Me ha emocionado el recuerdo para mi tío Benjamín de José Luis, luchador contra el cáncer, y el de mi amigo Alfredo, también alumno suyo en Tudela:
"El padre Mendiburu, de hablar dulce y risueño, era el P. espiritual de los pequeños. Dado a contar historias de sus más que dilatadas vivencias. Siempre conservó un acento peculiar, como si todavía tradujese del mandarín sus intrincados vocablos. Era amable y, en el mejor de los sentidos, bueno."
Contra el cáncer: próxima batalla el 6 de octubre en Tudela José Luis Pérez Lizar
A las 07:45, en la parada de autobús del Hospital Reina Sofía, espera un grupo de personas. Todos tienen el rostro marcado por el cansancio de semanas viajando en el Autobús de la Vida. Josecho es puntual, él es un hombre de una empatía desbordante, es el conductor de este “carro de combate” que lleva a los “soldados” a luchar por la vida. A las 07:55 pasa lista y vamos a nuestros asientos y, si no hay muchos “soldados”, ocupamos el mismo cada día.
El viaje comienza a las 08:00. Destino, el Pabellón J del Hospital de Navarra, donde cada uno tenemos un horario de tratamiento de radioterapia o quimioterapia. Todos somos “soldados” en lucha contra el mismo enemigo, el cáncer, un enemigo con muchas caras. La ida es silenciosa, momento de pensar… “cuantas sesiones me quedan”, “tengo consulta de oncología”... y tantas íntimas preocupaciones.
Alfredo y mi tío, los dos del centro de la foto |
Yo, como todos, pienso mucho. Hace unos días recordé una historia que nos contaba el Padre Mendiburu (jesuita misionero, que me dio clase de Religión en el colegio de Tudela). La historia era sobre otro misionero, jesuita, que cuidaba a los leprosos en Formosa. Los domingos durante la misa comenzaba su homilía diciendo: “Vosotros los leprosos…”, para después continuar con su sermón. Tras varios años, un domingo, al comenzar la homilía, dijo: “Nosotros los leprosos…”, y guardó silencio. Todos entendieron que se había contagiado y que había compartido con ellos su enfermedad de forma sincera y pública.
Este recuerdo me ha hecho comprender que yo lucho contra una enfermedad, que miles y miles de personas han vivido antes que yo. Yo era una de esas miles que, aunque conscientes de que esta enfermedad es global, no comprenden su dimensión. Ahora viajo en un autobús buscando la curación, con mis compañeras y compañeros, con Mari Carmen, Facundo, Celedonio, Antonio, José Luis, mi tocayo. He encontrado en el Autobús de la Vida a una amiga de mi madre que lucha por su vida por segunda vez en veinte años, a compañeros de antiguas luchas sindicales por nuestros derechos... Con otro de mis compañeros de viaje, hace años organizamos Gesto por la Paz de Tudela para hacer frente al terrorismo de ETA. Ahora comparto con todos ellos la lucha contra el cáncer. La vida nos une a las personas en circunstancias diferentes.
Van pasando los días de mi tratamiento, he visto el cansancio acumulado de mis compañeros y el mío propio. He comprendido que no hay otra forma de vencer a esta enfermedad que con la investigación continua, apoyando a la Asociación Española Contra el Cáncer y exigiendo a los gobiernos que apuesten por la medicina preventiva, buscando métodos de detección precoz y tratamientos que acaben con esta lacra. No hay otro camino, y qué mejor que remover conciencias contando la experiencia de quienes estamos luchando en estos momentos.
Navarra es una comunidad donde la sanidad pública está a un nivel privilegiado en la batalla contra el cáncer, con mujeres y hombres en el Pabellón J de Oncología y Radioterapia, cuya humanidad, sonrisa y profesionalidad hacen llevadera nuestra lucha diaria; son gente de un valor incalculable.
El cáncer, durante años era un estigma; cuando un familiar lo tenía, se ocultaba. Lo viví en mi casa, mi padre murió hace 39 años de cáncer, era una época con un índice de supervivencia muy negativo. Sin embargo, mi hermana, otra “soldado”, venció hace dos años al cáncer. Visualizar la enfermedad comenzando por cada uno de nosotros es el paso para convertirla en compromiso social.
Este 6 de octubre será la primera vez que participe en una marcha contra el cáncer, en la IV Marcha contra el Cáncer de Tudela. No podré hacer el recorrido completo, mi tratamiento termina el 3 de octubre, pero no faltaré. Voy conociendo a las personas de la Asociación contra el Cáncer de nuestra ciudad, merecen nuestra presencia, ese día debemos ser una marea verde en Tudela.
La nueva Corporación del Ayuntamiento de Tudela decidió ceder el lanzamiento del chupinazo 2019 a la Asociación contra el Cáncer, fue un acierto de una dimensión todavía sin cuantificar socialmente. El pasado 24 de julio, a las 12 horas, tres miembros de la Asociación lanzaron el chupinazo y gritaron al cielo, “por ellos”. Yo estaba allí -como mi esposa- expectante; mis hijos estaban en la plaza disfrutando, es lo que tiene ser joven. Confieso que el corazón se me encogió más que cualquier año en el chupinazo de mi ciudad, y me acordé de la historia del Padre Mendiburu y de lo importante que es la gramática: vosotros, nosotros, por ellos por todos nosotros, por todos los que viajan cada día para vencer al cáncer...
José Luis Pérez Lizar
Ex dirigente de UGT en Navarra
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