lunes, 18 de enero de 2021

Belena de Pintamonas (o del Iruña)

Puerta de acceso a la belena del Iruña (43-44 plaza del Castillo). Foto Oscar Montero
Desde el XVII a casi el XX se llamó "belena de Bélaz"; hasta 1930 ca, "belena de Pintamonas"; y aunque Arazuri dice que, desde entonces hasta hoy, es "belena del Iruña", me da que los más entendidos prefieren volver a llamarla "de Pintamonas". El pueblo soberano decidirá, porque, oficialmente, no tiene nombre.
La palabra "belena" parece provenir -por metátesis- del romance "venela" [proveniente del francés antiguo venele (actual veneille ) y éste, del italiano venella], que bien podría ser un diminutivo popular de "vena" (vaso comunicante), lo que hoy, en modo culto, llamaríamos "vénula". En definitiva, si la Avenida X es una gran arteria,  una belena es un capilarcillo.
Me dice Martinena: "Bien visto. El P. Moret (o mejor el P. Alesón) ya aclara en algún capítulo de los Anales de Navarra qué eran exactamente las benelas (ahora belenas, matiza sin lugar a dudas)"
La belena es todo un laberinto entre dos plazas y tres calles
Belena de Pintamonas (de Bélaz o del Iruña), por José Joaquín Arazuri 
Belena de Belaz 

Zúñiga, José Luis 1988 AMP

En 1676 continúa contruyéndose (en la Plaza del Castillo). Así, el 16 de mayo, Alonso Bélaz de Medrano solicitó del Ayuntamiento para edificar con las siguientes palabras: «...que tiene una güerta que por lado afrenta con la Plaza del Castillo delta Ciudad, donde se corren los toros, y por la parte baja con una callejuela pegante por el dicho lado a la casa de Agustín de Sarasa, y en la dicha güerta trata el suplicante de hacer una casa con tres gradas de balcones y arcos en el extremo della, y para que la fábrica se haga con más perfección y hermosura, necesita el suplicante que V.S. le haga merced de la dicha callejuela para hacer en ella un arco y fabricar sobre él, dejando el paso libre en la dicha callejuela», más adelante añadía; «...en recompensa de esta merced ofrece a V.S. parte de su güerta para que quede hecha plaza corriendo a nivel de su fábrica con la de la casa del dicho don Agustín de Sarasa, y pues desto no resulta perjuicio, antes es conveniencia y utilidad pública para quedar con esta fábrica, la dicha plaza con mucho lustre y hermosura, en que V.S. es el principal interesado, y de aumentarse en 24 balcones y ocho arcos se sigue también conveniencia común, para que en ellos se puedan acomodar familias considerables para las fiestas de los toros, en que en todos años ay tanta caristía y muchos enfados y pesadumbres» (AMP Actas 1676). 
Zúñiga, José Luis 1988 AMP
El Ayuntamiento accedió a lo solicitado, y así fue como se construyó la llamada, hasta hace pocos años , «casa del KUTZ», hoy ocupada por una entidad bancaria; la casa del señor Sarasa es la del «Café Iruña», quedando entre ambas, todavía, la calleja hoy llamada «belena del Iruña», aunque también se llamó «belena de Bélaz» y «belena de Pintamonas». 

Iruña (Calleja) 
Entre las casas números 43 bis y 44 de la plaza del Castillo, tiene su entrada una antigua belena o calleja que antaño tenía acceso a la plaza de la Fruta (hoy Consistorial) por intermedio de las primeras casas de la calle Calceteros. Esta angosta calleja tiene dos ramales, según se entra a mano izquierda, auténticos patios de vecindad de una parte de la plaza del Castillo y de la calle de la Zapatería. Por estar en esta calleja los servicios del Café Iruña, es por lo que el pueblo soberano la bautizó con este título hace ya más de medio siglo. Antiguamente era llamada, también popularmente, calleja de Pintamonas (ver ésta). 

Pintamonas (Calleja) 
Zúñiga, José Luis 1988 AMP
La actual calleja del Iruña, entre la Plaza del Castillo y Calceteros, se la denominó a finales del pasado siglo y en casi las tres primeras décadas del presente, con el nombre de Pintamonas, apodo de uno de los tipos más populares que han existido en nuestra ciudad. Antes, también se llamó «belena de Bélaz». 
A Pintamonas ("pintor artístico de poca habilidad") el mote le sentaba muy mal, por lo que únicamente le llamaban así los mocetes desde lejos, para poder huir de las iras del aludido. Los amigos y las personas mayores le llamaban por su nombre de pila, Esteban. Pocos sabían que su apellido era Baigorrotegui y que había nacido en Estella. 
Decían, yo no lo creo, que estaba transtornado por haber ingerido una pócima cuando de crío trabajaba en una farmacia. Se trataba de un retrasado mental, aunque decían que era muy listo porque a veces tenía contestaciones rápidas y acertadas. Así, en cierta ocasión le preguntaron: —Oye, Esteban, tú, por comer, comerías hasta mierda. A lo que contestó rápidamente: —Sí, pero de abeja. 
Era buena persona, honrado, religioso, no se emborrachaba nunca, y ganaba algún dinero de aguador llevando barriles de agua a las casas desde las fuentes de la ciudad o de las extramurales. 

Rupérez Herrero, Benito 1933 AMP

Su manía era la limpieza. En todo tiempo, en cuanto amanecía, acudía a la fuente de Santa Cecilia en donde se lavaba concienzudamente. Vestía invariablemente pantalón oscuro, camisa clara que siempre llevaba abierta —completamante despechugado— y una blusa de cuadros menudos, muy usados en aquella época. Llevaba un barril al hombro que llenaba en las fuentes públicas para repartir por las casas. Si mientras estaba llenando el barril en la fuente se acercaba alguno —generalmente mocetes que eran los que le hacían enfadar— y tocaba el recipiente, lo vaciaba completamente y lo volvía a llenar. Dormía en una casa de la Calderería, y la mayor parte del día lo pasaba en aquel barrio. Por eso las obreras de la fábrica de Galbete, que estaba en la calle de San Agustín, al salir del trabajo le comprometían y le hacían rabiar. Un día, al pasar por la puerta de la iglesia de San Agustín, unos chungones le arrojaron un puñado de sal en el pecho, y corrieron por las escaleras del campanario, saltando por una ventana al tejado de una casa colindante, en donde esperaron a que el pobre Pintamonas pasase corriendo con la lengua fuera camino del campanario que encontró vacío. 
Adoquines y Losetas
Así era aquel buen hombre, sencillo e infantil, al que tanto tomaban el pelo y al que muchos apreciaban. Entre sus protectores estaba el conserje del Casino Principal, Bruno Larraya. En este casino, en aquella época, que tanto se jugaba al monte y tanto dinero corría por las mesas de juego, se preparaban todas las noches, muchas y suculentas cenas, ya que el jugador que maneja dinero no le supone sacrificio gastar un puñado de pesetas en un banquete. Todas las noches sobraba abundante, y de ello almorzaba y cenaba el bueno de Esteban. Todos los días le sacaban a la belena o calleja una gran fuente repleta de sobras de la noche anterior, que comía con cuchara de plata de su propiedad. Los camareros del Iruña salían con frecuencia a la calleja a verle devorar la pantagruélica pitanza. Un buen día, el conserje del casino le pidió a Pintamonas le vaciase un barril de agua. El pobres Esteban, que no tenía olfato, no pudo diferenciar el agua del coñac francés contenido en un recipiente similar, y vació éste completamente, con la desesperación del empleado del casino que lo despachó, y no le perdonó... hasta ocho días más tarde que lo mandó buscar, enterado de que el desgraciado «había adelgazado». 
Juan Cañada visita la belena FOTO: J.A.Rubert
La presencia cotidiana del buen Esteban en la calleja del Iruña, dio lugar a que el pueblo bautizase a esta belena con el nombre de Calleja de Pintamonas, con cuyo nombre se la conoció durante muchos años. 
Pintamonas, cuando llevaba agua a las casas, pegaba con el barril en las puertas en vez de golpear el picaporte. En más de una ocasión perdió clientes porque al llamar a la puerta y no contestar nadie, echaba el agua del barril por debajo de la puerta y escaleras. Si alguno le preguntaba el por qué de aquello, contestaba: «Para que sepan que he venido a traerles el agua.» 
Lavanderas Abrevador García Asarta1895
Su ropa se la lavaba la señora Ursula, una lavandera de la calle de San Nicolás. Para aquellos tiempos, en que la limpieza no era una de las virtudes imperantes, lo hacía con frecuencia. 
Cuando llovía, corría a casa de la lavandera con las sábanas para que se las lavase, aunque solamente hiciese un día que se las hubiese entregado limpias. Cuando los mocetes le llamaban Pintamonas, tiraba el barril y corría tras de ellos, y si estaba en una fuente, golpeaba fuertemente la taza con el barril. 
Así era aquel modesto, honrado y deficiente mental de Baigorrotegui, que durante muchos años dio el título a una calleja de la ciudad. 

7 comentarios:

Aritz Lizarraga Olascoaga dijo...

Creo que la metátesis es una solución correcta para explicar la evolución a belena. Yo añadiría algo más. Pamplona siempre ha sido una ciudad muy religiosa. De hecho un viejo dicho la describía algo así como: En Pamplona toros en verano, curas en invierno.

Y al ser religiosa también tenía (y tiene) una gran tradición belenista. Y en los belenes hay callejas estrechas y pequeñas. Así que ese posiblemente sea el origen de escribirlo con b.

Anónimo dijo...

Yo nací en Burgos pero desde que tenía un mes de vida ya estaba en la calle de la Campana. Así que desde que tengo memoria siempre para nosotros es el "patio Pintamonas" sin belena jeje un saludo,
Carlos I.

Anónimo dijo...

El nombre histórico y más adecuado es el de belena o rincón de Vélaz, que hace referencia a la casa de los Vélaz de Medrano, contigua a la del mayorazgo de Sarasa, con la calleja por medio. Lo de Pintamonas me parece sencillamente una memez. Lo que ocurre es que ahora esos nombres pretendidamente populares o "castas" tienen cierto tirón, al menos en determinados ambientes. Lo tengo publicado en DN y recogido en uno de los tres recopilatorios anteriores. Y lo de Vélaz con B o con V es, como dicen los autos judiciales, irrelevante. En los ss. XVI, XVII y buena parte del XVIII te puedes encontrar el mismo nombre con b y con v, incluso a veces en el mismo documento. Las reglas de ortografía de la Real Academia no se implantaron del todo hasta un siglo después de la fundación de la docta casa.
JJM

Carmelo dijo...

Muy interesante todo lo que comentáis, pero lo de memez no lo veo muy acertado, pues en nuestro país las voces populares han tenido gran arraigo y han perdurado mucho tiempo, pues siempre te cuentan una bonita historia como la de Pintamonas.

Carmelo dijo...

Bonita entrada Pachi.
Navrazon

MIGUEL ANGEL dijo...

buenas tardes, me ha gustado mucho la historia de éste pobre hombre que por decirlo de alguna manera personaliza la calle tan angosta, dándole vida y en cierto modo personalizándola, me imagino la vida tan difícil que le tocó vivir,que Dios lo tenga en su gloria.


PACHI MUCHAS GRACIAS POR TU EXCEPCIONAL TRABAJO DANDONOS A CONOCER NUESTRA TIERRA CON SUS MUCHAS PECULIARIDADES.

Te doy las gracias porque me haces sentir NAVARRO Y PAMPLONICA por los cuatro costados.
GRACIAS.

desolvidar dijo...

Gracias a ti, Miguel Ángel, por tu comentario tan sentido