Aquí tenéis la moción (02.06.16) de Iñaki Iriarte en el Parlamento por una "memoria incluyente, plural y basada en la reconciliación, el mutuo respeto y la erradicación del odio" y su artículo (13.06.16) en D.N. en respuesta a las gravísimas acusaciones que cosechó su intervención:
Fernando Sánchez Dragó escribió hace
poco que, a este paso, la Guerra Civil Española igualará en duración a la
guerra de los Cien Años (que duró en realidad 116). Comenzó en 1936 (en 1934,
dirá alguno) y todavía no puede decirse que haya terminado del todo. Esta
apreciación resulta a mi juicio francamente exagerada. Porque, por muy bronco
que llegue a ser el clima político en la España actual, poco tiene que ver con
las horribles matanzas que tuvieron lugar hace ochenta años. Con todo, es muy
cierto que para no pocas personas la herida dista mucho de haberse cerrado.
Prueba de ello fue el debate que tuvo
lugar en el Parlamento de Navarra el pasado día 2 de junio en torno a una
moción presentada por el abajo firmante en favor de la adopción de una política
de la memoria incluyente, plural y basada en la reconciliación, el mutuo
respeto y la erradicación del odio.
Por los motivos que fuera, creo que no se comprendió (no se quiso o no se pudo) su finalidad.
Por los motivos que fuera, creo que no se comprendió (no se quiso o no se pudo) su finalidad.
Se me reprochó que postulaba la
equidistancia entre víctimas y victimarios, entre un gobierno legítimo y los
golpistas, el fascismo y la democracia. Se me acusó de indecencia, de avalar la
sublevación militar, de negacionista…
¿Qué motivó acusaciones tan graves? Pienso que básicamente las tres ideas sobre las que basé mi exposición.
Primero, que “el río se desbordó por ambas márgenes”.
Segundo, que ciertamente era preciso enterrar dignamente a quienes estaban todavía en las cunetas, y recordar a esas 3.500 personas asesinadas en nuestra tierra, pero que también había que acordarse de los navarros (religiosos, prisioneros de guerra, políticos, etc.) asesinados por el bando republicano, incluyendo a las personas (37) muertas durante los bombardeos republicanos sobre Pamplona, Tudela y Lumbier (cuando, como se insiste, Navarra estaba fuera del frente). Me pregunto también si -acaso- no habría asimismo que acordarse (no digo “homenajear”, sino “acordarse”) de los muertos en los diversos frentes. Comprendo que esto puede resultar controvertido e incluso doloroso para los familiares de muchos represaliados, pero habría que tener en cuenta que la mayoría de los combatientes fueron soldados de reemplazo, tanto entre los republicanos, como entre los mal llamados nacionales.
La tercera idea era que el objetivo de la memoria histórica debía ser, además de dignificar a las víctimas, aquel que, de hecho, se menciona en el Preámbulo de la Ley de 2007: “suprimir elementos de división entre los ciudadanos […] con el fin de fomentar la cohesión y solidaridad entre las diversas generaciones de españoles”.
¿Qué motivó acusaciones tan graves? Pienso que básicamente las tres ideas sobre las que basé mi exposición.
Primero, que “el río se desbordó por ambas márgenes”.
Segundo, que ciertamente era preciso enterrar dignamente a quienes estaban todavía en las cunetas, y recordar a esas 3.500 personas asesinadas en nuestra tierra, pero que también había que acordarse de los navarros (religiosos, prisioneros de guerra, políticos, etc.) asesinados por el bando republicano, incluyendo a las personas (37) muertas durante los bombardeos republicanos sobre Pamplona, Tudela y Lumbier (cuando, como se insiste, Navarra estaba fuera del frente). Me pregunto también si -acaso- no habría asimismo que acordarse (no digo “homenajear”, sino “acordarse”) de los muertos en los diversos frentes. Comprendo que esto puede resultar controvertido e incluso doloroso para los familiares de muchos represaliados, pero habría que tener en cuenta que la mayoría de los combatientes fueron soldados de reemplazo, tanto entre los republicanos, como entre los mal llamados nacionales.
La tercera idea era que el objetivo de la memoria histórica debía ser, además de dignificar a las víctimas, aquel que, de hecho, se menciona en el Preámbulo de la Ley de 2007: “suprimir elementos de división entre los ciudadanos […] con el fin de fomentar la cohesión y solidaridad entre las diversas generaciones de españoles”.
Fusilamiento real? franquista, republicano? Martín Martínez Pascual? |
Como puede verse, no hay nada en esta
argumentación que sugiera una posición de equidistancia, ni mucho menos una
negación soterrada de la represión franquista. De hecho, la representante de
Podemos-Ahal dugu repitió las mismas cifras de víctimas (en ambos bandos) que
yo recogí en mi primera intervención. Al afirmar que “el río se desbordó por
ambas márgenes” no trataba de decir, como expliqué, que todos los actores
fueran culpables por igual. Analizar ese tipo de cuestiones no estaba entre los
objetivos de la moción.
Esa frase de las “ambas márgenes” –que
tanto irritó a los portavoces de Izquierda-Ezkerra y de Podemos-Ahal dugu- en realidad
no era mía. Era de Manuel Azaña, presidente de la República Española (insisto, “Española”)
entre mayo de 1936 y febrero de 1939. El mismo que se refirió también a las “matanzas”
y “abusos monstruosos” perpetrados por integrantes del bando republicano. “Nadie”,
escribió, “monopoliza la barbarie”. Si el propio Azaña (y con él muchos otros
republicanos) lo entendieron así, ¿qué puede haber de malo en tenerlo en cuenta
a la hora de conmemorar la guerra ochenta años después? ¿Cómo es posible que,
cuando se trata de la violencia de ETA, se nos diga machaconamente que no nos
olvidemos de “las otras violencias y vulneraciones de los Derechos Humanos” y,
en cambio, cuando se trata de la Guerra Civil se niegue expresamente la
necesidad de recordar a todas las víctimas?
Primer asesinato en Navarra '36: jefe de la Comandancia de la Guardia Civil en Navarra |
Soy consciente de que, durante décadas,
el franquismo se olvidó de las víctimas republicanas y que sólo honró a esos
que pomposamente llamaba “caídos por Dios y por España”. Acaso por eso de que
España es un país pendular, llevamos ya décadas en la situación contraria. En
casi cuarenta años de democracia, y con pocas y honrosas excepciones, las
instituciones se han desentendido del sufrimiento de decenas y decenas de miles
de familias españolas. No me parece justo, ni sano.
Como ven, no traté de sugerir que “todos
fuimos culpables en la misma medida”. Más bien mi intención pasaba por
proclamar que ninguno de los presentes en el Parlamento de Navarra podíamos ser
considerados de ninguna manera responsables de crímenes cometidos mucho,
muchísimo antes de que naciéramos. Quiero creer que gracias a ello ni Navarra
ni España están condenadas a perpetuar esa fatídica división entre blancos y
negros.
Iñaki Iriarte López es profesor de la EHU/UPV y
parlamentario foral por UPN
He aquí un ejemplo de una memoria que no va precisamente en la línea de la moción de Iñaki, de una "memoria incluyente, plural y basada en la reconciliación, el mutuo respeto y la erradicación del odio":
2 comentarios:
Una vez más, un gran artículo de lucidez y sensatez. Quizá adelantado a una parte de la sociedad empeñada en usar el pasado -manipulado según intereses- como arma política.
Enhorabuena Iñaki. No es fácil sembrar cordura en esta tierra.
Pablo
Yo creo, sr anónimo, que esa parte de la sociedad tiene nombres y apellidos idológicos y están a toda costa dispuestos a ganar batallas contrafactuales y hacer pasar a determinado bando por angelicales , así que dudo que de esa forma se cumpla el desideratum de la Ley de memoria histórica fomentar"....la cohesión y solidaridad entre las diversas generaciones de españoles”.
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