sábado, 6 de agosto de 2016

El martes, 9 de agosto, homenaje a Paco


Este próximo martes, día 9, y en Berriozar, estamos invitados al 16º Aniversario del asesinato -a manos de ETA- de Francisco Casanova. Fue también un martes, 9 de Agosto, de un año no tan lejano como algunos quisieran: el año 2000. 
Paco pertenecía al grupo de jotas Ecos de Navarra, de Berriozar, del que fue fundador y en el que tocaba la guitarra y hacía, a veces, de solista, como en esta jota, titulada "Una guitarra de plata", y que dice así:
Por la calle abajo pasa una guitarra de plata;
y la prima va diciendo: "esa morena me mata"


Desde 2001 se celebra en Berriozar el Encuentro de Jotas Francisco Casanova en memoria del subteniente asesinado. Además, y desde 2003, la escuela de música de Berriozar lleva el nombre del militar asesinado.
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Aunque, quizás, no fuera esa la intención de Víctor Manuel, este artículo suyo viene que ni hecho de encargo para el homenaje que le haremos este martes, 9 de agosto.
¡Paco, allí estaremos!

No todas las víctimas son iguales
VM Arbeloa
No hablo de la desigual dignidad de las personas, ni quiero comparar la maldad de los crímenes. No se trata de eso. Quiero salir al paso -y así contesto a varios lectores de mi último artículo “Las sinrazones del relato etarra, y las víctimas”- de ese protervo estribillo, tan sostenido, de que “todas las víctimas son iguales”. Con él, revolviendo unas con otras, aunque sean de siglos distintos y de muy diferentes circunstancias, quieren algunos olvidar o, al menos, quitar hierro -y plomo- al horror y terror de ETA, y seguir escribiendo así, sin ese inicuo condicionamiento, un cómodo y apologético relato nacionalista-independentista vasco.
Y es que la violencia y el terror de los crímenes etarras son elementos estructurales de un proyecto político -“político” no es aquí, contra lo que suele decirse, eximente sino agravante-, que niega radicalmente el Estado de derecho autonómico español y busca por todos los medios la separación e independencia del País Vasco. Las víctimas de ETA son víctimas de su proyecto político totalitario, no sólo de unos matones sin alma. Y mientras ese proyecto político sea el eje de la política en Euskadi y en Navarra, sus víctimas no podrán, no deberán dejar ni su duelo público ni su resistencia pública. No deberán tampoco dejarse engatusar con fáciles homenajes oficiales, presencia de autoridades, bicocas económicas o moralizantes, comisiones de “paz”, y hasta banales peticiones de perdón: todo será una trivialidad repugnante sin un serio cambio político, que haga imposible la repetición del horror y terror políticos, nacidos de la misma política nacionalista-independentista vasca.

Y no habrá, por mucha garrulería y afectación que al discurso político se le eche, en lo que a las víctimas atañe, ni verdad, ni memoria, dignidad y justicia verdaderas. 
VÍCTOR MANUEL ARBELOA 

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