Maite sabe de qué estamos hablando |
En el aniversario del asesinato de Francisco Casanova en Berriozar, la autora reflexiona sobre los herederos políticos de ETA
En este verano de 2015 los Vecinos de Paz de
Berriozar vuelven a pedir a ETA que entregue las armas, se disuelva y pida
perdón a las víctimas.
Para los que mandan ahora mismo en Navarra, todo esto suena a música de fondo de la consulta de los dentistas, dicho sea sin ánimo de señalar al gremio.
Para los que mandan ahora mismo en Navarra, todo esto suena a música de fondo de la consulta de los dentistas, dicho sea sin ánimo de señalar al gremio.
¿Qué cosa podría ser el respeto a los asesinados y
perseguidos si no se atiende lo más básico? Porque lo más básico se refiere a
ETA y sus herederos políticos. Se refiere a la mínima reparación de tantos años
de acoso a los no nacionalistas en Navarra y la mínima reparación requiere en
primer lugar respeto a los perseguidos y sus familias en las palabras y en los
actos.
¿Qué cosa puede ser el futuro de Navarra si sus
alcaldes y gobernantes no establecen como prioridad la exigencia a ETA junto a
su entorno político de que entregue las armas, se disuelva y pida perdón a las
víctimas?
Realicemos un ejercicio práctico sobre nuestra
exigencia en casos de persecución de seres humanos inocentes en otro lugar del
mundo para conseguir objetivos políticos y la mayoría no mostrará muchas dudas
en que la reparación. La verdad y la exigencia de condena del pasado a los
responsables resulta incuestionable. Pero en Navarra, como en el País Vasco,
los herederos políticos de ETA ensalzan a los asesinos que cumplen condena,
mientras cientos de crímenes siguen sin resolverse.
Lo meridianamente claro en clave ética y política se
complica cuando hablamos de casos reales de nuestros vecinos asesinados porque
hay políticos que contemporizan la ética con una pizca de apoyo a la estrategia
de largo alcance de ETA y su entorno que busca poco a poco borrar la
responsabilidad y obtener una cierta niebla de impunidad.
Señalar todo esto con el dedo no parece cortés, pero
no queda más remedio hacerlo porque si no se atiende lo más básico, exigir a
ETA que entregue las armas, se disuelva y pida perdón a las víctimas y si no se
exige a sus herederos políticos que dejen de jugar a la impunidad y a
neutralizar su responsabilidad sobre el pasado... las buenas palabras, los
moquiteos, las lagrimitas ante el monumento tal o cual, se convierten en una
impostura que se fotografía bien y tranquiliza a gentes de buen corazón que
creen en los espejismos, pero entraña un grave cáncer de corrupción para la
política institucional del futuro.
Estamos acostumbrados a la creatividad del lenguaje
de los políticos que no desean poner en la agenda lo que les incomoda o no les
renta electoralmente, pero la creatividad de los nacionalistas vascos en esta
cuestión roza líneas rojas tan profundas cómo es el verdadero sentido del
respeto a los que fueron perseguidos, expulsados y muertos para imponer una
idea de Navarra y de Euskadi escindidas de España.
Sin verdad, sin reparación, sin exigencia a ETA y su
entorno de disolución y condena, cualquier discurso con un barniz dulzón y
sentimental de los gobernantes y alcaldes, cualquier foto ambivalente no será
sino una falta de respeto a Francisco Casanova, a su familia y amigos, a los Vecinos de Paz, a cada víctima del terrorismo y a la propia esencia de la
defensa de los derechos humanos.
Maite Pagazaurtundúa es eurodiputada por UPA y expresidenta
de La Fundación de Víctimas del Terrorismo
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