"San Donato mira las estrellas". Autor, Amadeo Urdiáin Navas |
Es, sin duda, el monte navarro que más cambia de aspecto, dependiendo desde dónde lo mires
De niño, desde el Redín, me llamaba la atención un monte que tenía forma de M mayúscula. Un día le pregunté a mi hermano mayor y me dijo que era la Silla de Pilatos. Y yo me imaginaba al romano espatarrao sobre lo que luego supe que eran Peña Leciza y San Donato.
1. Peña Leciza 2. San Donato 3. Churregui 4 San Miguel y Archueta 5. Gaztelu |
Churregui, Gaztelu, San Miguel de Aralar y, sobre el Santuario, el Archueta, la Trinidad de Irurzun (Erga)... son montes muy vistosos desde el Redín y con nombres muy sonoros, que pronto aprendí, y que cierran el arco por el noroeste.
Pero tuve que recorrer el tramo desde Irurzun a Huarte Araquil y subir a San Miguel para conocer las verdaderas dimensiones de la Sierra de San Donato (y Satrústegui) en su inmensa longitud.
Hace un siglo, al marqués de Santa María del Villar, fotógrafo pionero de la promoción turística, también le impresionó el aspecto que ofrece San Donato visto desde las inmediaciones de Arbizu, al oeste de la peña, y nos dejó varios testimonios.
Lo mires por donde lo mires, San Donato siempre parece inaccesible, como en esta imagen de la cara sur.
Pero si alguna fotografía de esta montaña mágica me ha llevado al éxtasis ha sido ésta.
Sí, pensé lo mismo que estás pensando tú.
Se la pasé a mi amiga Olga con esta leyenda:
"San Donato, la proa de un barco atravesando Barranca y Burunda.
Hazle unos versos, si te atreves".
Y vaya que sí se atrevió:
SAN DONATO
Entre Burunda y Barranca
asomas, proa de barco,
para surcar el mar verde
de ese delicioso prado.
Si yo fuera capitán
en tu castillo de mando,
pronto levaría anclas
para seguir navegando.
Navegando junto al cielo,
por el mar de las espigas,
sobre los surcos dorados
de las mieses, ¡maravilla!
Hermosa proa de barco,
varada en su verde mar,
deja que suba a tu puente
para hacerte navegar.
(derechos reservados)
Nota: Si mi hermano Carlos, allá donde se encuentre, pudiera leer estos versos, seguro que se olvidaba de Pilatos y llamaba al monte que tenía forma de M mayúscula "la Silla de Olga".
¡Mil gracias, poeta!
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