"Toros en el Mochuelo" Prudencio Pueyo h.1890. Vista actual desde el puente sobre el Sadar |
Pamplona, hasta finales del siglo XIX, no dispuso de corrales propios en donde encerrar los toros que desde el siglo XIV se corrían todos los años en las onomásticas de Santiago, San Abdón y Senén, Sanfermines —salvo en circunstancias extraordinarias, como sucedía en caso de contiendas bélicas o lutos reales— y en celebraciones solemnes locales y nacionales.
De la dehesa al soto
Ultimos "Caniquiris" lidiados en Pamplona en el año 1908. Entonces la ganadería pertenecía al Conde de Espoz y Mina que el mismo año pasó a manos de Bernabé Cobaleda de Salamanca |
Del soto a la Plaza del Castillo. Recorrido
Toros navarros en el corralón del Sario a
principios de siglo (Foto Fidel Veramendi)
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1844: a la Plaza Vieja
1914. Seis ejemplares de la ganadería navarra de
Alaiza en el corralón del Sario (Foto Roldán)
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Sotos al sur del paralelo de Pamplona
Julio de 1920. Toros navarros de Cándido Díaz en
el Sario. Con pintas de vacas lecheras tomaron
25 varas, derribaron 15 veces y mataron 8 caballos
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1877 primera ganadería forastera
Toros de Espoz y Mina, antes Carriquiri, en el Sario |
Desde 1877, las ganaderías en el Sario
En la imagen del SITNA 1929 (abajo)
se ve claramente la Venta del Mochuelo
(2) y detalles de la foto de 1895 (arriba)
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En 1879 se continúa utilizando el «soto de la venta del Mochuelo» (venta que dio título al barrio que se formó varios lustros después, y que estaba situada, exactamente, a la derecha de la carretera de Tudela [error, estaba bajando de Pamplona a la izquierda (pincha y siguientes)], en el punto en que la del Sadar, hoy también llamada de la Universidad, desemboca en la avenida de Zaragoza a escasos metros del puente del río Sadar o «río Al Revés»). Aquel año fueron muchos los aficionados que acudieron a contemplar los astados.
Después de las Vísperas, en 1880 y años sucesivos, aumenta el número de curiosos que acompañan a la «gente del toro» hasta el Sario. En 1893, el Ayuntamiento construyó en el centro del soto un corralón de piedra dividido por dos muros en cuatro corrales. En el soto pastaban las reses navarras trasladadas desde la Ribera andando. Las ganaderías castellanas y andaluzas se desencajonaban de las cambretas transportadas hasta la estación del Norte por ferrocarril.
Origen (1899) de los Corrales del Gas
Así era el espectáculo del desencajonamien-
to antes de 1960 (Foto Pío Guerendiáin)
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En el Sario continuaron apacentando sólo los toros navarros hasta 1929 en que se encerraron los Alaiza. Las ganaderías de nuestra tierra que abrevaron en el «río Al Revés» fueron las de Raimundo Díaz de Peralta (a partir de 1879, de Funes), Carriquiris (desde 1884 del Conde de Espoz y Mina), Pedro Galo Elorz de Peralta, Zalduendos de Caparroso y Alaizas, que como ya hemos dicho fueron los últimos. No se lidiaron reses navarras —por lo que faltaron morlacos en el Sadar— los años 1911, 12, 17, 23, 24 v 27.
¡Al Sario!
Así pues, en el comienzo de los años ochenta numeroso público, después de las Vísperas —que entonces, afortunadamente, terminaban antes de las 6 de la tarde— acudía al Sario. Los aficionados, la gente del toro, a contemplar y admirar la estampa y trapío de los astados que, apaciblemente, pastaban junto al regacho —hiperbólicamente denominado por los pamploneses «río al Revés», aunque los de Echavacoiz le dan este título al río Elorz—, indiferentes ante la presencia de los curiosos. Para los taurinos, la visita suponía un buen «aperitivo» para las próximas corridas v un estimulante motivo de discusión sobre la aparente casta y juego que darían en el ruedo. El resto de la concurrencia se llegaba hasta el Sadar bien para matar la tarde, pasear, presumir, castigar, tomar el aire, divertirse o merendar.
Los pamploneses, crearon bien pronto un nuevo festejo sanferminero: «Al Sario», como le denominaba aquella multitud integrada por representantes de todas edades, sexos y clases sociales, que al terminar las Vísperas tomaban el camino hacia el Sadar con alegría y buen humor. Las chicas, en animada y bullanguera cháchara. Los mozos, cantando, bailando y calmando la insaciable sed con frecuentes tragos de vino de la bota, que cada uno llevaba colgando del hombro. Los «carrozas» —como les llamarían hoy a los treintañales—, con el puro al morro, discutiendo amigablemente sobre las ganaderías contratadas para las fiestas, e intercalando piropos a las pimpollos y «monumentos» que se cruzaban en el camino (antaño no se utilizaba el contemporáneo silbido). Las señoras, señoritas y señorones, en lujosos y relucientes landós o en coches de punto conducidos por aurigas elegantemente vestidos, cubiertos con brillantes chisteras orladas con escarapelas de la bandera nacional. Nunca faltaba un grupito de intrépidas amazonas elegantemente vestidas y cabalgando en preciosas jacas, sonriendo gozosas a los requiebros y lindezas de los jóvenes y ....también de los maduros. Tampoco faltaban en aquella romería festiva el grupito de jóvenes distinguidos, montando briosos corceles, destocándose ceremoniosamente para saludar a sus amistades y conocidos. La nota más llamativa la daban algunos polloperas —que enjaezaban sus cabalgaduras con arreos andaluces—, que cabalgaban con chaquetilla corta ceñida, pantalones estrechos protegidos con zahones repujados, calzados con botos, relucientes espuelas de plata y cubiertos con anchos sombreros cordobeses ladeados con coqueta presunción. Hasta picadores con traje campero bajaban al Sario, «haciéndose al jaco» sobre escuálidos jamelgos, que a paso lento y cansino, rumiaban resignadamente su tristeza con el presagio instintivo de su muerte próxima destripados en el ruedo de la plaza vieja.
Salvo los Paúles (1930), así era Pamplona en 1880-1900 |
La estancia de las reses junto al río Sadar equivalía a un hotel de cinco estrellas: buena cama, agua a una pedrada del corral, sol y sombra a voluntad, y buenas y abundantes hierbas preparadas por el Municipio que impedía entrar ganado en el prado desde el mes de abril.
1894: no acercarse al toro
Detalle óleo de P. Pueyo |
¡Fuera del Sario!
Detalle óleo de P. Pueyo |
Hasta 1911 y 1930
Así terminaba el segundo festejo sanferminero, —téngase en cuenta que el primero eran las Vísperas- que duró hasta 1911, por ser éste el primer año en que se dejó de lidiar reses navarras, por lo que, como ya hemos dicho, durante varios años el Sario estuvo sin inquilinos.
Después del año 30, los corrales del Sadar quedaron abandonados. Solamente los mocetes solíamos jugar en ellos trepando a los muros y corriendo sobre ellos. Al final de los años cincuenta fueron derribados para ampliar los viveros municipales.
P. Pueyo: "Toros en el Mochuelo"
P. Pueyo: "Toros en el Mochuelo"
Detalle óleo de P. Pueyo |
Esta interesantísima pintura tuvo que ser hecha antes de 1894 que fue cuando el Ayuntamiento impidió el paso de los curiosos al pastizal. Este lienzo es propiedad de la familia Abrego-Zarranz, la cual lo ha cedido graciosamente para ilustrar este libro.
Cuándo pudo pintarse el cuadro (Desolvidar)
Detalle cartel 1900 de P. Pueyo |
-Prudencio Pueyo Bildarraz nació en Pamplona el 24 de Abril de 1861
-1877 fue el año en que entraron las primeras reses a pastar al Sario. Pueyo tenía 16 años
-En 1893, el Ayuntamiento construyó en el centro del soto un corralón de piedra. Pueyo tenía 32 años
-1894 que fue cuando el Ayuntamiento impidió el paso de los curiosos al pastizal.
En teoría, pudo pintarlo entre 1877 y 1893 (no se ve en el centro del soto un corralón y sí curiosos en el lado del río donde están los toros).
Los expertos lo dirán, pero no parece ser una obra juvenil, sino que está considerada como su mejor obra. Por lo que sospecho que Pueyo lo pintó en los últimos años de la horquilla, entre 1890, 1891 o 1892, cuando tenía alrededor de 30 años. Y mientras no tengamos datos más precisos, lo fecharé así: "hacia 1890"
Y el cartel de fiestas de 1900 (39 años), con el gaitero y tamborilero y los gigantes bailando ante la antigua fachada y torre de San Lorenzo, quita también el hipo:
1 comentario:
Excelente reportaje.Gracias
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