En esta entrada, continuación de Presentación-Concierto Archivo música CatedralPamplona (1ª parte), seguimos recuperando patrimonio musical
navarro.
No puede haber una presentación más adecuada que la Carta de los lectores que ayer escribió en DN Pedro del Guayo. Me produjo escalofríos. Parece que la hizo pensando en entradas como ésta.
No puede haber una presentación más adecuada que la Carta de los lectores que ayer escribió en DN Pedro del Guayo. Me produjo escalofríos. Parece que la hizo pensando en entradas como ésta.
En el silencio de la catedral, en
la música de la capilla del palacio de San Jesucristo, escucho lo que una vez
fue Pamplona. Sonidos de cantos gregorianos que envuelven un rincón de nuestra
ciudad demasiado desconocido para muchos. Un tesoro de piedra que espera. Que
permanece. Que revela a quien lo visita lo que una vez fue. Unos bancos de
madera que invitan a sentarse y escuchar. Escuchar el tiempo pasado. Un pasado
que se hace presente con la luz que entra por su ventana, con el móvil que
vibra en el bolsillo, con la niña que ríe en la otra sala. Paseantes que viajan
por nuestra historia, al son de un folleto y de una guía en inglés. Caminantes que
recurren a los puntos de interés marcados desde una oficina. Atrás dejarán muchos
rincones de nuestra querida ciudad que, por ser injustamente desmerecedores de
su rango, no aparecerán en sus papeles. Papeles que condenan al olvido. Olvido generalizado
para ellos y para nosotros. Pues los nacidos en esta casa apenas conocemos
nuestro hogar. Y es que nos importan más otras cosas. Más valen los colores que
ondean, el idioma en que se escribe y la ropa con que se viste. Atrás quedan
las piedras que nos definen. Atrás quedan los recuerdos que parecemos querer
olvidar. Más de dos mil años recorren nuestras calles, entre sombras y luces,
entre algarabía y silencio. Dos milenios de pies que han pisado el suelo en el que
ahora nos sentimos vivos y los cuales se sintieron igual. Vivimos en un tesoro
de tiempo, de vida y muerte. De historia y moraleja. Como testigos y
representantes del ahora, ¿qué queremos dejar a los que nos seguirán? Pamplona,
nuestra casa, es más que una ciudad de bares y de fiestas. Rezuma historia y
recuerdo. Solo hay que querer rascar y sacarlos a la luz.
Construyamos una ciudad que deje
a un lado las riñas banderizas que tanto daño han hecho. Unas disconformidades
que a día de hoy se podrían resolver con la historia en una mano y con la
historia en la otra. Limpiemos las calles que nos han visto crecer y verán a
nuestros hijos y nietos. Por las que han viajado risas, sueños, miedos y
deseos.
Risas en euskera de la Pamplona de ayer.
Sueños en una mesa de una
taberna romana.
Miedos medievales a Almanzor.
Deseos de afrancesados ocultos en
la noche del absolutismo.
Con cada paso que damos y con cada acto que hacemos enriquecemos
nuestro futuro. Por todos los que ya no están, trabajemos por devolverlos a la vida.
Aún queda mucho por hacer. Hagamos de nuestra ciudad no un espacio de división.
Guardemos la política envuelta en banderas dentro de viejos arcones que nos
cuenten otras historias.
Pedro del Guayo
5. In omnibus, 5 v. Juan A. Múgica (s. XVIII)
Maestro de capilla en la colegiata de Tudela y la catedral de Pamplona.
En 1759 se encontraba en Madrid, donde conoció "lo mucho que se adelanta
así en la hermosura del estilo como en el gusto de cantar y componer".
Entre 1765 y 1773 desempeñó los cargos de maestro de capilla y tenor en
la colegial de Tudela y en 1772, por enfermedad de Escaregui, fue nombrado
provisionalmente maestro de capilla y educador de los infantes de la catedral
pamplonesa. El nombramiento definitivo para este cargo tuvo lugar el año
siguiente, y permaneció en él hasta 1779 en que comunicó al Cabildo que, por su
mala salud, había tomado posesión de una coristía en la parroquia de San
Saturnino de Pamplona.
Con Múgica como maestro, la capilla musical de la catedral de Pamplona
intervino en el solemne traslado de la Virgen del Camino a su nueva capilla en
la parroquia de San Cernin (1776).
In ómnibus responde al estilo de la época, a lo que se hace en Viena en
tiempos de Mozart, o en Versalles, y es perfecta para esta sacristía. A pesar
de no disponer de cuerda, se hace con piano y fagot.
6. Las "Sevillanas" 4v. y solista Hilarión Eslava (s.XIX)
Eslava, siendo Maestro de Capilla de la Catedral de Sevilla, envió a
Pamplona un villancico a la Virgen del Carmen, titulado "Salve, oh Virgen,
del mar clara Estrella", que se interpretaba en tiempos del autor en las
típicas danzas de los "seises" de Sevilla.
Pero ocurrió que, al llegar a Pamplona, fue destinado a la Octava de la
Virgen del Camino, y recibió el nombre de "Sevillanas" (quizás,
simplemente, porque venía de Sevilla), y la letra fue retocada para la
ocasión (seguramente, sustituyendo Carmen por Camino y España por Pamplona)
Aunque en Pamplona se consideraba en aquella época una andaluzada el
baile dentro de las iglesias, la simple interpretación de las
"Sevillanas" de Eslava, sin "seises" ni danza de
ningún tipo, llenaban las naves de San Cernin el jueves de la Octava y el
domingo después de la procesión de la tarde. Quizás la culpa la tuvieran las jaulas de cardelinas y ruiseñores (muy del gusto de los pamploneses) que, colgadas en la cúpula, acompañaban al tiple con sus trinos.
Sobre esta obra de Hilarión Eslava hice, hace un par de años, un intento de combinar la música y la danza. El audio es el mismo del vídeo subido a YouTube por Diletante Matritense y está interpretado por la Coral de Cámara de Pamplona, con Íñigo Casalí como tenor y Óscar Candendo al órgano, bajo la dirección de David Guindano. A ver qué os parece:
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