Las torre humanas, llamadas castillos
por los catalanes, tienen características propias. Se han utilizado
a menudo para simbolizar el trabajo colectivo, la labor de equipo... Y no hay duda que son de ello un bello exponente. La torre humana
arriesgada y peligrosa, es obra de individualidades puestas al
servicio del conjunto. Cada pieza del mecanismo -cada hombre (o cada mujer, ahora)- juega
allí un papel esencial y se le despersonaliza, dentro del mayor
anonimato. La permanente competencia entre las diversas «Collas»
(cuadrillas) no es ningún factor de discordia sino de noble
emulación. Cada grupo castellero quiere ser el señero y el desafío
entre las «Collas» es perpetuo, lo que se traduce en una curva
ascendente de superación.
Los «Castellers» tienen todo un
lenguaje propio, saturado de modismos llenos de un peculiar
significado: levantar un castillo se denomina carregarlo (cargarlo),
y deshacerlo ordenadamente sin caída ni violencia es
«descarregarlo»; que haya habido «llenya» quiere decir que la
torre humana se ha desmoronado de arriba abajo y que alguno se ha
hecho daño; el chaval que sube en último lugar a la cima del
castillo se llama «l'anxeneta», el cual conviene que agite el
brazo, gesto que lleva el nombre de «fer l'aleta» (cortejar), y la
larguísima terminología que designa las torres humanas y sus
características tiene una dimensión perfectamente esotérica para
los profanos.
Año 1970. Los Xiquets de Valls levantando un "pilar de cinco' (izda) y un "dos de siete" (dcha) en la Plaza Consistorial (Foto Zubieta y Retegui) |
El área de extensión de esta costumbre engloba siete
comarcas: Alto Penedés, Bajo Penedés, Tarragonés, Alto Campo, Bajo
Campo, Garraf, Anoia y Conca de Barbera. Son exactamente las tierras
que Plinio califica como la de los iberos cossetanos. Han surgido
«Collas» más allá de estás zonas geográficas, pero aún no han
alcanzado los altísimos niveles de los de las siete comarcas
citadas.
La modalidad castellera, cultivada en nuestros días, arranca de mediados del siglo
XIX; el último tercio de siglo fue su época dorada. Se recuerda el
levantamiento de grandiosos castillos, tales como los «cuatro de
nueve» y el pilar de siete levantado por debajo. A continuación
hubo cierta decadencia- que nunca significó la desaparición- que a
partir de 1930 inició un claro resurgimiento. La guerra detuvo
aquella reanimación. Más tarde ha surgido otra que aún dura, y tan
de veras, que nunca más se haya de interrumpir. Marca esta nueva
época la consecución por parte de la «Colla del Vendrell» -se les
denomina els nens- del pilar de seis, conseguido por primera vez en
nuestro siglo. Recordad que el pilar a diferencia del castillo es el
empinamiento de hombres, uno a uno, mientras que en el castillo, cada
piso está formado por dos o más. A partir de aquel
loable pilar de seis, los «Castells» han revivido esplendorosamente (1).
(1). FESTES POPULARS A CATALUNYA. Avel.lí Artis-Gener y Bienve Moya. Editorial HMB, S.A. 1980.
(1). FESTES POPULARS A CATALUNYA. Avel.lí Artis-Gener y Bienve Moya. Editorial HMB, S.A. 1980.
En los Sanfermines de 1970 actuaron por las calles de la ciudad
los «Xiquets de Valls» grupo compuesto por 105 xiquets, en edades
comprendidas entre los 6 años del benjamín hasta los 65 del
veterano. Aquellas collas vestían con blusa roja, pantalón blanco y
ancha faja obscura. Por nuestras viejas rúas levantaron castillos de
dos, tres y cuatro hombres, así como pilares de cinco. Las caídas
se amortiguaban en el «colchón» formado por los 70 a 80 xiquets
situados en la base del castillo para ayudar a los de la base a
soportar el peso.
En la película La Trastienda (1975) también se forma un castillo foral (2'12'')
En la película La Trastienda (1975) también se forma un castillo foral (2'12'')
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Ayer a la tarde, justo cuando estaba preparando esta entrada, enciendo la tele y me salta el Juanma L. Iturriaga haciendo de casteller.
¿Casualidad? Yo creo que me vigilan (jajaja)
¿Casualidad? Yo creo que me vigilan (jajaja)
Aquí la Tierra - Iturriaga, casteller por un día 07 abril 2020
La ventaja de ser un humano muy alto,
es que la altura te permite mirar por encima del hombro a casi todo
el resto de los humanos. A no ser, claro, que a esos humanos les dé
por colocarse unos encima de otros hasta conseguir una torre humana
de 10 pisos. No es tarea fácil, pero con fuerza, valor y equilibrio
se pude conseguir, como ha comprobado en sus propias espaldas el gran
"casteller" de honor, por unas horas, Juanma López
Itrurriaga. Vemos en este reportaje cómo ensayan y trabajan los
Castellers de Vilafranca, que son una institución cultural catalana.
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