Recreación sobre fotografía de 1890 de la colección Arazuri. J.J.Lorza |
Actualización 28.12.17 Día de los
Inocentes
Leía en la prensa lo que parece ser
una tomadura de pelo:
Memorias USB disponibles de forma
gratuita
Coincidiendo con las fechas navideñas y
bajo el lema “Regala memoria – Memoria oparitu”, el Ayuntamiento de Pamplona ha
elaborado unas memorias USB en las que se incluyen tanto los dos primeros
documentales de ‘Píldoras de vida’ dedicados a Remigia Echarren y Rita Aguinaga
como un spot de presentación del grupo ‘Nombrar Mujeres en Pamplona’. Esos USB
estarán disponibles de forma gratuita en el área de Igualdad y LGTBQI (4ª
planta de la Casa Consistorial), en Ematic (Compañía, 29), en Harrotu (San
Gregorio, 28) y en Zentro (Calle Mayor, 2). Además, se repartirán entre
colectivos y entidades sociales. Está previsto realizar diferentes
presentaciones y actividades a lo largo de 2018, una vez que ‘Píldoras de vida’
vaya sumando piezas audiovisuales.
Regalar en el desierto frasquitos de arena
Regalar en el desierto frasquitos de arena
¿Quién se beneficia?
Porque tomadura de pelo es regalar unas memorias USB que valen su dinero, pero como es dinero público, pues se despilfarra.
Porque tomadura de pelo es regalar unas memorias USB que valen su dinero, pero como es dinero público, pues se despilfarra.
Tomadura de pelo es tener que ir a
buscarlas a esos locales, en vez de ponerlas a disposición de todo el mundo a
través de YouTube, Vimeo...
Tomadura de pelo es tener que esperar a
que Geroa Bai (os suena, ¿no?) tenga la amabilidad -desinteresada (ver -una vez terminado- qué otros vídeos aparecen), por
supuesto- de subirlas a YouTube, con lo cual queda claro que los dos puntos anteriores son un
despilfarro y una pérdida de tiempo.
***
"Asimismo, recuerdo a una visitante (del
Café Suizo) de todos los días, la famosísima Remigia Echarren, quien, de joven,
en plena posesión de su belleza, llegó a ser la artista de circo más cotizada
de Europa. Era la “Reina de la maroma”, la mejor funámbula de todos los
tiempos. Ahora, vieja, arrugada, con una peluca estropajosa, y habiendo
dilapidado una fortuna, se dedica a la venta ambulante de lotería.
Si, conozco esa historia —interrumpo a Mario (empleado del Café Suizo)— y algún día le dedicaré un trabajo especial" (José María Baroga).
Si, conozco esa historia —interrumpo a Mario (empleado del Café Suizo)— y algún día le dedicaré un trabajo especial" (José María Baroga).
Al final, no sé si Baroga hizo algún monográfico para Remigia. Quien sí lo hizo -y con su habitual rigor- fue Fernando Pérez Ollo. Con él concerté en 2011 una cita -a través de Javier L. de Munáin, el del Parnasillo- para rematar algunos flecos sobre el Crimen de Atondo, por el que sufrió garrote vil Toribio Eguía.
Esa cita quedó pendiente para la eternidad.
Remigia Echarren Aranguren, por Fernando Pérez Ollo
("Mujeres que la historia no nombró")
Pamplona, 11 de abril de 1853 ~ Pamplona,
9 de enero de 1921
Funambulista. Su fama, hasta tiempos
recientes, ha pasado de padres a hijos, víctima de las deformaciones que
inflige la tradición oral. “La Remigia ha sido un confuso personaje pamplonés,
más citado que conocido, cuyos grandes trazos aparecen en escritores
costumbristas, amigos de la anécdota y mucho menos de los archivos, salvo raras
excepciones, más raras de lo que se dice y escribe como verdad de la buena.
Doña Remigia, a la que nunca se le ha reconocido tratamiento de señora y
otorgárselo parece cosa de guasa, no ha merecido ningún estudio, ni serio ni
ful, de las plumas dedicadas a las glorias locales. Citas, tópicos y alguna que
otra lección moralizante, todo, material que rueda de unos autores a otros, sí,
pero lo que se dice estudio, no.
Fue la tercera de los cuatro hijos habidos
en el matrimonio formado por Venancio Echarren Jiménez, pamplonés, y Manuela
Aranguren Elizalde, de Esquíroz, vecina de la ciudad desde los diez años. Los
abuelos eran todos de la Cuenca. Los paternos, Francisco y Joaquina, de
Eguíllor y Pamplona; los maternos, José y Gregoria, de Esquíroz y Cizur Menor.
San Juan Bautista o Jesús y María (hoy albergue peregrinos) |
Remigia, tercera hija de la casa, fue en
realidad la segunda, porque la anterior, Joaquina, apenas vivió una semana de
enero de 1851. La mayor se llamó Hermenegilda Gregoria (1848-1928). El cuarto,
Francisco Miguel (1855-1889).
El padre murió fuera de Pamplona y la
madre contrajo nuevas nupcias con Manuel Zabalza Goldaracena, labrador
jornalero diez años más joven que ella, natural de Artica y establecido en
Pamplona en 1860. El matrimonio y los tres hijos de ella vivieron en la calle
Pellejerías, hoy Jarauta, 12, 4º.
Luego se abre un período oscuro, durante
el que Remigia debió de aprender y practicar la técnica de andar por una
maroma. La encontramos en Pamplona en 1882 y, ya como una figura festiva y
popular en 1883, cuando cruzó el Arga, por “Las cadenas”. Ya trabajaba con el
nombre artístico de Mademoiselle Agustini.
En 1882, el 12 de julio, miércoles, actuó
en la plaza de toros, con la compañía de acróbatas y gimnastas “Teresy y
Velázquez”, “llamando particularmente la atención del público los notables
trabajos de la percha fija y los de cuerda tirante en la que la funámbula
señorita Agustini, émula de Blondin, demostró gran arrojo y mucho aplomo. Según
parece, esta notable artista es natural de esta ciudad y su verdadero nombre
Remigia Echarren, así lo dicen los carteles. Sentimos que lo desabrido de la
tarde no llevase mayor concurrencia a la plaza”, decía el “Lau buru” seis días
después. Repitió la actuación cuatro veces, los días 16, 23, 25 y 30. Otro
periódico, “El Eco de Navarra”, anunciaba la función, cuya entrada costaba 2
reales vellón, y calificaba a la atracción como “funámbula sin rival”. El
director de este periódico, Nicanor Espoz Redín (1836-1911), bajo su seudónimo
habitual, “José”, escribía el día 25: “Hay en la compañía un chico que se
retuerce como una tohalla (sic) mojada. Esto es admirable, muy admirable, pero
en la compañía hay otra cosa más admirable todavía. Una mademoiselle que no
solamente no es francesa, sino que es nacida en Pamplona y se llama Echarren.
Y como si esto no fuera bastante, es digna rival de Blondin, el que pasó de píe sobre una cuerda las cataratas del Niágara. La mademoiselle Echarren, que si las crónicas no mienten, hace algunos años vivió en la calle de los Descalzos, es una artista consumada; atraviesa la plaza a una altura prodigiosa y los espectadores le aplauden con verdadero entusiasmo. No bastaba que Navarra produjera músicos notables (aquellos sanfermines vinieron Sarasate, Gayarre, Arrieta, Guelbenzu, amén de otras celebridades), era preciso que diera volatineros sobresalientes. Id a ver esta tarde a Remigia Echarren y os convenceréis de que es verdad cuanto os digo. Vamos, hombre, si no puedo convencerme ni aun viéndolo, que haya pamplonesas que manejen el balancín y sepan hacer equilibrio y bailar en la maroma”. Aquel día cruzó la maroma en medio de fuegos artificiales. Por las liquidaciones de taquilla, sabemos que la asistencia más floja fue la del día 23, espectáculo a beneficio de la funambulista.
Y como si esto no fuera bastante, es digna rival de Blondin, el que pasó de píe sobre una cuerda las cataratas del Niágara. La mademoiselle Echarren, que si las crónicas no mienten, hace algunos años vivió en la calle de los Descalzos, es una artista consumada; atraviesa la plaza a una altura prodigiosa y los espectadores le aplauden con verdadero entusiasmo. No bastaba que Navarra produjera músicos notables (aquellos sanfermines vinieron Sarasate, Gayarre, Arrieta, Guelbenzu, amén de otras celebridades), era preciso que diera volatineros sobresalientes. Id a ver esta tarde a Remigia Echarren y os convenceréis de que es verdad cuanto os digo. Vamos, hombre, si no puedo convencerme ni aun viéndolo, que haya pamplonesas que manejen el balancín y sepan hacer equilibrio y bailar en la maroma”. Aquel día cruzó la maroma en medio de fuegos artificiales. Por las liquidaciones de taquilla, sabemos que la asistencia más floja fue la del día 23, espectáculo a beneficio de la funambulista.
(pincha para leer mejor) |
La funámbula se dispuso a empezar la travesía; el público guardó silencio unos momentos y a los tres minutos Agustini llegaba con toda serenidad al lado opuesto del río sobre el cual se había tendido la maroma a unos diez metros de altura. La equilibrista colocó los pies en unos canastillos y una vez sujeto convenientemente este calzado, cruzó aquélla el río con verdadera serenidad, llegando cuatro minutos después al término de su arriesgado viaje. Descansó breves instantes y enseguida recorrió otra vez la maroma con los ojos vendados y cubierta, de medio cuerpo para arriba, con un saco de tela gruesa. El público aplaudió con entusiasmo a la funámbula, la cual dio fin a su ejercicio cruzando de nuevo el río, pero esta vez ejecutando movimientos peligrosos y adoptando posturas difíciles”. El Ayuntamiento le libró 500 pesetas. Luego ella solicitó el coso para el mes de agosto. Se despidió el 26 de ese mes. La hoja de propaganda decía: “Hasta la vuelta”.
Volvió al año siguiente, 1884, casada. El
15 de enero de 1884, en Alagón, contrajo matrimonio con Venancio Urdiáin Andía,
que la prensa llama joven pamplonés. Era joven. Tenía 19 años. Pamplonés, lo
que puede ser quien viene al mundo en Montevideo y llega a la capital navarra
con dos años de edad. El padre, comerciante, era de Arazuri, y la madre,
tolosarra. Parece que fue un matrimonio peculiar. Ella firmaba Remigia Echarren
de Urdiáin, pero él aparece en 1885, con su madre ya viuda, como vecino soltero
y estudiante, en la calle Mayor.
En 1884 no cruzó el Arga, sino la Plaza
del Castillo, además de los espectáculos en la plaza de toros. La compañía de
Carral permaneció en Pamplona dos meses. El 31 de agosto, a beneficio de la
Agustini, ésta, según “El Eco de Navarra”, “cuando estaba en la maroma, ceñida
de coraza y casco, disparó voladores, resultado una fantástica combinación, en la
que aparecía la funámbula entre una lluvia de fuego”. Ese año debutó Nicolás
Echarren. Baroja recuerda en sus memorias aquellos espectáculos y que “la gente
cantaba, con una música un poco ratonera, una canción en donde se decía: Yo no
quiero a la Remigia, / ni tampoco a Nicolás....”
La compañía, después de Pamplona, visitaba
durante el otoño los pueblos de la Ribera y de Aragón, según testimonia la
prensa de la época.
La carrera de Echarren sufrió un quiebro
fatal cuando el 5 de octubre de 1892 la funámbula, que hacía ejercicios en una
silla a quince metros de altura, cayó al vacío. Conviene recordar que ya había
cumplido 39 años.
Aun así, actuó en Pamplona en agosto de
1904, con la compañía de siempre. La propaganda habla de “la intrépida y
valiente artista pamplonesa Remigia Echarren”.
[hemeroteca DN 07/08/1904 (tiene Remigia 50 años) Esta tarde á las cuatro y media hará su debut en la plaza de toros de esta capital, la compañía acrobática dirigida por D. Manuel Carral, en la que figura la Remigia Echarren. El programa es variado y el precio del tendido económico, pues, solo cuesta la entrada cuarenta céntimos de peseta.]
[hemeroteca DN 07/08/1904 (tiene Remigia 50 años) Esta tarde á las cuatro y media hará su debut en la plaza de toros de esta capital, la compañía acrobática dirigida por D. Manuel Carral, en la que figura la Remigia Echarren. El programa es variado y el precio del tendido económico, pues, solo cuesta la entrada cuarenta céntimos de peseta.]
Luego se retiró a Pamplona, a vivir con su
hermana Hermenegilda, en Jarauta. Los años de fama y aplausos no le
garantizaron una vejez confortable. De exigir carretela descubierta y banda de
música pasó a una vida oscura. En los padrones declara su estado de casada,
pero el consorte no aparece. Murió de miocarditis crónica, en el piso segundo
de la casa número 3 de la Cuesta del Palacio. La partida parroquial de
defunción consigna que su marido era Venancio Urdiáin. Ignacio Baleztena la
recordaba en los años finales como vendedora de lotería, “estrepitosamente
teñida de rubio” y casada con un tal Ciordia, sujeto de vida irregular, aunque
divertida. Hermenegilda falleció siete años más tarde, de bronconeumonía.
Fernando Pérez Ollo, Periodista y Escritor
BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES:
• Archivo parroquial de San Juan Bautista
de Pamplona, Libro de bautizados, nº 15, fol. 75, nº 71 Libro de difuntos, nº 9, fol. 43, nº 4.
• Archivo Municipal de Pamplona.
Estadística. Padrones, años 1865, 1885, 1915, 1920.
• “Lau buru” y “El Eco de Navarra”,
números citados al día.
1 comentario:
Hola Pachi, solamente un apunte respecto a la fotografia de la Remigia recientemente descubierta. El autor no es Arazuri, sino Emilio Pliego (1850/1924)
Gracias
Paco Roda
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