Además se bautizó como "La Mano de Dios" ¡toma ya! |
El autor, Javier Otazu, dice que es una quimera tratar
de educar a los jóvenes en valores en una sociedad donde, a diferencia de
otras, no está mal vista la trampa
Valores por Javier Otazu Ojer
Todos los seres humanos tenemos unos
valores comunes: salvo casos excepcionales, deseamos un mundo más justo, donde
no haya hambre, guerras o esas desgracias que tan a menudo aparecen en los medios.
Estos valores, ¿nacen o se hacen? En
otras palabras, ¿dependen de nuestros genes o de la sociedad que tenemos a
nuestro alrededor? ¿Por qué existen personas como estos terroristas del IS a
los que no les importa matar a los demás o, más aún, morir en el intento?
Un estudio reciente publicado por la
revista Nature valora cuándo los niños comienzan a adquirir sentido de la
justicia. El análisis estudia dos escenarios.
El primero es el denominado “sentido de
la justicia en desventaja”.
En el mismo, a cada niño se le ofrecen dos opciones
para repartir manzanas con otro compañero. La primera consiste en aceptar una
manzana para él y cuatro para su compañero. La segunda, ninguna manzana para
los dos. Sin duda, es mejor tener una manzana a no tener ninguna, pero en vista
de que esa situación es percibida como injusta prefieren quedarse a cero. Está
demostrado que este sentimiento aparece a partir de los cuatro años y que además
es independiente del tipo de sociedad en el que nos hayamos criado. Por lo
tanto, es innato.
El segundo escenario se denomina “sentido
de la justicia en ventaja”. En el mismo, a cada niño se le vuelven a ofrecer
dos opciones. La primera, cuatro manzanas para él y una para su compañero. La
segunda, ninguna manzana para los dos. Aquí comienzan las sorpresas. Los niños de
las sociedades occidentales (y curiosamente de Uganda) prefieren no quedarse
ninguna manzana ya que el reparto les parece injusto. Los niños de otras
sociedades eligen quedarse sus cuatro manzanas y dar a su compañero la manzana
restante. Además, parece que el sentido de la justicia en ventaja se desarrolla
a partir de los ocho años.
Desde luego, no se trata de juzgar las
razones de los resultados obtenidos. Son los que son. Lo importante es
comprender que unos valores son innatos al ser humano y otros se educan. La cuestión
es distinguirlos.
Así pues, lo más razonable es educar a
los niños en valores que les ayuden a desarrollarse a sí mismos como personas y
que contribuyan, a su vez, al desarrollo de la comunidad en la que viven. Sin
embargo, hay un problema.
¿Cuál es el deporte rey por excelencia? El
fútbol. Tiene lógica: incertidumbre, a veces el débil puede ganar el fuerte,
emoción, grandes movimientos de masas que generan en la victoria una explosión de
júbilo sin igual (basta recordar el mundial de fútbol del 2.010 o algún ascenso
del Osasuna). Tiene valores positivos: trabajo en equipo, sacrificio de unos jugadores
para que destaquen otros, nobleza o deportividad. Pero por desgracia, tiene dos
valores muy negativos: se permite la trampa y la injusticia.
Un jugador que meta un gol con la mano
es un héroe si eso sirve para ganar el partido. Provocar al rival si eso supone
que tenga un arrebato para lograr su expulsión no está mal visto. Hacer teatro después
de recibir una entrada para lograr una tarjeta en el rival o provocar un
penalti a favor también es común. Incluso se pueden ganar torneos de forma
injusta: con un gol fantasma o en claro fuera de juego.
Y eso es lo primero que ven los niños.
Verdaderamente, es desolador. Y lo peor: muy negativo para nuestra sociedad.
Javier Aguirre, antiguo entrenador de Osasuna, no entendía cómo en Japón los
jugadores lanzaban la falta desde donde lo ordenaba el árbitro en lugar de
empujar el balón hacia adelante. Sin duda, cuestión cultural. En unas
sociedades está mal vista la trampa, en otras no. Y luego nos quejamos.
Otros valores son adquiridos por nuestro
entorno más cercano: la familia. Un niño educado en una familia de terroristas
tendrá unos valores claramente delimitados de por vida a no ser que posteriormente
reciba una educación que le haga replantearse incluso su propia identidad. ¿Por
qué? Los valores adquiridos en lo más profundo de nosotros son parte de nuestro
yo. Por esa razón las terapias para recuperar a los niños soldados de Sierra
Leona o de otros países africanos son durísimas.
Por otro lado, un valor es percibido como
tal si no se puede comprar con dinero. Un ejemplo claro: un país tan purista
como Suecia ha sido acusado de retirar el apoyo a la independencia del Sahara
para que Ikea pueda abrir tiendas en Marruecos. Sí, es difícil buscar cosas que
no tengan precio. Poderoso caballero es don dinero.
Cuando vemos personas influyentes o
ricas que han logrado su poder a partir de valores dudosos y además son
admiradas, me viene a la cabeza una duda que me plantearon recientemente: “no sé
cómo educar a mis hijos. Si les doy buenos valores, el mundo se los comerá. En
caso contrario, será más fácil que triunfen. Pero mi conciencia no estará
tranquila”.
Javier Otazu Ojer es profesor de
Economía de la UNED de Tudela
www.asociacionkratos.com
1 comentario:
Don Javier Otazu respecto a su último párrafo de su interesante artículo , no me cabe duda , darle buenos valores , como se ha hecho casi siempre. Y eso del “ mundo se los comerá” ,pues no necesariamente . Creo que es aplicable como valor que forma parte de nuestra cultura , las palabras evangélicas de Ntro .Señor Jesucristo “He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas. San Mateo 10:16,no nos dice que seamos serpientes sino prudentes , que llevará a obrar cuidadosa y sagazmente , puesto que ya se advirtió sobre la astucia de los hijos de las tinieblas haciendo trampas. Si se logra esa educación eso si que será ya un triunfo para los niños y se podrá alcanzar le educación en los valores que Vd. propugna como razonable .
¿ Que hay problemas? Más los habría si no se educara en los valores de la libertad, justicia, la solidaridad, el respeto etc , puesto que peor les iría en un mundo donde vence el más apto , el dominio del fuerte sobre el débil, que de forma repugnante tanto siguieron autores racistas , personajes seguidores de teorías político económicas muy al uso en los años treinta del pasado siglo e incluso alguna que todavía pervive blanqueada.
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