Hemos vuelto a ir a Cemboráin, a recordar a nuestros padres y hermanos que allí descansan, al pie de Izaga y de la Higa, en ese camposanto "que parece de juguete, que no da miedo ni pena" -como decía Javier Marrodán.
Se oía el griterío de las grullas, volando -en uve- hacia el sur, a sus lugares de invernada. Nos recordaban que la vida sigue, indiferente a nuestras penas y alegrías.
Para nosotros no es indiferente. Ir a Cemboráin no nos es ajeno. Es algo que nos agrada y que, poco a poco, va formando parte de nuestras vidas.
He subido algunas fotos a Facebook.
He subido algunas fotos a Facebook.
Ramón ha oficiado como siempre, con profesionalidad, apoyándose en Nacho que, a este paso, pronto le quitará el puesto
El finde anterior -me tocaba con él- Nacho me dijo que quería ir a Cemboráin para "entonar Estrella de los mares". Forma ya parte del ritual y nos encanta a todos que Nacho vaya también con ilusión.
Alguna vez me he preguntado por esta bellísima canción. Doy por supuesto que su origen es popular. Pero, ¿cuándo empezó a cantarse?
Como ya dije, a mí me llegó muy hondo cuando, en la adolescencia, leí "La vida sale al encuentro". Años antes, nos la enseñó a los hermanos Nieves, la hermana mayor, quien me aseguró que la había aprendido en las colonias, de labios de Carmen Ibarrola, señorita en la Colonias de Fuenterrabía, desde antes o primeros años de la Guerra Civil. Supongo que Doña Carmen la habría aprendido antes de esas fechas.
He encontrado un documento anterior a la guerra, pero no me da tiempo de exponerlo hoy. Es, además, muy bonito, pero requiere unas cuantas horas de trabajo.
Descubrir estas cosas me hace que la cante todavía más a gusto.
Mañana, si todo va normal, lo sacaré. ¡Palabra!
No hay comentarios:
Publicar un comentario