El profesor Adolfo González Ginés, ante la pizarra con las firmas de los compañeros de clase, de 7º C, de Alfredo Aguirre, "Godo". |
Que
una persona que haya vivido en Navarra en los últimos cuarenta años hable de
violencia cruzada entre ETA y el estado supone, o una ignorancia supina sobre
la verdad de lo acontecido o una malvada mentira para justificar la realidad
que todos hemos vivido. Que quien realice dicha información sea historiador, a
mi juicio descarta la primera de las opciones. El hecho de que el autor de la
frase sea el alcalde de Pamplona, me produce un dolor infinito.
No
existe violencia cruzada entre un atracador y las fuerzas policiales que lo
detienen. El primero atenta contra las normas, contra la propiedad privada y por
ende, contra la sociedad, mientras que los segundos protegen a esa misma
sociedad y hacen que se sienta más segura.
No
existe violencia cruzada entre el maltratador y los policías que lo detienen.
El primero utiliza su fuerza y su ventaja, física o sicológica para causar un enorme
mal a quien no puede defenderse. Los policías impiden que el maltrato continúe
y protegen a quien, por sí sola, no podría hacerlo.
Igualmente,
no existe violencia cruzada entre los asesinos de ETA y la policía. Unos
mataban, mutilaban, atentaban, para, no lo olvidemos, entre otras cosas imponer
muchas medidas que son las que propone Sortu,y por lo tanto Bildu, mientras que
los segundos detenían a los autores e intentaban evitar nuevos crímenes.
[Aquí os ofrezco cinco minutos de lo que, según Asirón, es la "violencia cruzada". Suceden esos cinco minutos en la Bajada Javier de Pamplona. Cinco minutos que para algunos es toda la vida, toda la eternidad. Por ejemplo, para Juan, el autor de este artículo. Cuando Juan tenía 15 años, ETA acabó con la vida de su compañero de piragüismo Alfredo Aguirre, en 1985. Tras escuchar a Mari Carmen, le invito a Asirón a que tenga en consideración también otra violencia: la "violencia oculta" que hay, ahora mismo, en su ciudad.
[Aquí os ofrezco cinco minutos de lo que, según Asirón, es la "violencia cruzada". Suceden esos cinco minutos en la Bajada Javier de Pamplona. Cinco minutos que para algunos es toda la vida, toda la eternidad. Por ejemplo, para Juan, el autor de este artículo. Cuando Juan tenía 15 años, ETA acabó con la vida de su compañero de piragüismo Alfredo Aguirre, en 1985. Tras escuchar a Mari Carmen, le invito a Asirón a que tenga en consideración también otra violencia: la "violencia oculta" que hay, ahora mismo, en su ciudad.
En
esta ciudad ETA ha matado a niños, funcionarios, ciudadanos a los que ETA -y
solo ETA- tachó de traficantes y les aplicó la pena de muerte, sin tener
luego valor para reivindicar el crimen; comerciantes, directores de mutua, policías
y Guardias civiles; ha secuestrado a empresarios -grandes y pequeños-, y ha
añadido en sus listas de la muerte a muchas personas por el hecho de pertenecer
a un partido político, ser periodista, o vaya usted a saber qué. ETA incluso
planeó matar a policías municipales, esos mismos que le tienen ahora a usted
por máximo responsable; mató a concejales de Pamplona y a padres de concejales
de Pamplona.
Por
último, es curioso que usted decida ahora acudir a los homenajes a las víctimas
que se celebren en Pamplona. Estos homenajes se llevan celebrando muchos años.
Puede preguntar a Pachi, a Maribel, a Asun, a Pilar, Cecilia, a Maite... a
tantos y tantos que han estado ahí, mientras usted ni estaba ni se le esperaba; cuando,
realmente, nada le hubiera impedido estar. Simplemente no acudió. Tal vez
estaría en otro lado o con otras gentes.
Finalmente,
deseo indicarle que no es que ETA no se haya disuelto. Es que ETA existe, sigue
armada, conserva más de un centenar de armas cortas, explosivos, armas largas,
estructura, militancia y organización. No actúa, pero existe, señor Asirón; y
convendrá conmigo en que su mera existencia sí es una violencia directa y
cierta hacia la sociedad.
Juan Frommknecht
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