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Elizondo Feria Octubre 1952 |
Ameno artículo de Berruezo que necesita alguna actualización y al que le falta un apartado: "El declive de la boina", declive confirmado por la foto final de 1982
LA BOINA: Una prenda universal
Nacida en el País Vasco (?), llegó a castigarse su uso con dos años de presidio. Las guerras carlistas la popularizaron, pero la boina colorada fue primero “liberal”
por JOSE BERRUEZO DN 13.11.1955
Hace un par de semanas el popular actor cinematográfico Bing Crosby se despedía de sus amigos y admiradores en el aeródromo de París agitando una de las más tradicionales prendas españolas: la boina. Pocos tocados se han universalizado tan pronto como éste cuyo nombre vá unido al de una de las más bellas regiones de nuestra patria, y pocos como él impusieron su cómoda dictadura sobre to-das las cabezas: desde las más preclaras testas hasta las más duras molleras. Y es que la boina resulta útil, leve, elegante y barata...
Modernamente los clérigos han comenzado a usarla en sustitución de la anacrónica e incómoda teja;
y cuando ellos lo hacen sus razones tendrán, puesto que ya lo dijo el refrán: “los curas y los gatos, los seres más sensatos”.
Prenda tan sencilla no carece de historia, una historia mitad pastoril y mitad guerrera que para el etnógrafo se pierde en la tan mentada “noche de los tiempos” suscitando curiosas controversias; porque su origen, como el de tantas cosas del País Vasco, es misterioso, enigmático. Hasta su mismo nombre plantea un dificil problema semántico a los doctos filósofos.
EL ENIGMA DE LA BOINA
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Antiguo capelo cardenalicio |
LA BOINA COLORADA
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Carlos de Borbón, pintado por Carmen Gorbe |
PRENDA SUBVERSIVA
Pero pese a que los chapelgorris de Isabel II se tocaban con la prenda tradicional del País Vasco, la boina fué ya en aquel tiempo oficialmente considerada como distintivo o emblema carlista y como tal condenada por las autoridades liberales y "agredida» por el pueblo madrileño. El 18 de julio de 1841, durante los motines progresistas de que fué escenario la Villa y Corte, era maltratada e insultada toda persona, sin distinción de sexo y edad, que llevase boina. Pocos meses antes de que el Convenio de Vergara pusiese fin a la guerra, el jefe supremo del Ejército Liberal, don Baldomero Espartero. hizo publicar, el 27 de noviembre de 1838. desde su Cuartel General de Logroño un Bando condenatorio de la boina en el que se lee: «Convencido de los males que causa el uso de la boina, distintivo particular de los que hacen la guerra contra los legítimos derechos de nuestra augusta Reina Doña Isabel II y la Constitución, y enterado al mismo tiempo de que algunos desafectos a la causa que defendemos hacen alarde de ese distintivo que introducido por manía o moda solo tiende a la confusión y alarma de las que pueden originarse acontecimientos desagradables, con especialidad en los encuentros o persecución del enemigo, he venido en decretar lo siguiente:
Artículo 1.º—Desde la publicación del presente Bando se prohibe el uso de la boina a toda clase de personas y estados así militares como paisanos.
Articulo 2.º—Los contraventores pagarán por primera vez ochenta reales de multa y en caso que no tuviesen con que verificarlo sufrirán dos meses de prisión; duplo por la segunda y dos años de presidio por la tercera.
Artículo 3.º—Quedan responsables de la ejecución del anterior artículo las autoridades a quienes incumbe cumplir las ordenes emanadas de la mía».
Los rigores de la prohibición de Espartero no debieron ser muy duraderos por cuanto a los veinte años justos, en 1858, don Antonio Elósegui instala en Tolosa la primera fábrica de boinas que hubo en España.
AUGE DE LA BOINA
La boina pasó pronto de la zona rural a las ciudades, del País Vasco al resto de España y de aquí al extranjero. De ser prenda confeccionada por los pastores, en la soledad de sus bordas, se convierte en producto de una Industria cada vez más floreciente. Batanada o fieltrada fué perdiendo dimensiones a medida que se «urbanizaba». Elósegui, el «abuelo» de las boinas de hoy, introdujo la novedad del forro de seda y el cerco de badana protectora, aditamentos que algunos quisieron interpretar como un “afeminamiento” de la clásica prenda vasca. Hubo entonces un movimiento de protesta, como también cuando las mujeres empezarpn a usar tal tocado. Y es que el vasco ha tenido siempre gran respeto por su prenda tradicional. Don Serafín Baroja —padre de don Pio—contaba que los aldeanos vascos jamás colocan la boina sobre la cabezota de un espantapájaros: el viejo sombrero de copa o el mugriento borsalino les merecen menos respeto. En la actualidad hay fábricas de boinas en Guipúzcoa y en Alava, en Burgos y en Cataluña.
UNIVERSALIDAD DE LA BOINA
Es imposible adscribir el uso de la boina a una sola clase social, por que si su baratura la «democratiza», su elegancia —es un verdadero arte saberse colocar bien la boina— la hace en cambio aristocrática. Los concejales donostiarras bailaban en las grandes solemnidades el típico y señorial aurresku vestidos de frac y tocados con la boina. Digamos como tope máximo de su elogio, que la boina es ya universal y no diremos ninguna inexactitud, porque hasta el Ejército la hizo prenda de uniforme: hace una veintena de años era reglamentaria en algunas unidades españolas, la han llevado durante la última guerra mundial los tanquistas italianos y alemanes, el mariscal Montgomery la usó durante la campaña y hoy la emplean las tropas paracaidistas de casi todos los países.
Actualmente los turistas que entran en España por el bello pórtico del País Vasco la compran como el más práctico de sus “souvenirs”. Y buena prueba del abolengo de la boina es que en todos los idiomas cultos se la designa con el adjetivo de vasca: así en inglés es «Basque cap», en francés "Béret basque”, en italiano «Berrete dei basqui», en alemán “Baskis che platte Muthze” y hasta en esperanto se la llama «Vaskacape», denominaciones que son el mejor homenaje al origen español de esta prenda distinguida por las cuatro «bes»: Boina, Buena, Bonita, Barata.
1 comentario:
Llegó al norte de España desde Francia 🇫🇷.
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