miércoles, 15 de octubre de 2025

¿Qué fue del monumento de Juaristi en Ibañeta?



BIBLIOTECA DEL ARCHIVO REAL Y GENERAL DE NAVARRA
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El Monumento a la Canción de Roldán de Ibañeta
Monumento Conmemorativo de la Canción de Rolando. Proyecto de ConsolidaciónEn el Alto de Ibañeta, muy cerca de las ruinas de la antigua ermita, se alzó durante varios años un monumento muy distinto al que contemplamos hoy en día. Estaba dedicado a la Canción de Roldán y había sido levantado en 1934 a instancias de la Diputación Foral de Navarra. Apenas tres años después, un 25 de enero de 1937, un terrible temporal lo destruyó. Cuando se cumplen 80 años de esta destrucción, el Archivo Real y General de Navarra dedica su microexposición de enero al Monumento a la Canción de Roldán de Ibañeta (1934-1937).

El monumento fue promovido por la Diputación Foral y Provincial de Navarra a través del Consejo de Cultura de Navarra, en el marco de la conmemoración del centenario del descubrimiento, en 1834 en la Universidad de Oxford, del manuscrito más antiguo conocido sobre la Canción de Roldán, el gran poema épico medieval sobre la legendaria batalla de Roncesvalles. La Diputación encargó el proyecto al prestigioso artista Victoriano Juaristi Sagarzazu, que para su ejecución contó con la colaboración del escultor villavés José María Íñigo y del campanero Vidal Erice.

Lauda de bronceEl monumento estaba constituido por un gran arco de piedra coronado por la figura de un águila imperial y sostenido en dos podios decorados con sendas estelas discoideas. Bajo el arco se asentaba un altar con una lauda de bronce con un bajorrelieve antropomorfo de Roldán. Colgando de la clave central del arco pendía sobre el altar una campana de bronce (la llamada campana de la paz) que evocaba a aquella otra de la antigua ermita de San Salvador de Ibañeta que en tiempos medievales orientaba en la noche y en los días de niebla a los peregrinos que se dirigían a Santiago por los pasos pirenaicos. Aunque en su momento recibió el nombre de Monumento a la Paz de los Pirineos, su propia concepción como parte de las iniciativas de conmemoración del descubrimiento del manuscrito de Oxford y el protagonismo escultórico del bajorrelieve antropomorfo de Roldán, hizo que fuera denominado también como Monumento a la Canción de Roldán o simplemente Monumento a Roldán.

La conmemoración de 1934
En 1934, con motivo del mencionado centenario del descubrimiento del manuscrito más antiguo de la Canción de Roldán se celebraron varios actos conmemorativos en Navarra. La microexposición se abre precisamente con un ejemplar del programa de aquellas festividades celebradas el 1 de septiembre en Pamplona y el 2 de septiembre en Roncesvalles, Valcarlos y Burguete, en las que participó el Orfeón Pamplonés con la actuación del organista Miguel Echeveste y del violinista José Antonio de Huarte, además de La Pamplonesa.

La inauguración del monumento fue uno de los actos más relevantes de la conmemoración. Al acto de “descubrimiento” del monumento acudió la Diputación de Navarra y representantes de corporaciones universitarias y estatales de España, Francia e Inglaterra. Del eco internacional de aquellos fastos da cuenta la vistosa credencial con la que la Universidad de Oxford envió a su representante en los festejos y que también se exhibe en la muestra. También tuvo una importante repercusión en la prensa francesa coetánea la excavación que se realizó cerca de la antigua ermita, en la que se hallaron 12 cuerpos y varias monedas de los siglos X-XI.

La destrucción del monumento
Gracias a la documentación que custodia el Archivo Real y General de Navarra, ahora se ha podido confirmar que la fecha de destrucción del monumento fue 1937 y no 1936 como hasta ahora se sostenía. Concretamente, el 25 de enero de 1937, algo más de dos años después de su inauguración, una fuerte tormenta que azotó el Pirineo navarro derribó el arco del monumento. Llegada la noticia a conocimiento del delegado provincial de Bellas Artes en Navarra, Onofre Larumbe, solicitó a la Diputación Foral que procediese a la reconstrucción del monumento antes de que su pérdida fuera irreversible. La corporación atendió la petición y encargó a Manuel Ruiz de la Torre, arquitecto provincial, la redacción de un proyecto de reconstrucción que, junto con la solicitud, también se exhibe en esta exposición. De este modo, el monumento fue reconstruido y se erigió de nuevo en 1938. Sin embargo, las inclemencias del tiempo volvieron a derrumbarlo pocos años después, sin que se procediese a una nueva reconstrucción, quedando hoy en día visibles en Ibañeta sólo algunos sillares.

Años después, la Diputación Foral de Navarra volvió a impulsar el acondicionamiento del Alto de Ibañeta. Primero con la restauración de la ermita de San Salvador, obra del arquitecto José Yárnoz, que fue inaugurada el 25 de julio de 1965, día de Santiago, y segundo con la construcción de un nuevo monumento a Roldán, que no pudo levantarse hasta 1967 bajo diseño de Cándido Ayestarán, responsable de la Dirección de Arquitectura de la Diputación Foral de Navarra. Este Monumento a Roldán, que ha tenido una mejor vida, es un monolito que recuerda el sitio en el que habría tenido lugar la legendaria Batalla de Roncesvalles (año 778) en la que, según la tradición literaria medieval, habrían encontrado la muerte Roldán y los otros once pares de Francia.
AUGE Y CAÍDA DE UN MONUMENTO
Manuel y Mikel Torres Mateos DN 22/09/2025 
1935 excursión Huarte. Foto Butini
Para muchos países de Europa, la Edad Media fue el período fundacional que dio forma y materia a los Estados, como si la identidad de los mismos dependiera de aquellas gestas que fueron remplazando la historia por la leyenda. Se dice que la referencia inicial fue La Chanson de Roland (Manuscrito de Oxford, ca. 1170), pero la Nota Emilianense (1065/1075) y los normandos que lucharon en la batalla de Hastings (1066) ya citaban a Roldán y los Doce Pares caídos en Roncesvalles. De lo que sí tenemos certeza es del monumento que la Diputación Foral de Navarra erigió en el alto de Ibañeta en 1934 para celebrar el centenario del hallazgo del códice en la Universidad de Oxford, el cantar de la mítica batalla librada en el Pirineo navarro, si bien la decisión no estuvo exenta de polémica en el ámbito local entre los que querían ensalzar la figura de Roldán, martillo de sarracenos, y los que preferían honrar a la milicia autóctona, los vascones.

Carlos Amat y 2 amigos
Al final, se impuso la templanza y la obra se llamó Monumento a la Paz de los Pirineos, al frente de la cual estuvo Victoriano Juaristi, artista polifacético, médico y artífice del proyecto, compuesto por un arco de piedra sostenido por dos podios con estelas discoideas, un águila de forja sobre su clave de la que pendía una campana en recuerdo de la que hubo en la antigua ermita de San Salvador de Ibañeta para guiar a los peregrinos que cruzaban el Pirineo rumbo a Santiago, y una lauda de bronce con el relieve de Roldán ataviado con atuendo de batalla.

A la postre, la obra se inauguró el 2 de septiembre de 1934, pero no pasaron ni tres años cuando una violenta ventisca ajena a razones históricas, épicas o emocionales, acabó por abatir el arco monumental. Era un lunes 25 de enero de 1937, en el acmé de una guerra civil.

Proyecto para restaurar el conjunto tras la caída del
 arco durante un temporal en enero de 1937. AGN
Inasequibles al desaliento, las autoridades procedieron a su restauración antes de que la áspera meteorología arruinara la obra. De modo que, en 1938, cuando la contienda enfilaba la ofensiva de Aragón, el arco volvió a levantarse, aunque la tentativa duró poco. Un vendaval que barría el norte de la península, el mismo que provocó el voraz incendio que asoló Santander, lo volvió a derribar en el invierno de 1941, en plena guerra mundial. Lejos de claudicar, en 1967 se erigió un monolito (ver última foto), esta vez de factura sencilla y robusta cerca del emplazamiento original, diseñado por el arquitecto Cándido Ayestaran, pieza que aún persiste.
Un siglo después de todo aquello, vuelve a resonar el eco de la rehabilitación del antiguo monumento por iniciativa popular.

Campana y lauda de bronce de Roldán que for-
maban parte del monumento. José GALLE
Entretanto, cabría preguntarse dónde fue a parar el bronce de Roldán. Para los nazis, que fueron sus peregrinos más incondicionales, su figura yacente reposa en el Valhalla, a la diestra de Wotan. De hecho, entre el florilegio de teorías que alimenta la leyenda, se dice que fueron las tropas de Hitler las que sustrajeron la lápida tras el colapso del monumento. Tal es así, que el mito rolandiano ha tenido y sigue teniendo un lugar destacado en la cosmogonía germánica. Anotaba Jimeno Jurío que, en los años 90 del pasado siglo, en una encuesta realizada a escolares alemanes de visita a España, se les preguntó qué lugares conocían de nuestro país. Casi todos respondieron: Madrid, Barcelona y Roncesvalles. Baste reconocer que las raras fotografías que ilustran este reportaje se deben al fervor que los nazis profesaban por el mito de la batalla de Roncesvalles, aunque el conocimiento que tenían de la misma no pasara de ser la leyenda de un códice medieval del siglo XI de dudoso rigor histórico.

Ruinas de la ermita de Ibañeta, con el monu-
mento en construcción al fondo.AGN
Puestos a indagar algo más sobre los restos del controvertido monumento, nos decía Joxepe Irigaray, antiguo alcalde de Auritz/Burguete, que en el Pirineo no son pocas las voces que sitúan el bronce del guerrero en alguna vivienda particular de Baigorri; que de las dos estelas discoidales que remataban el arco, una se dio por perdida, mientras que la otra reposa en el Centro Expositivo de Luzaide/Valcarlos; o que, por alguna razón inconfesable, la Campana de la Paz acabó en manos de Falange. Tampoco se sabe el paradero del águila de hierro, el arrano beltza que custodiaba el arco de piedra. Pasado el tiempo, es evidente que el misterio de Roldán aún perdura en el imaginario popular.

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