Pantano de Itoiz. Imagen de Blanca Millor |
Agua, que se quema el Ebro,
Sartaguda y el Corral;
y las mozas de Lodosa
le dan fuego al romeral
(Valeriano Ordóñez)
El autor, Carlos Medrano Sola, desde su experiencia familiar, recuerda la importancia para Navarra de infraestructuras planificadas como el Canal de Navarra, sin las cuales hubiera sido impensable su desarrollo actual
“¿Cuánto
vale un botellín de agua?”, les pregunto a mis alumnos. Unos dicen un euro,
otros dicen 20 cents. La respuesta -para parecer inteligente- es: “depende”. En
cualquier caso, me quedo con la cita de Antonio Machado, que venía a decir: "todo necio confunde valor y precio". Precio es lo que se ha pagado por la cosa
y el valor es lo que se obtiene de ella. En el caso del agua, un botellín puede
costar un euro en el bar de la esquina ó 20 cents. en la tienda, pero ¿cuánto
vale si estamos perdidos en el desierto y llevamos un día sin beber?
A
principios de 2015 se puso la primera piedra en Falces de la ampliación del Canal
de Navarra. La ramificación prevista permitiría regar más de 15.000 Ha de las
vegas del Arga y el Ega. El gobierno actual está analizando la situación.
Parálisis por el análisis. Nos puede resultar muy caro.
El agua es un bien
básico. Como tal, no se le echa en falta cuando abunda, pero, cuando escasea,
los precios se disparan, y en situaciones límite saca lo peor del ser humano. ¿Parece
exagerado? La política de trasvases del gobierno central se paralizó por la
oposición ciudadana. Ni solidaridad ni leches; el agua era un tesoro regional y
había que defenderlo, no sea que se aprovechen otros. Es mejor que vaya el agua
a perderse al mar a que la aprovechen nuestros vecinos. ¿Y en invierno, cuando
baja mucha más agua? Pues tampoco. Es irracional, pero es lo que hay.
El Ega y el Ebro |
Yo soy de
la Ribera, de Azagra, más concretamente. Mi pueblo se riega del Ebro y del Ega.
Tenemos suerte de que el agua pase por delante del pueblo. Bueno, en realidad,
es al revés, el pueblo está ahí por el agua. La escasez de agua limita el
crecimiento humano. Sin nuestros acuíferos, tampoco habría industria.
Mi
interés por el agua me viene de familia, ya que mi abuelo, y luego mi padre, dedicaron
su vida a la gestión de los regadíos. Mi primer recuerdo es acompañar a mi
padre en las noches de tormenta a “quitar el agua”. Que viene a ser cerrar las compuertas
de la Presa para evitar que una avalancha inundase los campos. La Presa está a
unos kilómetros del pueblo. Nosotros íbamos en coche, pero mi abuelo iba en
bicicleta, tapado con una manta para no mojarse.
Yo he vivido la sequía como un
problema muy grave. De vez en cuando toca un año muy seco. Recuerdo un mes de
agosto ir con mi padre a ver el nivel del agua de la Presa, y volver muy
preocupados. En el pueblo los agricultores nos paraban para preguntar por el
nivel del agua. Yo me sorprendía al ver a mi padre decirles que bajaba poca, pero
suficiente. Un día le pregunté “Papá, ¿por qué les dices eso si hemos visto que
no baja casi nada?” A lo que él me respondió: “si se corre la voz de que apenas
baja agua, la gente se lanzará a regar como locos, y terminarán por secar lo
poco que queda. Hay que calmarles, y que vayan regando con normalidad” Y así
sucedió. Fueron regando hasta que en otoño comenzó a llover. En verano es
necesaria mucha agua para las verduras, la fruta, etc. pero también para la
industria agroalimentaria, que está a plena producción.
Gabrielle Duplantier: Itoiz y el Padre Tomás |
En
la Ribera no llueve como en la zona norte. Si tenemos agua es porque nos llega
de arriba. Yo estuve en Itoiz, cuando empezaron las obras del pantano. Recorrí
las calles abandonadas, llegué a la iglesia y vi el pequeño cementerio. Me dio
pena por las gentes que allí vivieron y dejaron familiares sepultados por
toneladas de agua. Su sacrificio no ha sido en balde. Hoy Pamplona usa el agua
de Itoiz para consumo en verano, y ha permitido crear nuevos regadíos. Gracias
a la previsión de los que nos antecedieron no tenemos cortes de agua en la
capital.
Este
gobierno nuestro ha decidido subir los impuestos para dar dinero a los pobres.
Ésta es una política cortoplacista. La mejor política social es la de favorecer
el empleo. Se deben crear las condiciones necesarias para que las empresas lo
generen. El agua es una fuente de riqueza que no valoran porque no han vivido su
escasez. Es cuestión de tiempo que llegue un año seco. Malas cosechas y malas campañas
en las fábricas generarán más desempleo. Qué van a hacer entonces, ¿subir más
los impuestos?
Carlos Medrano Sola es economista
www.eximiaconsultores.com
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