Este grabado del Puente de la Magdalena lo habréis podido ver, incluso, en el portal de alguna casa elegante. Pero hoy tenemos la oportunidad de descargárnoslo con una resolución total, para apreciar con todo detalle los comentarios de Pilar Andueza.
Tiene la particularidad -al menos para mí- de que es la primera representación de una lavandera en el Arga pamplonés.
"PAMPELUNA: RETURNING FROM THE FAIR" ("Regresando de la Feria") Y "A HILL TOWN IN NAVARRE" ("Una ciudad de colina en Navarra"), DOS GRABADOS DE AXEL HERMAN HEIG SOBRE PAMPLONA
Pilar Andueza Unanua
Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro
El grabador Axel Herman Heig
Axel Herman Heig nació en la isla sueca de Gotland, en el Báltico, en 1835. Su habilidad con el lápiz le llevó a estudiar arquitectura naval en el gran astillero que el gobierno sueco tenía en la ciudad de Karlskrona, desde donde pasó a Gran Bretaña para completar su formación. En Glasgow trabajó en el diseño y construcción de barcos, mientras su afición por el dibujo le llevaba a desarrollar temáticas diversas. Las amistades cultivadas en la ciudad escocesa le sirvieron para introducirse en Londres, donde colaboró con diversos arquitectos, muy demandados en aquella pujante Inglaterra victoriana, lo que le permitió adentrarse en el conocimiento de la arquitectura, especialmente medieval, tan en boga por entonces. Entre ellos cabe mencionar a Mr. Burges, miembro de la Royal Academy, un arquitecto y restaurador que le inculcó el gusto por la observación y le recomendó un viaje a Italia. Siguiendo sus consejos recorrió Sicilia, Nápoles, Roma, Florencia, Pisa, Bolonia, Verona y Venecia, ciudades que quedarían plasmadas a lo largo del tiempo en sus dibujos, acuarelas y grabados.
Axel Herman Heig |
Pampeluna: Returning from the fair, de Axel Herman Haig, 1887 |
El puente, de piedra de sillería, con cuatro ojos -los dos centrales de igual tamaño-, tres aliviaderos entre ellos y tajamares triangulares reforzando los pilares, ofrece en su arranque un crucero constituido por un pedestal prismático en el que se incrusta un escudo con los cuarteles de Castilla y León y una columna corintia sobre la que se alza la cruz y una imagen de la Virgen con el Niño. Otra labra heráldica, en la que se distinguen las columnas de Hércules y una corona como timbre, se ubica en el centro del puente.
En este escenario Heig nos muestra una estampa costumbrista. Un carro tirado por dos bueyes avanza por el puente hacia el espectador. Varias personas, hombres y mujeres, viajan en él, seguidos por otros individuos entre las que sobresalen un hombre con sombrero que lleva una vara en su mano y otro montado sobre un burro que toca la guitarra, detalle que, tal y como nos indica el título de la obra, informa de que todos ellos vienen de una feria o de una jornada festiva, dejando el núcleo urbano de Pamplona atrás.
Pero no son los únicos individuos que transitan por el puente. En primer término se sitúan ocho personas agrupadas por parejas en diversas actitudes: dos niños aparecen sentados sobre el petril del puente, dos damas vestidas elegantemente con corpiño, polisón y mantilla hablan entre ellas mientras se abanican. También conversan a su lado una mujer ataviada con indumentaria popular (basquiña, delantal y pañoleta sobre los hombros), que porta cesta y abanico, y un hombre que, apoyado sobre la columna del crucero, da la espalda al espectador. Dos frailes, que por su hábito podrían ser franciscanos o capuchinos, caminan en dirección a la ciudad. La escena se completa con la esquina de una casa que asoma tímidamente cerrando el lado derecho de la composición. En ella destaca el arranque de un arco de medio punto en la planta baja y un balcón con balaustres de madera torneados en el primer piso apoyado sobre ménsulas.
En la parte inferior unos escalones pétreos conducen a la orilla del río donde se halla una mujer lavando acompañada de otra que, de frente a nosotros, parece charlar con un hombre y una mujer, ambos apoyados sobre un muro pétreo.
En este escenario Heig nos muestra una estampa costumbrista. Un carro tirado por dos bueyes avanza por el puente hacia el espectador. Varias personas, hombres y mujeres, viajan en él, seguidos por otros individuos entre las que sobresalen un hombre con sombrero que lleva una vara en su mano y otro montado sobre un burro que toca la guitarra, detalle que, tal y como nos indica el título de la obra, informa de que todos ellos vienen de una feria o de una jornada festiva, dejando el núcleo urbano de Pamplona atrás.
Pero no son los únicos individuos que transitan por el puente. En primer término se sitúan ocho personas agrupadas por parejas en diversas actitudes: dos niños aparecen sentados sobre el petril del puente, dos damas vestidas elegantemente con corpiño, polisón y mantilla hablan entre ellas mientras se abanican. También conversan a su lado una mujer ataviada con indumentaria popular (basquiña, delantal y pañoleta sobre los hombros), que porta cesta y abanico, y un hombre que, apoyado sobre la columna del crucero, da la espalda al espectador. Dos frailes, que por su hábito podrían ser franciscanos o capuchinos, caminan en dirección a la ciudad. La escena se completa con la esquina de una casa que asoma tímidamente cerrando el lado derecho de la composición. En ella destaca el arranque de un arco de medio punto en la planta baja y un balcón con balaustres de madera torneados en el primer piso apoyado sobre ménsulas.
En la parte inferior unos escalones pétreos conducen a la orilla del río donde se halla una mujer lavando acompañada de otra que, de frente a nosotros, parece charlar con un hombre y una mujer, ambos apoyados sobre un muro pétreo.
Un grabado romántico
Aunque fechado en 1887, este aguafuerte fue realizado todavía bajo la estética romántica que invadió Europa durante buena parte del siglo XIX y que convirtió a España en uno de los destinos más deseados por viajeros y artistas extranjeros que reflejaron en sus libros de viajes y en sus dibujos, pinturas y grabados un país pintoresco, desconocido y singular, al margen en gran medida de la civilización europea moderna. Franceses, ingleses y alemanes fundamentalmente plasmaron paisajes, tipos, formas de vida y costumbres, folclore y espectáculos, sin que faltaran monumentos medievales, tanto cristianos como hispano-musulmanes. El proceso de convertir a España en un mito romántico se inició después de la guerra de la Independencia, para alcanzar su punto álgido entre los años treinta y los cincuenta. No obstante, en las décadas finales del siglo XIX todavía algunos extranjeros, aunque en menor número, recorrían el país. Y es aquí donde debemos ubicar a Haig, quien optó en esta estampa costumbrista pamplonesa por plasmar lo castizo, lo amable y lo colorista del país, frente a otra corriente romántica que prefería mostrar una imagen trágica, crítica e incluso desgarradora de lo popular.
A hill town in Navarre
“Un pueblo de montaña en Navarra”. 1888 |
Se trata de una obra totalmente inédita, titulada A hill town in Navarre (“Un pueblo de montaña en Navarra”), fechada en 1888, que ahora hemos podido localizar e identificar con una vista de la cuesta de Santo Domingo de Pamplona con la iglesia del hospital de Nuestra Señora de la Misericordia a la izquierda ocupando buena parte de la composición. Nuestra idea viene dada porque, según indicaba Heig, el gobernador militar se fijó en lo pormenorizado del dibujo y especialmente en la ubicación de una garita de la muralla. Pues bien, en el grabado del puente de la Magdalena no figura este elemento de la arquitectura militar, pero sí aparece, por el contrario, en el segundo grabado, donde se ve, además, el portal que cerraba la muralla en este acceso a la ciudad desde la Rochapea.
Pilar Andueza no debe preocuparse. La acuarela, de la misma época, de Petit de Meurville garantiza que así era la fachada |
Esta segunda obra de Heig resulta también de gran interés, pues permite acercarnos a la desaparecida fachada de la capilla del antiguo hospital fundado por el canónigo don Remiro de Goñi, hoy Museo de Navarra. Así descubrimos que, a pesar de tratarse de una recreación romántica, el edificio pudo tener -antes de que se le implantara la fachada actual en 1934, traída del convento de la Soledad de Puente la Reina- un pórtico entre contrafuertes, abierto por medio de un gran arco ojival y cubierto con una bóveda estrellada. Desconocemos si el artista recurrió a la invención para reflejar esta fachada o si, por el contrario, fue fiel a la realidad (lo fue: ver pie de foto, comparación).
Delante y encima del burro se ve, respectivamente, el asca y la farola "tipo Pamplona" |
BIBLIOGRAFÍA
-ARMSTRONG, E. A., Axel Herman Haig and his work, London, The Fine Art Society, 1905.
-CALVO SERRALLER, F., La imagen romántica de España. Arte y arquitectura del siglo XIX, Madrid, Alianza, 1995.
-Imagen romántica de España, Madrid, Ministerio de Cultura, 1981.
-MORDAUNT CROOK, J. y LENNOX-BOYD, C., Axel Haig and the Victorian vision of the Middle Age, London, George Allen and Unwin, 1984
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