jueves, 8 de agosto de 2019

Bildu, interlocutor preferente

Araiz (Bildu) y Chivite (PSN), en los pasillos del Parlamento foral. JOSÉ CARLOS CORDOVILLA
Chivite y el PSN han cruzado una línea que les aleja de los partidos constitucionalistas y optan por la compañía de los grupos nacionalistas -Geroa Bai y Bildu-, cuyo modelo de comunidad y de país dista un mundo de lo que el Partido Socialista ha venido defendiendo hasta ahora. Y ni siquiera lo hacen por principios, lo hacen con el único interés de presidir el Gobierno foral después de veinticuatro años.
Esta tarde, quienes -de palabra y de hechos- estamos con aquello por lo que fue asesinado Paco Casanova, nos vemos en Berriozar.

Bildu, interlocutor preferente                        ANÁLISIS Luis M. Sanz (DN 29 de julio de 2019)
Poco a poco, las argucias dialécticas con las que dirigentes del PSN tratan de salvar sus posiciones más próximas al nacionalismo vasco que al constitucionalismo, son desbaratadas con la contundencia de la realidad. La candidata socialista, María Chivite, sólo puede ser presidenta del Gobierno con los votos -valdría la abstención- de la izquierda radical abertzale; y sólo puede gobernar durante los próximos cuatro años con un socio externo que le garantice mayorías, y ese es Bildu. Todo lo demás es postureo. No hace falta que el PSN tenga ninguna reunión, ningún contacto, ningún diálogo con el partido que sigue homenajeando a los terroristas cuando salen de las cárceles. Porque para sus socios Geroa Bai, Podemos e I-E es el único interlocutor válido, y por tanto, también lo será para el PSN. 
El Gobierno de Chivite no podrá sacar adelante los Presupuestos Generales de Navarra en toda la legislatura si no habla y negocia con Bildu.
La carta enviada por la dirección de Bildu a los militantes abertzales, pidiéndoles abiertamente que posibiliten el Gobierno de Chivite para poder “condicionarlo”, desenmascara la posición de los socialistas navarros de hacer creer que con ellos no va esta película. “Necesitarían nuestros votos en cada una de las cuestiones que quieran sacar adelante a lo largo de la legislatura”, señala la dirección de Bildu a sus militantes. Y añade que así “no se perderían todos los pasos dados en la legislatura del cambio”. Quizás, esta carta tendrían que enviarla también a los militantes socialistas, ya que explica la situación real sin las artimañas formales de sus dirigentes. 
No se trata de una mera cuestión formal de investidura. Se trata de las políticas que este gobierno social-nacionalista va a llevar a cabo durante esta legislatura, sin capacidad real de enmendar los acuerdos y medidas empapadas de sectarismo que ha desarrollado el cuatripartito comandado por Barkos. ¿Van a permitir Geroa Bai y Bildu la derogación del decreto del euskera para que todos los navarros tengan las mismas oportunidades de trabajar en la Administración foral? ¿Van a aceptar Geroa Bai y Bildu una nueva ley de Símbolos? ¿Van a tolerar Geroa Bai y Bildu el desarrollo del PAI como un modelo educativo? ¿Van a admitir Geroa Bai y Bildu que se corte el grifo de las subvenciones a decenas de chiringuitos amigos?
Quiero pensar que esto fue una pesadilla...
El pasado 26 de mayo una mayoría importante de los electores navarros votaron para que las políticas identitarias del cuatripartito desapareciesen. Sin embargo, el Partido Socialista ha decidido excluir a la coalición ganadora de las elecciones, Navarra Suma, gracias a sus nuevos aliados, los que fueron castigados en las urnas. Chivite y el PSN han cruzado una línea que les aleja de los partidos constitucionalistas y optan por la compañía de los grupos nacionalistas -Geroa Bai y Bildu-, cuyo modelo de comunidad y de país dista un mundo de lo que el Partido Socialista ha venido defendiendo hasta ahora. Y ni siquiera lo hacen por principios, lo hacen con el único interés de presidir el Gobierno foral después de veinticuatro años. Se equivoca la dirección del PSN si cree que la consulta a unos cientos de militantes es la prueba de que el socialismo navarro avala esta nueva senda política que emprende con Geroa Bai y Bildu como interlocutor de su gobierno. Los votantes, que son miles, tendrán la oportunidad de decírselo dentro de cuatro años. 

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