Espectacular acrobacia del toro para pillar a su presa. Foto: ALBERTO GALDONA |
En el tercer encierro de Tudela 2018, quedé impresionado por la rapidez con la que el primer toro, colorao, se arrancó contra un corredor de camisa roja -que atléticamente se agarró al vallado y con un hábil balanceo sorteó al astado- y que luego alcanzó por velocidad a un mozo de pantalón corto y oscuro al que corneó.
Cuando el morlaco -que había caído- se levantó, embistió al corredor que venía dirígiendo al resto de la manada. Por su estilo inconfundible, larga zancada y potencia inigualable, enseguida pensé en Aitor Arístregui (el mozo que daba de leer a los miuras). Con pasmosa sencillez, sorteó la embestida y esperó a que se recompusiera la manada para dirigirla hasta la plaza, ya sin ningún contratiempo.
Repasando y poniendo en cámara lenta las imágenes (¡cuándo nos acostumbraremos a grabar en horizontal, para aprovechar todo el espacio del vídeo!), me di cuenta de que Aitor ya venía de B. Jacoste (hoy Almajares) con los toros, antes de entrar en la gran recta -la Avda. Zaragoza- que vemos en el primer vídeo, y coger la curva a la izquierda para entrar en la plaza.
Lo he medido por el SITNA y me da unos 200 metros lo que se ve en el vídeo. Pero, ¿desde dónde venía? Eso ya no lo sé.
La verdad que es una gozada ver correr a Aitor, verle resolver, sin aspavientos, con total naturalidad, ecuaciones imposibles para cualquiera.
Lo he puesto, el primero, en cámara lenta para apreciar mejor los momentos culminantes (oportunamente congelados).
Lo dicho, una gozada. Disfrutad:
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