Un sonriente José Ignacio Ulayar Mundiñano celebra el acceso a la jubilación, no sin escribir antes una carta de despedida y agradecimiento. J.c. cordovilla |
Amigo José Ignacio, enhorabuena por tu jubilación tras 46,5 años cotizados. Espero y deseo que, a partir de ahora, sigas contando con este blog Desolvidar y esta persona para lo que necesites y quieras. Un navrazo.
José Ignacio Ulayar: Medio siglo en una funeraria
Rebasados los 65 años de edad, José Ignacio Ulayar, sucesor en la ‘Funeraria Ulayar’ de Echarri Aranaz, alcanza la jubilación
Natxo Gutiérrez DN 09/01/2025
José Ignacio Ulayar Mundiñano ha acariciado la vida ante la muerte. En los momentos de pérdida de un ser querido, su función como empleado de servicios funerarios con “46,5 años cotizados” de sus 65 de edad, ha estado regida por los principios de “humanidad y empatía”. Los aprendió en el seno familiar con “detalles” que reconoció en el espejo en el que se miraba cada día, su padre, Jesús Ulayar, fundador de ‘Funeraria Ulayar’ en 1947. La emoción le embarga al evocar su figura y escuchar de conocidos que su labor digna y prudente trasluce los valores encontrados en su progenitor, al que ETA segó su vida delante de su vivienda de Echarri Aranaz en 1979. “Por cómo haces tu trabajo se nota que llevas muy adentro a tu padre”, le dijo una religiosa de Iturmendi.
Familia Ulayar |
Contiene sus lágrimas con un sorbo de agua en un repaso a su actividad laboral y a su vida. El 23 de diciembre accedió al descanso de la jubilación y desde ese día estuvo rumiando la forma de hacer llegar a tantas personas su agradecimiento.
Sus palabras escritas en una carta brotan con afecto al dirigirse a su mujer, Blanca Echarri Colomo, originaria de Miranda de Arga, y vinculada aún a la actividad. Todo recorrido, también el laboral, tiene un principio y un fin. El cubierto por José Ignacio Ulayar, padre de tres hijos y con dos nietos, arrancó en una época en que los negocios de familia -también el funerario- comprometían al mayor número de manos en su seno. En cierta ocasión en que iba en tren a Alsasua, antes de dirigirse al instituto, se vio en la tesitura de ayudar a su padre en un deceso. “Eludía todo lo que podía para ir a recoger a un fallecido”, recuerda. Pero hubo un momento en que no le tocó otra que afrontar su propio temor. Fue en Lacunza, en una muerte en circunstancias especiales, donde escuchó de su padre una sentencia inolvidable: “Ya te ha tocado”.
150 SERVICIOS AL AÑO
Pasó de la juventud a la adultez en un suspiro, cuando perdió a su padre el 27/01/1979 de forma trágica y angustiosa en un atentado. Junto a uno de sus hermanos, Jesús, debió realizar el traslado del ataúd con sus restos.
En un cálculo somero, a lo largo de su trayectoria -que desempeñó a partir de 2004 en el Tanatorio de Alsasua-, estima una cifra de “no menos 150” servicios prestados por año. En todos ellos se ha empeñado por “no defraudar la confianza” depositada por familiares y cercanos del difunto en un ejercicio de “dignidad” porque, como bien dice, “al fin y al cabo somos personas”. “No hemos dejado de atender nunca los servicios con humanidad”, precisa. La máxima que ha mantenido hasta su jubilación se nutre de valores y pequeños gestos cultivados en su familia, como dice. “Cuando veníamos a Pamplona porque teníamos una tienda de electrodomésticos en Echarri Aranaz, antes de regresar, me daba una vuelta por autobuses por si estaba algún conocido y necesitaba regresar a casa”. Siempre ha obrado con buena voluntad, también en el adiós de tantas personas.
Carta de despedida de José Ignacio Ulayar Mundiñano: "Nadie se muere de víspera"
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