Se retiran los retratos de Puigdemont, "El Belga", de los Ayuntamientos |
Lo siento, no volverá a ocurrir.
Y de paso, Diosito, quiero pedirte un imposible: que de aquí al 21D no le salga a Mariano ningún caso nuevo de corrupción
El desafío soberanista
Reconocen que Puigdemont
y su confusa estrategia facilitó la respuesta
del Gobierno de Rajoy
“En los próximos días
deberemos tomar decisiones que no siempre serán fáciles de entender”, admite
Junqueras
Los soberanistas asumen
errores y abren la puerta a participar en las elecciones
RAMÓN GORRIARÁN Madrid
Los líderes del
independentismo catalán empiezan a asumir que cometieron errores en la gestión
final del proceso y han encontrado un responsable, Carles Puigdemont, aunque
todavía nadie ha apuntado en público al destituido presidente de la
Generalitat. Se ha instalado entre los soberanistas la sensación de que ha
llegado el final del primer acto de una obra que aún tiene desarrollo, pero que
se resolverá en otra temporada. La mejor expresión de este estado de ánimo es
que PDeCAT, Esquerra y la CUP, tras la indignación inicial por la convocatoria
de elecciones el 21 de diciembre, se plantean concurrir a esos comicios.
La desazón que desprende
la columna del líder de Esquerra en El Punt Avui es compartida por otros
dirigentes del soberanismo e incluso exconsejeros, que reconocen en privado que
cometieron errores estratégicos tras la votación del 1-O. Unas equivocaciones
que cargan en buena medida en el debe de Puigdemont y su falta de tablas
políticas. “No en vano era el número tres de Junts pel Sí por Girona”, le
aguijoneó en el último pleno del Parlament la líder de Ciudadanos, Inés
Arrimadas.
Una conclusión compartida
entre los soberanistas es que reinó “la confusión”, y en esos días de
desconcierto dos fueron paradigmáticos, el 10 de octubre, cuando nadie supo
descifrar si el president había declarado la independencia, y el 26 de octubre,
con el sainete de la convocatoria de elecciones.
En ambas oportunidades dividió y descolocó a los suyos. Pero, sobre todo, recriminan algunos independentistas, allanó el camino a Rajoy, que le dio una lección, admiten, con la convocatoria de elecciones para el 21 de diciembre. Un resorte político que Puigdemont también tuvo en su mano y no supo qué hacer con él para enfado de los que actuaron como mediadores, desde el lehendakari Iñigo Urkullu y el PNV y Miquel Iceta y el PSC y PSOE, para persuadir a Rajoy de que unas elecciones dejarían sin efecto el artículo 155.
En ambas oportunidades dividió y descolocó a los suyos. Pero, sobre todo, recriminan algunos independentistas, allanó el camino a Rajoy, que le dio una lección, admiten, con la convocatoria de elecciones para el 21 de diciembre. Un resorte político que Puigdemont también tuvo en su mano y no supo qué hacer con él para enfado de los que actuaron como mediadores, desde el lehendakari Iñigo Urkullu y el PNV y Miquel Iceta y el PSC y PSOE, para persuadir a Rajoy de que unas elecciones dejarían sin efecto el artículo 155.
En el examen de
conciencia que ha comenzado a hacer el mundo independentista también aparece
“la prisa”. El Gobierno catalán sabía que Cataluña no estaba preparada la
independencia, pero el Govern siguió adelante como si lo estuviera. Un estrecho
colaborador de Junqueras, el secretario de Hacienda Josep Lluís Salvadó,
confesó el 30 de agosto a un asesor de la Presidencia de la Generalitat, Raúl
Murcia, que en octubre “no hay capacidad, ni tenemos control de aduanas ni un
banco. La cosa no pinta, está muy verde, eso cualquiera que tenga dos dedos de
frente lo sabe”. Así se recoge en una conversación telefónica entre ambos
intervenida por un juzgado de Barcelona.
Puigdemont y el PDeCAT
culpaban a Junqueras de que “no ha preparado el país para que el 2 de octubre
declaremos la independencia”. Así se las gastaban en los últimos meses los dos
principales líderes del independentismo, a pesar de la apariencia de sintonía
de puertas para afuera.
Los sondeos
El propio Junqueras en el
artículo publicado ayer admite que “la República Catalana no ha nacido con la
fortaleza que querríamos”. Debilidad en lo económico, pero también en lo social
porque el soberanismo nunca ha sido mayoritario en la calle, aunque lo fuera en
el Parlament por avatares de la legislación electoral. Lo recordó incluso la
CUP tras las elecciones del 27 de septiembre de 2015, cuando alertó de que no
había una mayoría social para desarrollar la hoja de ruta. Esa situación no ha
mejorado en los últimos tres años. El sentimiento separatista no ha dejado de
declinar en las encuestas, aunque conserve un suelo de los dos millones de
seguidores.
Así lo reflejaron varios
sondeos publicados ayer, que auguran un estancamiento o una pérdida de apoyos
que dejan en el alero la reedición de la mayoría absoluta el 21 de diciembre.
Unos comicios ante los que las fuerzas soberanistas se plantean ahora
concurrir. El PDeCAT lo analizará hoy en una reunión de su comisión ejecutiva,
aunque son muchas las voces en el partido que preside Artur Mas favorables a la
participación.
Sus perspectivas, sin embargo, son preocupantes porque carecen de candidato. Puigdemont se ha negado cuantas veces le han preguntado y Mas está inhabilitado, y los sondeos predicen una debacle.
Sus perspectivas, sin embargo, son preocupantes porque carecen de candidato. Puigdemont se ha negado cuantas veces le han preguntado y Mas está inhabilitado, y los sondeos predicen una debacle.
Esquerra también lo medita. Junqueras defiende que su
partido “nunca puede renunciar a las urnas para validar la república”, y tanto
los del 21 de diciembre como los municipales de 2019 “deben ser claves” para el
desarrollo del proceso independentista. Hasta la CUP sopesa la clave electoral.
“No descartamos presentarnos el 21 de diciembre porque no descartamos nada. Lo
tiene que decidir la militancia”, afirmó ayer la portavoz del Secretariado
Nacional, Nuria Gibert.
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