miércoles, 1 de abril de 2020

J.M. de Huarte y el "reloj de sangre" (Ciudadela)

1ª hipótesis: Reloj de sangre (?) y reloj de bolsillo
Hace ya unos cuantos años encontré una postal de Lucien Roisin con una imagen de la Puerta principal de la Ciudadela (la de la Avenida del Ejército) pamplonesa, cuyo pie de foto me sorprendió tanto que -hace unos cinco años- me hizo iniciar un camino de investigación.
El pie de foto original dice así:
18 - PAMPLONA Portal de entrada y Reloj de Sangre                        L.ROISIN
de la Ciudadela y Lápida conmemorativa del Virey Duque de Trayecto (s  XVI)

Miré por todos los sitios, pregunté a diestro y siniestro, me fui a la Puerta de la Ciudadela, la fotografié de arriba a abajo, hablé con los encargados de atender a los visitantes... Nadie sabía nada de ese dichoso reloj de sangre. 
Desesperado, me puse en contacto con Juan José Martinena, quien en tantas ocasiones me había sacado de apuros. Pero en este caso, no hubo suerte:
Amigo Pachi:
En esta ocasión siento decepcionarte. Tengo esa postal desde hace muchos años en mi colección y nunca he conseguido interpretar esa enigmática denominación que lleva impresa al pie de la foto. Solo me consuela, y no mucho, el hecho de que ni mi colega Pepe Molíns, tantos años archivero municipal, ni mi consuegro, artillero recién retirado del Ejército, ni mi amigo Luis Eduardo Oslé, ex-coronel del regimiento de Infantería América de guarnición en Pamplona, doctor en Historia e hijo a su vez de coronel del mismo regimiento, me han sabido dar una explicación razonable...
Puerta principal y cuerpo de guardia, desde el interior de la Ciudadela
Así que tuve que enfrentarme al problema sin ninguna ayuda (al principio). Primero, empecé con la pregunta básica:

¿Qué es un "reloj de sangre"?
De todas las acepciones que ofrece la RAE, la que mejor lo define es "reloj de campana"
En la Prensa Histórica encontré algunas respuestas. El ejemplo más claro, el de la ciudad de Alicante. Dice así el ejemplar de la Revista Contemporánea de 30.11.1891:
"El reloj de sangre trae muchos recuerdos á la memoria de los que de niños tuvimos la fortuna de habitar en Alicante, en cuyo alto castillo de Santa Bárbara, inmensa á la vez que airosa mole que defiende á la ciudad, hay constantemente un centinela que cuida de repetir con una campana las horas que da el reloj de la colegiata de San Nicolás."

Como veis, no hay duda de a qué se llama reloj de sangre. Pero lo mejor lo encuentro en el ABC de 15.12.1904, trece años después de la anterior reseña:
"Esta torre fue construida el año 1846 por el maestro Petez (?), que aun vive en Alicante, teniendo en la actualidad ochenta y cuatro años.
En ella se colocó una campana que tocaba un centinela cada cuarto de hora, y por la cual se regía el horario del castillo, asi como los huertanos de Alicante."
¿Por qué se le llama "reloj de sangre"?
Un reloj de sangre era una campana en la que se tocaba la hora a mano, a músculo, de ahí lo de sangre. Quizá para diferenciarlo de los otros relojes: mecánico, de sol, de arena, de agua...
Así pues, el de reloj de sangre es una "campana accionada por la fuerza humana para dar la hora"

¿Hubo en la Ciudadela un reloj de sangre?

Y volviendo a la Ciudadela de Pamplona, a la postal de Roisin, ¿no pudo haber habido -quizás en la estancia que está sobre la puerta de entrada- una campana por la que se rigieran las actividades de los militares en la Ciudadela?
En estas cavilaciones estaba, cuando me llegó un correo que me decía que esa campana existe, pero que está... ¡¡¡en Jaca!!! Mirad con atención la triple imagen que encabeza este apartado 
Hola, Pachi:
Pues a la vista de estos nuevos datos, creo que algo de eso pudo haber en Pamplona. Te lo digo porque en la ciudadela de Jaca, empezada en 1598 y cuya puerta parece calcada de la puerta principal de la nuestra, la que da a la avenida del Ejército (aunque la aragonesa felizmente conserva su integridad, con los fosos, puente, etc.), encima de la logia (ver 4ª acepción) de arquillos de medio punto de la torreta se mantiene todavía una espadaña de tres huecos, del tipo de las que tienen muchas ermitas e iglesias conventuales, en uno de los cuales se puede ver todavía la campana que servía para los avisos y llamadas a la guarnición de la fortaleza. Y algo así pudo haber habido aquí, aunque no aparece dibujado en los dos planos en perspectiva que se han conservado, que datan de hacia el año 1600. Como se suele decir, siempre hay tiempo para aprender algo. Saludos cordiales
J. J. Martinena
Puerta principal y espadaña con su campana, desde el patio de armas de Jaca
Demasiada reforma para encontrar nada
Así pues, la puerta de entrada de la Ciudadela de Jaca, gemela de la de Pamplona, guarda -encima de la puerta principal- una estancia similar a la que tiene Pamplona y, sobre ella, una espadaña con una campana que, si alguna vez existió en la vieja Iruña, no ha dejado otra huella que la enigmática expresión de la postal de Lucien Roisin: "Pamplona, Portal de entrada y Reloj de Sangre de la Ciudadela".
Ya dijimos que la precisión de Roisin era proverbial y que es difícil pillarle en algún error en sus postales. Por ello, desde un principio pensé que de algún sitio habría sacado él esa expresión tan sorprendente.
Parte interior de la techumbre del que
ya podemos llamar  "Reloj de Sangre"
Y si nunca hubo espadaña en Pamplona, sí tuvo que haber campana, quizá colgada de la techumbre, en el interior de esa estancia que no tiene nombre, pero a la que desde hoy podemos llamar "reloj de sangre", como, al parecer, hace Roisin.
Por mí, enigma resuelto. A partir de ahora, cuando vea la postal de Roisin y su "reloj de sangre", ya sabré dónde mirar. 

José María de Huarte lo confirma
Así de optimista concluía hace 4 años pero, en mi fuero interno, no las tenía todas conmigo ya que sólo contaba con un único testimonio, el de una única postal de un único editor: Roisin.
Pero ayer, cuando vi la maravillosa fotografía de Castells, sin mucha fe, volví a mirar a ver si aparecía algo. ¡Y vaya que sí apareció!
Os pongo una sucinta biografía para que veáis de quién se trata:
Retrato de José María de
Huarte pintado por Zuloaga

José María de Huarte y Jáuregui (Pamplona, 1898-Madrid, 1969), hombre de gran formación intelectual que desempeñó el cargo de archivero-jefe del Archivo Real y General de Navarra y llegó a ser Académico Correspondiente de las Reales Academias de la Historia y de Bellas Artes de San Fernando. Su erudición abarcó diversas materias, especializándose en temas de genealogía y heráldica.

De él dice Juaristi en "Los caminos de Navarra":
"Para todos tiene Joshe María Huarte una indicación precisa, una respuesta que lo aclara todo: la palabra indescifrable, el vacío de cien años, el folio perdido y hallado en la carpeta número 1.475 de la estantería 36 de la segunda galería de la sala primera...".
No se puede dar en el clavo mejor.

Y en este documento de la hemeroteca de DN, de 1930, como la postal de Belzunce, José María de Huarte nos confirma lo que decía Roisin. Ésta es la frase de Huarte y Jáuregui, cuando habla de la Ciudadela:
el reloj de sangre erguido sobre el túnel de las guardias
O sea, que a la estancia que está sobre el túnel de entrada, en la puerta principal de la Ciudadela, al lado del Cuerpo de guardia, en 1930, se le llamaba "reloj de sangre".
Como, por la misma época, decía Roisin.

En la conferencia, Huarte no se detiene a explicar qué es un reloj de sangre, por qué se le llama así... Parece que sus oyentes, en el Casino Militar, lo dan por supuesto.
Os pongo el documento completo para que veáis la frase en su contexto:

José María de Huarte "Recuerdos Militares de Pamplona" 
Conferencia leída en el Casino Militar de Clases el día 28 de Noviembre de 1930 

"...finalmente, me producía verdadero placer trasponer los umbrales de la estratégica puerta de socorro que conduce a la llamada Vuelta del Castillo, para en sus avanzadas bajar o levantar el pesado y rechinante rastrillo, que todavía funciona como una supervivencia marcial de las edades que pasaron.
El color de las piedras; la maleza que al crecer por los fosos y por las plataformas prestaban a su hermoso conjunto cierto aire selvático, y las lápidas colgadas en los muros con los blasones y los nombres de los virreyes que intervinieron en su fábrica, era un constante motivo de inspiración que parecía inagotable, tanto más, cuanto no había paraje que no tuviera su leyenda o su historia. 
Sobre todos descollaba el hoy derrocado calabozo del fraile, donde un buen religioso, según se refería por tradición en las vigilias de las guardias, perdió completamente la cabeza a poco de ingresar en él en calidad de preso, víctima de las persecuciones que tanto ha cultivado la política para satisfacer las propias en los períodos de su auge...
Belzunce, 1930
Las vicisitudes militares de después nos congregaron de nuevo en la Ciudadela a los primitivos camaradas y a otros muchos, con motivo de las órdenes de concentración, dictadas a raíz de los dolorosos acontecimientos de la guerra de Africa Dobladas fueron entonces allí como en todos los regimientes, las actividades de instrucción y las obligaciones del servicio; la continuidad de las guardias y la frecuencia de las revistas militares, la compenetración entre nuestros pundonorosos jefes y nosotros sus subordinados, poseídos del afán, de atender cada cual a las obligaciones de su cargo. 
Ya me perdonareis que hable de mis personales recuerdos más de lo discreto, pero de ellos voy a deducir los que quedan por narrar de nuestra ciudad y que en más de una ocasión rememoré para entretener mis ocios de cabo, sargento y suboficial, cuando estaba de cuartel, de semana o de guardia. 
Ningún entretenimiento me producía más agrado que efectuar un rodeo por toda la muralla después del poético toque de oración o mejor aún del de silencio. Seguir el itinerario de las rondas de noche por aquellos lugares, era un poderoso incentivo para mi fantasía, que poblaba de actividad el reloj de sangre erguido sobre el túnel de las guardias, las plataformas de cañones, y de centinelas las garitas y puestos avanzados. Las murallas de la ciudad recuperaban entonces su oscurecida grandeza y la historia me refería, erguida sobre su ingente pedestal, todos sus secretos en la noche..."

1 comentario:

Echenique dijo...

El que la sigue la consigue. Es un dicho popular confirmado una vez más, pero hay que seguirla para conseguirla y seguir las huellas, no siempre nítidas. Martinena, Molins, Jaca, hasta llegar a Jose María de Huarte y Jáuregui. ¡ Enhorabuena Desolvidar ! que, desde ahora, pasa a ser Desolvidar e Insestigar para Desolvidar.