jueves, 18 de julio de 2024

Perico Alejandría, "El Ruiseñor de la Rochapea"

Perico Alejandría tiene una calle en la Rocha, donde vivió con el matrimonio que lo adoptó. Él mismo se autodenominaba "El Ruiseñor de la Rochapea". La destrozada presa de Santa Engracia, saltando sobre la rotonda de la Plaza Sancho Abarca, apunta hacia ella. Cerca del Puente de las Oblatas, entre C. Río Arga y C. Jaurrieta, atravesando Joaquín Beunza.
Entregado a la Inclusa (cuyo derribo permitió abrir la calle Aldapa), a las semanas fue dado en adopción. Autodidacta, tras una etapa de problemas con el vino y la justicia, Perico rehízo su vida y es entonces cuando comenzó a publicar su periódico semanal llamado "El Pamplonés". Corre por Pamplona una leyenda que asegura que la bola en la que se apoya el Gallico de San Cernin guarda varios ejemplares del periódico de Perico. Yo, mirando la foto, sospecho que es una bola.
No ha habido fuente en Pamplona que no tenga unos versos de Perico Alejandría

Modesto Utray (a través de Arazuri)
De un modo casual, hace varias décadas, llegaron a manos de J.J. Arazuri unas cuartillas inéditas sobre el viejo Pamplona. Aunque no están firmadas, algunos de los datos que contienen le hicieron sospechar que fueron escritas por un pamplonés llamado don Modesto Utray. Dicen así:
Perico Alejandría era el pregonero de la ciudad, poeta callejero y vate popular. Siempre risueño y muy cariñoso, acariciaba a los niños, enseñándoles los juegos de la patusca, las tres en barra, a la primera sin tocada, al chulo con chanflas; y a las niñas les enseñaba canciones para jugar a corros, algunas de las que todavía se cantan.
Era muy apreciado. Por aquella época hacía poco que terminó la guerra francoprusiana y se veían muchas litografías que se habían hecho con tal motivo, representando asuntos propios de la guerra. El tal Alejandría, muy ingenioso, se hizo un trípode sobre el que colocó un cajón al que puso cristales de aumento, y en el interior metía y sacaba las litografías anunciando las vistas a cinquena ("El que nace para cuatrena -5 cts.- nunca llega a ochena -10 cts. de peseta-).
Próxima la llegada de los Sanfermines, se proporcionó un tambor, y durante las fiestas se hacían colas largas de aldeanos y aldeanas en la Plaza del Castillo, para ver las vistas, que no duraban más de tres minutos.
De vez en cuando decía a la clientela: Ahora vais a ver a D. José Javier de Colmenares, Alcalde de Pamplona, y efectivamente, quitaba la tabla posterior del cajón y lo veían al natural, porque pasaba por la Plaza del Castillo el personaje anunciado. Fueron cientos y cientos las cinquenas que sacó, no sólo a los aldeanos, sino también a los ciudadanos que picaban.
C. Pedro Alejandría, desde Joaquín Beunza (360ª)

Perico de Alejandría (“El ruiseñor de la Rochapea”. Pamplona 1817-1875)
Existen muchas fábulas en torno a la figura de este rochapeano, muy conocido por sus conciudadanos por su ingenio, sus ocurrencias y sentido del humor. Entre los estudios más rigurosos que se han hecho sobre su figura, destaca el escrito por Luis del Campo, publicado en Pamplona en 1992. En esta obra encontramos abundantes datos biográficos de este célebre personaje. 
Hijo de padres desconocidos, fue abandonado en el torno de la antigua inclusa de la Cuesta del Palacio. Bautizado con el nombre de Pedro de Alejandría, santo del día (25 de noviembre), pocas semanas después fue dado en adopción a un matrimonio que vivía en la calle Descalzos.
Fue así a vivir con sus nuevos padres, Cristóbal Esain, pastor, natural de Garciriain en Juslapeña, y Micaela Ezcurra de Berrioplano, los dos hijos de estos y un sastre llamado Yaben, de la localidad de Itxaso, en Basaburua Mayor, que vivía con ellos. Más tarde la familia se trasladaría al barrio de la Rochapea.
Es en este entorno familiar donde Perico aprendió la lengua vasca. Autodidacta, gran aficionado a la escritura y a componer coplas y versos, Perico trabajó una buena parte de su vida como pregonero y también como escribiente para el Ayuntamiento y también para particulares en muchas ocasiones.
Tras una etapa de problemas con el vino y la justicia, Perico rehízo su vida y es entonces cuando comenzó a publicar su periódico semanal llamado "El Pamplonés", que él mismo redactaba, imprimía en su local de la calle Mayor 51, vendía y distribuía. Es autor también de varios libros, entre los que destaca "El Pamplonés. Guía de la Ciudad y manual de curiosidades", publicado en 1863, y que firmó de esta manera:
"Este librico / Manual y Guía / Lo hizo Perico / Alejandría"
En él, además de muchos otros aspectos de la vida pamplonesa de la época, nos habla de su realidad lingüística con estas palabras:
"Lenguas y dialectos"
"Los vecinos, habitantes y moradores de Pamplona, usan en sus tratos y contratos cuatro lenguas, tres son del País Navarro, y la cuarta, que es la francesa, sirve de auxiliar en el Comercio y relaciones con el vecino Imperio.
La Ciudad es el centro de las tres zonas de lenguas; y como muestra de las mismas, se ponen a continuación tres canciones sencillas para que los curiosos formen el juicio que les acomode o dicte su ilustración.
La primera es la castellana o nacional, que se emplea en la parte oficial y pueblos de la ribera o tierra baja, fronteriza a las provincias de Zaragoza y Logroño.
La segunda es la euskara o vascongada, lengua antigua de una construcción especial, comparada con las modernas, cuyo uso abraza la región del Pirineo con sus ramificaciones montañosas.
Y la tercera es un dialecto de localidad encerrado en las aldeas inmediatas a la capital, teniendo algún contacto con algunos habitantes de la misma a causa de la interpolación de las dos lenguas citadas; de modo que más bien es una corruptela de ambas con algún rastro de conexión".
Los ejemplos de coplillas que cita son los siguientes:
De la parte baja o Ribera:
"El que quiera saber / de qué color es el frío
no tiene más que meter / las narices en el río".
De la alta o montañesa:
"Jaingoicua ematen badit / neri osasuna / orañik izango det / andregay bet ona".
(Si El de Arriba me da salud, aún podré tener una buena novia)

Dialecto o "lengua mixta" de la Cuenca de Pamplona:
"Juana Mari coge el chico / pero no lagas quilicas 
le pondrá cucurubico / cuando quiera hacer chirricas".
El derribo de la Inclusa (1944) permitió abrir la calle Aldapa 
Tres años antes de morir se casó con la urepeldarra Maria Zurgina, 30 años más joven que él (vamos, lo que pedía en vasco). Con ella iba por los pueblos cantando sus versos, tocando la dulzaina, con la que según algunos "hacía bailar a la gente mecetera (1)", y exhibiendo su "Cosmorama", una atracción de feria en la que los espectadores a través de unos anteojos veían las más increíbles imágenes de todo el mundo, explicadas por el ingenioso Perico: 
"Aquí verán ustedes la gran batalla de Sedán. Fíjense cómo los primeros van delante y los últimos atrás. Y detrás del último ya no va nadie".
(1) Del vasco meza (misa), alrededor de la cual giraba la fiesta. Las mecetas son las fiestas en la Montaña navarra. Gente mecetera, gente fiestera.

1 comentario:

JJM dijo...

Bonita evocación de este popular y pintoresco personaje, desconocido para la práctica totalidad de pamploneses de hoy día