Hubo una época en la que San Fermín no se entendía sin
verbena. En los 60, la fiesta se concentraba en las
galas que organizaban Larraina, el Club
Natación o el Club Tenis. Artistas de la talla de Rocío Jurado, Bertín
Osborne, Azúcar Moreno, Martes y trece, Mecano, Ágata Lys, Los Pecos o
Massiel protagonizaron las noches sanfermineras de
aquellos años, dejando por el camino varias anécdotas que quedaron
en el recuerdo de muchos.
El Club Natación aprovechaba (pincha) el tirón de las fotos del Encierro |
Recordemos que en el 69 faltaban aún unos años para que acabara la Dictadura.
El relato de Pablo Larrañeta, no exento de humor, es estremecedor y constituye todo un documento. Para ser completo, sólo falta -lógicamente- la sanción, que llegó el 21 de julio.
Escandalo
en Larraina
Los Pop-Tops
salieron a actuar semidesnudos, promoviendo insultos, golpes y
apagones de luz
El publico
asaltó el escenario y tuvo que intervenir la Fuerza Publica
Uno de los
cantantes estuvo media hora escondido debajo del escenario, envuelto
en un toldo
"Nuestro
manager nos obliga a actuar así durante todo el verano"
La tempestad de gritos arreció cuando subió a la tarima el cantante
negro, Phill, con su correspondiente bikini, sus tatuajes pacifistas
y pañuelo y boina sanfermineros para arreglar la fiesta. La marea no
se contuvo ni medio segundo más. La sintonía de comienzo de la
actuación no se llegó a concluir. Los micrófonos fueron cayendo
uno a uno. Jerseys y chaquetas tapaban la boca de trompetas y saxos,
los grandes altavoces amplificadores comenzaron a tambalearse. Y se
apagó la luz. Y los Pop-Tops, con caras sombrías, se arrimaron a la
pared, junto a las escaleras.
De los
gritos, a los golpes
Todo el
público se les echó encima, Dos números de la policía armada
tuvieron que luchar a brazo partido con los espectadores más
enardecidos. Arrinconados, de pie sobre las escaleras, los Pop-Tops
oían corear insultos y palabras no publicables. La indignación se
iba haciendo peligrosa. Comenzaban ya los puñetazos, las patadas,
las amenazas. No había fuerza pública para hacer un cordón hasta
los vestuarios, y en el Club Larraina, para ir del escenario a los
camerinos es preciso atravesar por entre miles de personas. Los dos
policías hicieron de guías. La carrera hacia los vestuarios daba la
vuelta a todo el frontón-pista de baile. Delante, los policías. En
medio, los Pop-Tops. Detrás, cientos de jóvenes acalorados,
soltando patadas al aire. La consigna era: ¡a la piscina con ellos!
No se llegó a consumar la "aguadilla". Pero, en la puerta
misma de los vestuarios, Phill fue alcanzado por un joven, rojo de
furor. Hicieron falta dos policías, los dos únicos que había, para
soltarle.
Larraina 1969. Gentileza de Juan Apesteguía: "Marro, con sombrero de bombero. Mi esposa a la derecha y en el centro Pedro Vidaurre Hualde y su esposa Tere Lorenzo." |
¡Qué falta
uno!
Un
cuarto de hora más tarde, sobre las dos y media de la madrugada,
llegaron refuerzos de policía armada y secreta. Junto a la piscina
se estableció una especie de cuartel general al que llegaban las
noticias y del que salían las órdenes. Pero había un problema
mayor que el modo de salida de los cantantes. Arriba, en los
vestuarios del segundo piso, sólo estaban seis de los siete músicos
pop. Faltaba Santi, el trompeta, al que nadie había visto desde que
se apagaron las luces.
Arazuri: "... en honor a la verdad hemos de reconocer que el topónimo es «la Reina», y lo es desde 1560... |
Media hora más
tarde pude ver a Santi sentado debajo del escenario. El empleado
entró.
—¿Pero
dónde se había metido?
—Me
enrollé en este toldo. Cuando usted entró me pisó. Pero preferí
callarme, porque no sabía si
sería algún mozo enfurecido.
El empleado corrió a los vestuarios
Cogió un buzo blanco de los jardineros y lo llevó debajo de la
americana hasta el estrado. Santi, el trompeta. se lo vistió. En
quince segundos estaba él también con sus compañeros
sin haber sido reconocido. Todo el mundo bailaba ya jotas
sanfermineras
en la pista. Detrás, el empleado del club llevaba la trompeta debajo
del brazo.
Nosotros no
tenemos la culpa
Una hora
antes de la actuación, en los vestuarios, los Pop-Tops comenzaron a
desvestirse. Alguien les avisó:
Phill, con
cara de pillo ingenuo, contestó:
—¿Por qué
no? Y además nos pondremos el pañuelo de San Fermín y yo la boina
roja. Es una manera. como otra, de caer simpáticos.
—Cuidado,
que os tirarán a la piscina.
—Hace una
buena noche.
Diez minutos
después del escándalo. había pasado el peligro para los Pop-Tops.
En su vestuario del segundo piso, estaban sentados, algunos todavía
sin vestirse; otros dándose crema desmaquilladora por todo el cuerpo. No se les había pasado el susto. Antes de llamar a la puerta me
encomendé a todos los santos. Temía que los jóvenes músicos se
lanzaran contra mí en represalia. Pero me encontré con siete
jóvenes temblando de miedo. Caras largas, cansancio, alguna mueca de
asco. La habitación olía desagradablemente a pintura.
Hacía un calor de tormenta recién pasada.
Hacía un calor de tormenta recién pasada.
—¿Vais a
actuar esta noche otra vez?
—No, ni
hablar. Ya nos estamos despintando. No queremos saber nada de actuar
—Os podéis
despintar. Creo que será mejor. Pero, ¿vais a actuar vestidos? El
público grita que ha pagado una entrada cara para veros.
—Pues que
grite. Nosotros no actuaremos ya.
Tres del
conjunto estaban ya vestidos. Con casaca azul y pantalones negros,
Phill, con pantalones de terciopelo rojo y amarillo, se despintaba la
espalda.
—Todo esto
ha sido muy triste. Estamos muy arrepentidos de haber salido así a
actuar. Pero nosotros no teníamos la culpa. Y nos la han echado y
nos han tratado a golpes y con palabras muy fuertes. Pero estamos muy
arrepentidos de haberlo hecho.
—¿Habíais
actuado alguna vez con este "atuendo"?
—Llevamos
todo el verano haciéndolo y nunca ha pasado nada. Es más, el éxito
ha sido mayor. Pero esto se acaba aquí. Ya puedes decirlo. Esto se
acaba aquí.
Una orden
de su manager
—Estamos
muy arrepentidos de haberlo hecho. Pero esto se acaba aquí. Se acaba
aqui. Le vamos a decir a Milhaud que ya no nos pintamos nunca. Ya
estamos hartos de pintarnos y despintarnos y exponernos a lo que ha
pasado aquí.
Es Phlll el
cantante negro. el que habla. Está apesadumbrado y sigue limpiándose
la espalda. Me dice que nunca han tenido queja del público de
Pamplona.
—Hemos
actuado ya varias veces aquí y siempre nos hemos llevado éxitos.
Nuestros discos se venden muy bien en esta ciudad. Por eso no nos
quejamos. Sabemos que se aprecia nuestra música.
Abajo, en la
pista, en las terrazas, en los jardines, todo el mundo se pregunta si
la directiva del club Larraina conocía el atuendo con el que los
Pop-Tops iban a actuar. Yo subo la
pregunta hasta el segundo piso.
—Lo sabían
de sobra. Toda la propaganda y los carteles que les hemos mandado nos
muestran vestidos así. Lo sabían de sobra. Claro que lo sabían.
Ha vuelto ya
Santi, el trompeta, y todos están ya más tranquilos. Una de las
paredes de la habitación es toda de cristal y tiene las persianas
echadas, Durante una hora los Pop-Tops han temido que atravesara el
cristal alguna piedra. Pero ya pasó el susto.
Llega un joven
sudoroso.
—Mirad. Yo
he sido el primero que ha saltado al escenario para echaros. Pero os
digo una cosa. Si bajáis bien vestidos y uno de vosotros pide perdón
por el micrófono, os metéis a la gente en el bolsillo. Yo mismo
subiría a daros la mano. Vosotros no conocéis al público de
Pamplona.
Pablo Larrañeta |
—Diles que
beban un poquito menos. Aunque sean fiestas.
En la puerta
de los vestuarios sigue habiendo gente que espera. Ya no gritan.
Simplemente esperan a la salida. La función termina media hora antes
de lo programado. A las cuatro y media de la madrugada. Seis policías
armados invitan a salir a los rezagados y los conducen hasta la puerta.
Fuera, un Jeep gris espera. Hacia las cinco y cuarto, los Pop-Tops
abandonaron el club Larraina, ya riendo, después de su noche triste.
1 comentario:
Una más de los "jatorras" de Pamplona en san Fermín. Como la bronca a Massiel en el Natación o la "encerrona"- esta sí- a Manuel Benitez "el Cordobés" en la plaza de toros de Pamplona, acosado entre un mar de almohadillas al grito de "cortáte el pelo Cordobés". ¡ Qué demostraciones de liberalismo sanferminero!
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