"Perros (¡qué
les habrá hecho el mejor amigo del ser humano!), asquerosos, escoria, iros
(sic) a España"... fueron algunos de los piropos que recibieron Consuelo Ordóñez, Íñigo Pascual, Fernando Altuna (DEP) y Conchi Rodríguez. Nada,
comparado con aquel "¡Devuélvenos la bala!" que le solían gritar a Consuelo Ordóñez. "Zuek, faxistak,
zarete terroristak"...
Y es que los
fanáticos acostumbran a dejar la mente en consigna.
"Es vital que
el ciudadano reaccione y empiece a romper con la cadena del miedo en
Navarra"
Hagámoslo por
Fernando. Se lo merece.
'La víctima 859', por Santiago González
Se llamaba Fernando
Altuna Urcelay y tenía 47 años. Contaba solo diez el 6 de septiembre de
1980 en que ETA asesinó a su padre, el capitán de la Policía Nacional
Basilio Altuna Fernández de Arroyabe en la localidad alavesa de Erentxun. Su
vida no pudo llegar a ser normal desde aquel día; su estabilidad emocional se veía
sometida a fuertes altibajos, hasta que ayer decidió ponerle punto final a todo.
Tenía una pareja estable, Ana, y un hijo de 13 años, Íñigo, a quien él llamaba 'Altuna Txiki', y al que adoraba.
Tenía una pareja estable, Ana, y un hijo de 13 años, Íñigo, a quien él llamaba 'Altuna Txiki', y al que adoraba.
En 2013 hizo
una entrada dolorida, conmovedora y acusatoria en este blog:
A mi me han vencido... Yo sé quiénes son mis enemigos. A quien no reconozco es a mis amigos. Atentamente,Fernando Altuna UrcelayHijo de Basilio Altuna Fernández de Arroyabe, asesinado por ETA pm (los buenos, los que mataban selectivamente, los que nunca fueron juzgados, con los que hubo IMPUNIDAD como la hay ahora, sólo que sin debate y de la que nadie, ni siquiera tú, Santi, quieres hablar).
Tiene razones para
hablar así, y durante bastante tiempo padecí el error de considerar que el final
de ETA pm fue modélico, pero no siempre y no es cierto que no quiera hablar de
ello. Entre mis defectos no está el de empecinarme en los errores contra la evidencia,
ni el de negarme a rectificar. En este que señala Fernando Altuna recuerdo
perfectamente el momento en que me caí del guindo: fue un domingo de julio de
2006.
En el verano de
2006 me llamó Jorge Martínez Reverte. Había recibido el encargo de Maite
Pagaza de hacer un video que se llamó 'Corazones de hielo' y quería que
yo participara en una reunión preparatoria, una especie de 'brain storming'
sobre el asunto. Así quedamos un domingo de julio en el hotel Ercilla de
Bilbao, Maite, Jorge Martínez Reverte, Fernando Benzo, que era el gerente de la
Fundación Víctimas del Terrorismo, un joven a quien yo no conocía, que era
psicólogo de víctimas y que se llamaba Ángel Altuna Urcelay y yo mismo.
El padre de Ángel,
el capitán de la Policía Nacional, Basilio Altuna, fue asesinado en la
localidad alavesa de Erentxun el 6 de septiembre de 1980. Me impresionó mucho
el relato de su hijo por su serenidad, su equilibrio y por la manera de contar
una circunstancia fundamental del asesinato de su padre. "Cuando lo
mataron", dijo, "el Gobierno de UCD había empezado a negociar con
Euskadiko Ezkerra la disolución de los polimilis. El asesinato de mi padre no
fue investigado y sus asesinos siguen impunes." La Aundiencia Nacional
tardó 24 horas en cerrar el caso.
El relato era
turbador para mí, porque yo había considerado en su día que la disolución de
ETA Político-Militar había sido un proceso modélico. Lo era, desde luego, si lo
comparamos con lo que hemos visto después, pero había tenido un coste en
términos de impunidad que hoy las víctimas no soportarían.
Una semana después
cenaba con unos amigos. Yo les conté lo que me había parecido una experiencia
turbadora. Entonces, mi amiga Lola, hija del teniente coronel Carlos Díaz
Arcocha, el primer jefe de la Policía Autonómica Vasca, dijo algo que yo ni
sospechaba: "nosotros no sabemos quienes fueron los asesinos de mi
padre".
Díaz Arcocha fue
asesinado el 7 de marzo de 1985, hace ahora 32 años. Tantos años después, nadie
ha sido condenado por colocar bajo su coche la bomba lapa que acabó con su
vida, nadie ha sido imputado por ello. Es casi imposible de entender que los
mandos posteriores de la Ertzaintza, los Gobiernos vascos que se han sucedido
desde entonces, no se hayan tomado el esclarecimiento del crimen como una cuestión
de honor. Y de confianza para la Policía que mandaba.
Que el asesinato
del jefe de la Policía permanezca impune para siempre es un mal asunto para esa
Policía y para el Gobierno al que sirve. La Ertzaintza nunca podrá quitarse el
estigma de haber dejado impune el asesinato de su jefe. Recordaba en mi columna
el lunes el final de El Halcón Maltés. Al final, el detective
Bogart/Spade detiene a la asesina de su socio. Ante la estupefacción de ella,
que confiaba en la atracción que ejercía sobre él, le explica: "Estamos en
el ramo de los detectives y cuando matan a tu socio es muy mala práctica dejar
que el asesino se escape. Es malo en todos los sentidos. Es malo para todos los
detectives del mundo".
No puedo estar más
de acuerdo. Pero ésta no ha sido nunca prioridad del nacionalismo gobernante.
En la capilla ardiente instada en Arkaute se limitaron a cubrir el féretro con
una ikurriña, desoyendo la petición hecha por la viuda de que estuvieran las
dos banderas, porque su marido era y se sentía español y vasco.
Algo sí influyó en
el PNV. Tras el asesinato de Díaz Arcocha, el nacionalismo vasco reconoce,
mediante una declaración del Gobierno vasco la legitimidad de la acción
policial en la persecución del terrorismo. Carlos Díaz Arcocha hacía el número
470 entre las víctimas de ETA cuando el PNV declaró legítima la lucha policial
contra ETA.
Primera rueda de prensa de miembros de ETA-pm tras su reinserción. Año 1983 |
Fue entonces ¡en
2006! cuando comprendí que aquel proceso estuvo lleno de trampas, de
prevaricaciones judiciales y de periodistas que nos callamos para favorecer
aquel proceso. Conocí un caso clamoroso, cosas que deberíamos haber contado. Uno
de los polimilis que se reinsertaron después contó que, al volver del exilio y
comparecer ante la Audiencia Nacional, el juez le preguntó (las palabras del
juez son aproximadas, pero el sentido de las mismas, no):
-Diga si es cierto que usted, en compañía de otros, secuestró la noche de tal día al director del Banco Herrero en Oviedo , para que les abriera la sucursal, donde se hicieron con cien millones de pesetas.-Sí, es cierto.
Entonces, el juez
se volvió hacia el secretario y dijo: "Aquí, evidentemente, ha querido
decir que no". Aunque el llamado proceso de paz de Zapatero ha sido peor,
porque ni siquiera ha conseguido la disolución de la banda terrorista, hubo
prevaricación y jueces que mancharon las togas con el polvo del camino y
periodistas que callamos como putas, ignorantes de que nuestra contribución a
las buenas causas está en el cumplimiento del deber que nos impone nuestro
oficio: contar la verdad. El resultado es siempre la impunidad y la injusticia,
esa doble victimización de las personas asesinadas por el terrorismo y relegadas después al olvido: Ángela
Urcelay y sus hijos no sabrán nunca quién mató a Basilio Altuna, al igual que
los familiares de otras 325 víctimas mortales de ETA, el 38% del total.
Fernando creció y
se hizo un hombre con la ausencia dolorosa de su padre. Militó en COVITE, en
cuyos actos lo encontré varias veces, siempre con su actitud afable y
bondadosa. Siempre acudía a actos relacionados con las víctimas del terrorismo.
En noviembre de 2015 acudió a la Embajada de Francia en Madrid a expresar sus
condolencias por los atentados islamistas en París. En la cola coincidió con el
exjefe del Estado Mayor de la Defensa, Julio Rodríguez, el general de
Podemos. Iba acompañado por su jefe político, el niño de la beca, Íñigo
Errejón.
Fernando
Altuna se acercó hasta el exjemad: "Mi general, mi general... Me
presento. Soy Fernando Altuna, hijo de Basilio Altuna. A mi padre lo mató
ETA político militar en 1980. ¿Por qué estos asesinados sí valen y
los de Navarra no?".
El exjemad ignoró
su mano tendida y la pregunta. El niño de la beca reclamó 'respeto' al
interpelante, pero éste, con mucho respeto, preguntó: "¿Por qué
apoyan las listas de los que no condenan el terrorismo en Navarra y
están ahora aquí solidarizándose con las víctimas de París?".
Fernando Altuna denuncia |
Con Fernando ha desaparecido un hombre bueno, cuyo sentido de la justicia
y la verdad estaban tan arraigados que no pudo soportar su carencia y la
impunidad. Él es la última víctima de ETA, la que hace el número 859.
Descansa
en paz amigo.
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