mayor 36 1º |
El apellidado Huarte fué curado en el Hospital de alguna herida y erosión, y después trasladado a su domicilio.
Otro herido es un muchacho llamado Severiano Martinez, habitante en la calle Mayor 36 primer piso, el cual sufre ligeras heridas en el cráneo y en la pierna. Este subió a Pamplona por su pié.
Otro herido es un muchacho, hijo de un obrero, llamado Marcelino, que murió hace algo de tiempo.
Efectos de la explosión
Además de los muchísimos cristales que, efecto de la trepidación, quedaron rotos en el casco de la Población, en el barrio de la Rochapea notaron los siguientes efectos,
Las casas situadas al otro lado de la carretera, donde hace años estuvieron las cuadras de La Regeneración sufrieron desperfectos.
Ellas y otras de la manzana contigua quedaron cuarteadas en sus paredes de la fachada.
Los tabiques quedaron también. cuarteados y algunos agrietados y hasta derribados.
Los cristales fueron hechos añicos.
Y hasta la puerta de grandes dimensiones de una casa fué arrancas de sus goznes.
Trozos de tejado fueron lanzados hasta una distancia de ciento cincuenta metros y en todo este trayecto se veían residuos carbonizados de madera, piedras y ladrillos.
Aquello era horrible, pavoroso.
Más cadáveres
A todo esto, las llamas proseguían su obra demoledora. Los titánicos esfuerzos de los bomberos lograban dominar poco a poco el fuego en la parte oriental del edificio; pero seguía su acción sobre los escombros amontonados en la occidental, ya al descubierto por, haberse desplomado su correspondiente pared medianil.
El aspecto que ofrecía era tristísimo. Aquello era un montón de ruinas ígneas que lentamente iban apagando los bomberos.
A todo esto, loa vecinos de la Rochapea afirmaban que debía haber entre los escombros los cadáveres de tres muchachos y de un hombre que se hallaban trabajando en el interior cuando sobrevinieron la exploxión, la voladura y el derrumbamiento.
El hombre se llama Jerónimo Elizondo que a la hora en que escribimos no ha aparecido vivo ni muerto. Se le supone sepultado entre los escombros.
Las tres muchachas se llaman Juana Salinas, de 15 años, Jacinta Vaca de 13 y Elena Elizari, de 17, hijas de obreros residentes en aquellas cercanías y sobrina la última de don Joaquín Reta, celador de agentes municipales.
Cuando los trabajos de extinción permitieron meterse entre los escombros, fueron descubiertos los cadáveres de dos muchachas que sin duda son de las tres mencionadas; pero que no pudieron ser identificados por estar totalmente carbonizados. El cráneo de uno de ellos estaba completamente acribillado a cartuchazos.
Los dos cadáveres fueron trasladados al hospital civil en el coche-ambulancia de la Cruz Roja.
Les cadáveres extraídos son cinco, y se cree que aún falta por extraer otros dos: el de una muchacha y el del carpintero Elizondo.
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