Preciosa foto la de la dcha: Celayica con el bombo... y la cabeza vendada (pincha) |
Nos cuenta Koldo San Sebastián: Una de
las primeras personas a las que conocí en Pamplona cuando llegué a estudiar en
un lejano 1973, se llamaba Javier Goyena. Adorador de Baco y seguidor de Carlos
Hugo de Borbón Parma, trataba de introducirme en los secretos de la Vieja
Iruña. Cuando el tinto mojao había descargado sobre nosotros toda su fuerza, me
llevó al Muthiko. No las tenía todas conmigo porque, para empezar, se accedía
por el portal de una casa normal. Goyena resoplaba, a pesar de que subimos en
ascensor. Entramos y descubrí lo que era el Muthiko Alaiak: una peña
sanferminera formada por carlistas. Mi nuevo amigo era su presidente.
Javier Goyena: Una “gran” Presidencia
Javier Goyena: Una “gran” Presidencia
La historia del Muthiko difícilmente
se puede comprender sin la figura de Javier Goyena, cuya presidencia, durante
años, ha sido de las más importantes. Siempre dispuesto a dar un paso al
frente, su intervención fue clave para conseguir el “mítico” local de la Plaza
del Castillo y para imprimir a la Sección de Caridad el ritmo que alcanzó
durante los años 60.
Goyena, de pie, y Celayica sobre una silla |
Y, sin embargo, tampoco era
extraño verle llorar, embargado de emoción, en la fiesta del Rey de la Faba,
cuando el “monarca” era izado a los gritos de ¡¡REAL!! ¡¡REAL!! ¡¡REAL!! Tenía
verdadera debilidad por esta tradición medieval de cuya recuperación Javier
había sido uno de sus impulsores. Goyena no solamente estaba convencido de que
la tarea fundamental de la Peña debía ser la recuperación de las tradiciones,
sino que teorizaba sobre ello.
Su ayuda económica fue en
ocasiones providencial, siendo incansable buscando subvenciones, sobre todo
para que el grupo de danzas pudiera viajar fuera de Navarra. Su figura
corpulenta, a veces cubierta de “medallas”, otras, vencida de tanto beber, y su
abultado anecdotario merecerían un libro entero, un homenaje aparte.
Un ejemplo entre el abundante anecdotario: Se ha podido recoger
también una curiosa anécdota acaecida en los Sanfermines de 1953. En la terraza
del Iruña llegaron a juntarse el afamado Baleztena, Javier Goyena, Carlos
Manrique, el matador de toros Antonio Ordóñez, y el escritor Ernest Hemingway.
La conversación entre ellos se fue animando, en unos más que en otros, a causa
del alcohol; y en un momento dado, una pitillera de plata fue el centro de una
acalorada discusión en la
que Javier Goyena , contrariado por lo que le decía el
norteamericano, dio un fuerte golpe con un sifón rompiendo la mesa del velador.
Tal fue el escándalo que acabaron todos detenidos. A falta de dos horas para
empezar la corrida de la tarde, Antonio Ordóñez todavía estaba declarando
en comisaría, siendo como era el protagonista esa tarde en el coso pamplonés.
El incidente no trascendió.
Marichu Olazarán y Celaya |
Agustín Celaya, "Celayica": Una profunda huella
Pocos personajes han dejado una
huella tan profunda como Agustín Celaya. Su imagen, con la blusa a cuadros y su
inseparable bombo, se convertiría en emblema de los Sanfermines para siempre.
Hablar de Agustín y del Muthiko es la misma cosa. Ya estaba vinculado a la
sociedad cuando comenzó a dar sus primeros pasos en los años 30 y su fidelidad
se mantendría durante más de medio siglo, hasta el mismo día de su muerte en
1984.
Hubo un acto suyo que es necesario
destacar entre todos los demás. Cuando “manu militari” el régimen franquista
decidió cerrar el Círculo Carlista en 1945, Celaya, con otros compañeros, se
encargó de sacar de los locales el material que el grupo de danzas necesitaba
para seguir actuando.
Años después, en 1953, una
explosión en la fábrica de Caucho de la Rochapea le causó graves heridas de las
que tardó mucho tiempo en recuperarse. Entonces, los socios, sus compañeros de
peña, supieron comportarse con un espíritu de solidaridad que rebasó, con
mucho, el apoyo moral. Fueron momentos difíciles para la familia Celaya pero
los muthikos supieron estar a su lado.
Tras el accidente y habiéndole
quedado secuelas físicas que le impedían realizar otro tipo de trabajo, Celayica
comenzó a trabajar de cobrador de recibos de entidades pamplonesas a domicilio
(Club Natación, Oberena, su querida peña Muthiko Alaiak de la que era socio),
así como de casas comerciales”.
Lo recuerdo, cuando era yo crío, por las calles de la Vieja Iruña, con su cartera en bandolera llena de recibos.
Lo recuerdo, cuando era yo crío, por las calles de la Vieja Iruña, con su cartera en bandolera llena de recibos.
Celaya también fue un campeón en
el terreno del mus y Io demostró llevándose el trofeo, en pareja con Fermín
Belascoain, tras imponerse a los representantes del Bar Bearin en el Campeonato
lntersociedades que organizaba Capa Negra el año 1969. En junio de 1974, la
Junta le entregó la insignia de oro del Muthiko que Agustín llevaría con
orgullo hasta su muerte.
Cerca ya de los años 80, el cambio de los
cobros mediante domiciliaciones bancarias, le llevó a Celaya a una jubilación
anticipada.
Pocos años después, el 27 de abril
de 1984, falleció a la edad de 67 años.
Nota: La mayor parte de la información ha sido extraída de "Muthiko Alaiak. 75 años de nuestra historia", de Manuel Martorell
Nota: La mayor parte de la información ha sido extraída de "Muthiko Alaiak. 75 años de nuestra historia", de Manuel Martorell
4 comentarios:
Los conocí a los dos, pero sobre todo a "Tavierito", como le llamaban, parodiando que él solía decir "el Mutito" para referirse a su Muthiko del alma. Me ha sorprendido un poco lo de la subida en ascensor, porque las muchas veces que subí con mis amigos de "los julas", en mis años de estudiante, siempre lo hicimos por la escalera, llena de grafittis -uno decía Volem bisbes catalans- y no recuerdo haber visto ascensor alguno, claro que igual era efecto colateral de los muchos "potes" ingeridos.
Muy buena la iniciativa de rescatar del olvido a este par de figuras, en su día populares y que sin duda formaban parte del paisaje de nuestra añorada Pamplona de los años 60.
Juan Martinena
En el 73 ya habíamos terminado la carrera jajaja
Las raíces carlistas de muchos no,muchísimos Pamploneses brotan de cualquier portal de la vieja Pamplona,ahí está casa Baleztena en Sarasate,si estiran el cuello,en el primer piso verán en cuadro al general y su boina roja.
Antes de la transición se hicieron socios unos cuantos chavales de izquierdas, le preguntaron a Goyena a ver que le parecía, respondió que lo único que no quería en el Muthiko eran "azules".
Publicar un comentario