Arazuri, con más de 32 años, en el Portal Nuevo (1950). Foto Zubieta |
Cuando un grande (Iriberri) escribe sobre otro grande (Arazuri), el resultado es sencillamente soberbio. ¡Para sí quisiera cualquier ciudad del mundo (sí, del mundo) el lujo que tenemos tan a mano los pamploneses! ¡Gracias, maestros!
(Atención a ciertos comentarios de cierta página de Facebook. Para compensar, este enlace de Instagram en donde recibe el cariño de los chavales)
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Editado por el autor, cuarta edición
1979. Multitud de fotografías
Prólogo de Vicente Galbete.
Buen estado. Idioma: Castellano.
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Por esta obra
no pasa el tiempo porque está amarrada en el tiempo mismo, como la
tarde en los puertos de Neruda. La ciudad evocada por Arazuri se mece
en la nostalgia del pasado, enciende la memoria colectiva. Y entonces
las hojas del libro se hacen hojas de un otoño de antaño, dulce como
el fluir del Arga cuando entra por Lagun Artea.
Sucede igual con
todos los libros del autor, que ya forman una larga serie. Pero
Pamplona antaño no es igual a todos. En ese corazón inmenso de gran
pamplonés que tiene Arazuri, ocupa un rincón muy especial: se trata
de su primera aportación a la historia de la ciudad, menos valiosa,
sin duda, que las siguientes, pero más relevante que ninguna porque
decidió para siempre su compromiso con Pamplona y con los
pamploneses.
Alguna calle (pincha y pasea) llevará, algún día, el nombre de José
Joaquín Arazuri, médico e historiador. La vida de este hombre es un
prodigio de entrega a la vida de su pueblo. A la madre de mis hijas es,
precisamente, la dedicatoria de su primera obra. Con 73 años, hoy
vive jubilado de la Medicina pero doblemente dedicado a sus archivos, después de
cambiar el fichero manual por el ordenador de pantalla.
Por sus manos expertas de
pediatra pasaron miles de pamploneses; por sus archivos meticulosos,
todas las calles, todas las plazas y todos los barrios de Pamplona.
Son las dos vocaciones-pasiones de su existencia, cultivadas al
unísono: con el mismo cariño con el que visitaba a los enfermos, de
día o de noche, recopilaba fotografías y fichas para los libros. Y
nunca le faltó tiempo para la familia:
Arazuri por Rafael Huerta ( el del Monumento al Encierro), el mismo día que recuperó sus gafas |
Arazuri
aplica la filosofía de Séneca sobre el aprovechamiento del tiempo.
Su secreto consiste, sencillamente, en no perderlo. Contra lo que
pudiera parecer, su medicina ambulante impulsó su archivo: todo el
mundo sabía que la mejor forma de pagar los desvelos del médico era
conseguirle viejas fotografías olvidadas en alguna caja de la
abuela. Las postales de antaño despertaron su curiosidad y le
empujaron a los libros. Sólo así sería posible Pamplona, calles y
barrios, una obra monumental que para sí quisiera cualquier ciudad
del mundo. Y Pamplona estrena siglo, o Historia de los Sanfermines,
sobre la que sigue trabajando. Arazuri dice, para justificar su
entrega al pasado, que el patrimonio histórico es el bien más
preciado de una ciudad. Cierto. Tanto como que él representa un bien
irrepetible para la ciudad que le vio nacer y un regalo inmensurable
para su historia.
José Miguel, en la Plaza de Arriasco |
No sé lo qué pensarán ustedes, pero a mí me
entran unas ganas irresistibles de ponerme a aplaudir a este hombre
sin par. Y de gritarle ¡enhorabuena!, desde el gallico de San
Cernin.
José Miguel Iriberri Plaza Consistorial
Arazuri, Gallico Napardi 1987
Cuatro años antes de que Iriberri escribiera esta joya, Arazuri recibió el Gallico de Napardi. Ahora entiendo esa frase final:
Y de gritarle ¡enhorabuena!, desde el gallico de San Cernin
1986, Astráin entrega el Gallico a Alfredo Landa |
Según recogió la prensa antes de comenzar el acto, José Joaquín Arazuri recordaba entre bromas el momento en que agradeció a la entidad que le ha otorgado este premio la concesión del mismo. “Llegué con más de 30 cuartillas y ellos se asustaron pensando que las iba a leer todas, pero sólo estaba escrita la primera y además con letra grande. Ellos decían: “este hombre nos va a matar”.
Tras la ceremonia de entrega, el Presidente de la Sociedad Jesús Mª. Astrain le dijo que siguiera escribiendo muchos años y viviese muchos más. Al banquete asistieron 72 comensales y entre ellos el nuevo alcalde Javier Chourraut, que también recibió la mandarra de NAPARDI.
Y es que... Arazuri disfrutaba tanto con lo que hacía, que hasta le extrañaba que le hicieran homenajes por gozarla:
Y es que... Arazuri disfrutaba tanto con lo que hacía, que hasta le extrañaba que le hicieran homenajes por gozarla:
1 comentario:
Precioso artículo!
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