Ardanaz ha sabido captar como pocos las escenas de la vida cotidiana: el juego o trastadas de los niños, de los adultos en el frontón, la tarea del pastor, del campesino, las lavanderas de Sorauren, las crías que pintan en el Jito Alai...
Hace más de un año, encontré en la Feria del Libro antiguo una verdadera joya: el Catálogo de la exposición de fotografías de Nicolás Ardanaz que se hizo en el Museo de Navarra, en el año 2000.
En diferentes entradas, he ido recogiendo, por orden, los diferentes capítulos del catálogo de aquella exposición. Hoy nos toca el septimo: Escenas (1).
He creado un álbum para tener juntas todas las imágenes de Ardanaz en Facebook, según las vayamos publicando. Serán más de 70.
Nicolás Ardanaz (Pamplona, 1910-1982) fue discípulo del pintor Javier Ciga, droguero de profesión y fotógrafo aficionado en las décadas 1930-1970.
Su trabajo se centró en Navarra, abarcando temas como paisaje, costumbres, modos de vida, fiestas (muy particularmente las de San Fermín), tipos, composición de objetos y cartel, siendo autor de los que anunciaron las fiestas patronales de Pamplona de 1965 y 1966.
Escenas (F.J. Zubiaur)
Son muy numerosas, en cualquier período
temporal del archivo que consideremos, las escenas elaboradas por
Ardanaz. No digo yo que no hubiera habido situaciones encontradas
fortuitamente y que el fotógrafo aprovechó, pero por lo común, las
que más llaman la atención fueron preparadas por él mismo. Las hay
de todo tipo, urbanas —muchas— y rurales, en el trabajo y en el
ocio, de niños y de ancianos —dos mundos recurrentes para él—.
Se trata de imágenes en las que asoma
con nitidez la vitalidad del fotógrafo, su sentido del humor a veces
ingenuo, a veces tierno, a veces un poco gamberro. Cuando existen,
los títulos dejan ver, tanto como las imágenes, su capacidad para
llegar al hombre de la calle, al ciudadano que, como él mismo, se
contenta con el valor simpático o entrañable de la anécdota y que
no le pide al arte cualidades esotéricas de ningún tipo.
Si acaso, técnicamente, toda la
trayectoria de Ardanaz está marcada por la búsqueda de unas ciertas
cualidades de la luz, cualidades que siempre consideró sólo al
alcance del especialista que él sabía que era, capaz de apreciarlas
y valorarlas. Sus escenas de género implican una logística, un plan
meticuloso de realización que, como un guión previo, ha de
cumplirse con puntualidad, lo mismo si se trata del retrato de una
campesina —el brillo del atardecer en los ojos—, una conversación
entre ancianos —la luz del sol visitando la estancia a través de
una puerta— o unas niñas encaramándose a una tapia —las sombras
perfilando su atrevimiento infantil—. En el fondo, el tratamiento
tiende siempre a lo paisajístico.
***
Para disfrutar, en todo su esplendor, de éstas y del resto de imágenes, pincha en el en el enlace y vete pasando las fotos. Así podrás conocer sus curiosos títulos y situarlas en el espacio y el tiempo:
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