jueves, 27 de junio de 2019

Navarra: la prueba del algodón

Átame esta mosca por el rabo:
¿Cómo puede pedir Sánchez a Ciudadanos que le apoye para evitar ser rehén de nacionalismos y populismos, mientras en Navarra, pudiendo tener un cómodo gobierno constitucionalista y de progreso real con Navarra Suma, el mismo Sánchez apoya a Chivite, que será rehén de Geroa Bai y de Bildu?

Navarra: la prueba del algodón
11M: Enrique Maya, Carmen Alba, Javier Esparza y Ruth Goñi.
Voces de aparente prestigio, tertulianos a granel y numerosos medios de comunicación critican a diario que el partido de Ciudadanos no se sacrifique por España, aunque con ello incumpla su promesa electoral de no pactar con Sánchez. El argumento que estamos escuchando hasta la náusea contra la posición de Ciudadanos -y curiosamente en mucha menor medida contra la posición idéntica del PP y de Vox- es de una simpleza apabullante: hay que facilitar la investidura de Pedro Sánchez para evitar que tenga que ceder ante los separatistas y populistas para lograr de ellos ese gobierno que España necesita poner en marcha. Hay muchas razones por las que este argumento es discutible. Pero ya cualquier debate es estéril e innecesario. Lo que está sucediendo en Navarra acredita sin lugar a duda la impostura de mantener esta discusión en las tertulias políticas. Y ha dado la razón a Ciudadanos. 
Navarra se ha convertido en nuestro síntoma más cercano de la enfermedad que corroe a España. Es, además, el enclave estratégico donde se está dirimiendo la opción fundamental que los partidos mayoritarios enfrentan para decidir cómo quieren vertebrar nuestro país. La enfermedad es el nacionalismo, ese cáncer que arrasó Europa y vuelve a asediarla. La opción política fundamental ante la que tienen los partidos políticos que elegir es si quieren construir su proyecto político bajo el enfrentamiento de bloques izquierda-derecha, o a partir del vector constitucionalismo-nacionalismo. 
Algunos partidos han esgrimido sus propuestas electorales y su posicionamiento principalmente a partir del eje izquierdas versus derechas. Desde el “que viene la derecha más retrógrada”, que han utilizado algunos, hasta el “España necesita acabar con la hegemonía cultural de las izquierdas”, de otros. Junto a estos posicionamientos, ha habido otros partidos que preferentemente se han valido del otro vector: constitucionalismo frente a nacionalismo. Precisamente, la crítica principal a nivel nacional de Ciudadanos frente al PSOE de Sánchez ha sido esta, la de ceder ante el “chantaje nacionalista” y haber abandonado la senda constitucionalista. 
Navarra es la prueba irrefutable de que el PSOE no opera bajo la lógica del eje constitucionalismo-nacionalismo. En nuestra Comunidad foral, el PSN está fraguando su acción política oponiendo un supuesto bloque de izquierdas frente a otro de derechas. Como esto no sale a la primera, ha tenido que recurrir falsariamente a la artimaña de disolver la etiqueta de “izquierdas” en otra de “partidos progresistas” para darle cabida al PNV de Geroa Bai… La necesidad aritmética que anima semejante engañifa es insoslayable. Esta mascarada, tan repetida como irresponsable, no deja de ser una anécdota que no debe distraernos de lo relevante: el PSN-PSOE actúa claramente bajo la lógica de los bloques de izquierdas y derechas para lograr su objetivo primordial de obtener el poder regional. “Nosotros lo que queremos es el Gobierno”, Alzórriz dixit, desnudando su alma. Y nada más importa. Por eso todo está permitido para obtenerlo, desde rebautizar al PNV como un partido progresista y de izquierdas, hasta blanquear el acercamiento progresivo a EH Bildu, el partido heredero de la Batasuna y sus mil denominaciones, el partido que continúa haciendo homenajes a los que asesinaron en nombre de ETA, también a muchos socialistas. 
Garaicoechea escuchándo al oráculo
Desgraciadamente, Bildu es una opción preferible para el PSN a un entendimiento con los partidos constitucionalistas. Da igual que los programas electorales de los socialistas y de Navarra Suma sean perfectamente compatibles en todas las cuestiones fundamentales, mientras que hay contradicciones manifiestas entre el programa del PSN y el del resto de la entente cuatripartita. Esto es lo de menos, al parecer. Entre la izquierda -aunque sea del peor nacionalismo totalitario- y el constitucionalismo, el PSOE ya ha elegido con claridad a sus compañeros de viaje. 
Los resultados de las elecciones forales se explican desde la lógica constitucionalismo-nacionalismo. Desde esa misma lógica, se ha pedido a Ciudadanos que facilite un gobierno del PSOE de Sánchez. Pero ahora vemos que había razones muy fundadas para dudar de que el socialismo quisiera optar por el constitucionalismo. Navarra es la prueba del algodón: el PSN-PSOE no ha querido apoyar ni formar parte de un eje constitucionalista. Simplemente no le ha dado la gana, porque esa opción estaba a la mano y era muy sencilla. Voluntariamente, y probablemente contra el sentir de parte importante de su electorado, ha preferido un camino distinto. 
Navarra ha desmontado la coartada del socialismo, antaño un partido constitucionalista antes que “de izquierdas”. Navarra era la clave porque aquí se vería con nitidez lo que de verdad quiere el PSOE. Finalmente, Navarra se ha convertido en el espejo en el que muchos ya no se atreven a mirarse. Porque, si un inesperado golpe de timón no lo impide, la imagen que quedará finalmente reflejada es monstruosa. 
Alejandro N. García Martínez 
Profesor universitario de Sociología y 
secretario de Programas de Ciudadanos Navarra

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