domingo, 5 de octubre de 2025

Qué buen recuerdo me dejas, Pablo Guerrero

Se  nos ha ido Pablo Guerrero, pero su muerte me ha traído recuerdos entrañables de cuando lo conocí en Madrid, hace más de medio siglo. Me aprendí casi todas sus canciones y todavía hoy las puedo tararear. Gracias por todo y viva la "Nova Canço extremeña".

El curso 72-73 lo pasé en Madrid. Bueno, fui allí en enero del 73, tras las navidades, ya que "la puta mili" y los constantes arrestos (pero de esto ya hablaremos en alguna próxima entrada) me tuvieron entretenido hasta mediados de diciembre del año anterior.
En Madrid, desde finales de los 60, estaba afincado un cantautor extremeño, Pablo Guerrero, quien el año 72 había lanzado en formato de casete, "A cántaros".
Fueron las canciones revelación del cantautor pacense, auténtica referencia de la trova en España, hasta el punto de que en los círculos universitarios del Madrid que yo frecuentaba,  empezó a hablarse -con un poco de guasa- de "la Nova Canço extremeña".
En esta casete reivindicativa de libertades, además de la canción que da nombre al álbum, había preciosidades como "Hoy que te amo", "Para huir de la muerte"...
Ficha de "A cántaros" de la Biblioteca Nacional
Pero me llamó mucho la atención una canción que desentonaba del tono general serio y reivindicativo del resto: "Pepe Rodríguez, el de la barba en flor".
Como dice Pablo Guerrero, Pepe Rodríguez es una mezcla de Cid Campeador y de Tenorio. Yo diría que más de Tenorio, ya que sus conquistas preferidas eran las mujeres, más concretamente las guiris.
Es una especie de romance, o mejor, de cantar de gesta, que cuenta las hazañas de este arquetipo de ligón español, que despierta la envidia de todos, en aquellos años de sequía sentimental y, no te digo nada, sexual:

Pepe Rodríguez, el de la barba en flor
(Pablo Guerrero)
Pepe Rodríguez, el de la barba en flor,
cuando cae la tarde, coge el metro hasta Sol;
sube las escaleras, silbando una canción;
mirada en ristre, llega a la Plaza Mayor.

Pepe Rodríguez, el de la barba en flor,
es celta y árabe, ibero y español,
romántico y torero, guitarrero y cantor,
de mujeres y vinos muy buen catador.

Pepe Rodríguez, el de la barba en flor,
del "American Pie" es gran degustador;
Arco de Cuchilleros baja con tal primor
que extranjeras y "guiris" le demandan amor.

Pepe Rodríguez, el de la barba en flor,
sabe inglés que aprendió de noche en un mesón.
Llega, pues, y sonríe; un vino y ya ligó.
¡Oh mío Pepe, el de la barba en flor!
Les habla de Unamuno, de Goya y de Colón,
de Segovia y Toledo, de playas y de sol,
y de Pablo Guerrero, por aquello del folk.
Bueno, esto último me lo he inventado yo.

Pepe Rodríguez, el de la barba en flor,
lleva a sus "guiris" a un piso coquetón,
y, después de unas copas, lo que allí sucedió
ni lo cuentan las crónicas ni lo contaré yo.

Pepe Rodríguez, el de la barba en flor,
se porta como lo que es, un legítimo español,
y les regala un sombrero cordobés, cómo no!
y unas cuantas postales de Madrid con amor.

¡Oh mío Pepe, el de la barba en flor!
tus amigos te envidian por tu liberación,
vives como en Europa y salvas la tradición,
que los siglos te canten, como te canto yo.

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