viernes, 31 de marzo de 2017

El secreto de La Dolorosa

Este rostro está grabado en el alma de muchísimos pamploneses
¿Recuerdas que hoy tienes una cita? ¿Sabes que ella -la pamplonesa más guapa- va a acudir con el manto de terciopelo negro bordado en oro, escudo de Pamplona y las cinco llagas? ¡Hasta le han puesto colirio en sus ojos llorosos!
La cita: 20:45, calle Mayor 6-8, donde veas las guitarras de la Cofradía de San Saturnino.
Lleva, porsiaca, paraguas o plexiglás.

Quienes preparan a la Dolorosa para la procesión de esta tarde, califican su labor como "un privilegio". Tras muchas búsquedas infructuosas, he conseguido, al fin, las imágenes para haceros, siquiera un poco, partícipes de ese privilegio. Disfrutadlo.

Imagen de vestir
Como es sabido, se trata de una de las llamadas «imágenes de vestir», por lo que la labor del escultor se reduce únicamente al rostro y las manos, el resto -como veis en la imagen- es un maniquí o armazón de madera.
En el envío de Rosendo Nobas  (1849/1891) había una nota del escultor, en la que pedía que cuando, al armarla, vistiesen la imagen, no le tapasen la frente. 
Rosendo Novas y Ballvé acertó a condensar todo el dolor de una madre atormentada por la muerte de su hijo. La expresión del rostro es de enorme intensidad y dramatismo, acentuado por la frente ("por favor, no la tapen") surcada de arrugas, los ojos suplicantes elevados al cielo, y la boca entreabierta; a este sentimiento se unen las manos que se entrelazan, crispadas por el sufrimiento.



La leyenda
Corría entre lagente la creencia -escribía Manuel Iribarren, escritor y autor de la letra del Himno de Navarra- de que el escultor, tras entregar la imagen en Pamplona, intentó de nuevo reproducir fielmente la angustia de la Dolorosa y que, al no conseguirlo, se volvió loco. Por desgracia para la poesía y por suerte para Nobas, el episodio no pasó de leyenda.


Análisis de Javier Rouzaut
Fue tal el realismo que el autor de la talla, el catalán Rosendo Nobas, imprimió en su obra, que la calidad de los ojos de cristal, de procedencia barcelonesa, y la pericia con la que se los colocó merecieron un exhaustivo análisis a cargo del doctor Rouzaut, quien además de limpiarlos con colirio (ver imagen a la izda.) para eliminar la suciedad acumulada, manifestó que el hecho de que Nobas fuera el escultor del hospital, "donde habría visto el dolor, la esperanza, o la alegría en la mirada de los pacientes" y donde se impregnó de conocimientos anatómicos y fisiológicos, fue clave en su habilidad para dar expresión a la mirada de la Virgen.
Y así fue. En 1971, tan singular imagen fue, como hemos adelantado, objeto de un estudio por parte del oftalmólogo Javier Rouzaut, por entonces Presidente de la Comisión de Cultura, encargada de la conservación de la Dolorosa y su paso procesional, quien dijo de ella que sus ojos "expresan la actitud orante de una madre a quien acaban de torturar y ejecutar a su hijo... Si se les mira de frente, impactan porque parecen transformarse en unos ojos serenos que te miran a ti personalmente y parece que te interrogan, pero con una gran dulzura...".
***
Mª Paz Rípodas y José Manuel González colocan el manto con la ayuda de 
Patxi Colás y Mª Carmen Ochoa  FOTO PACHI CALLEJA
Y mientras todos se afanaban por arreglar el vestido, colocar el mantón casi con precisión matemática -“hay que procurar que se vea el paño blanco y no moverlo para empequeñecer la cara. Es lo más difícil de todo”, explicaba Mari Carmen Ochoa-, dos mujeres tenían un cometido muy concreto:
Carmen Larrañeta en la Meca
  •  “Desde hace 17 años limpio con colirio los ojos de la Dolorosa, además de hacerle las puntillas de muñecas y cuello”, decía Mari Paz Rípodas, que confesaba alguna caricia a hurtadillas en la cara de la figura mariana. 
  • El cometido de María Josefa Azcárate es el de colocarle los brazos. “Antes era muy difícil encajar el codo al saliente de madera. Pero no sé por qué la pieza se empezó a mover y ahora es sencillísimo. Yo siempre digo que fue cosa de la Virgen”, reía. También ella revelaba que nunca se olvida de besarle las manos. 
Y María Ángeles Gimeno y María Luisa Gabás coincidían en la palabra que describía su participación: “privilegio”.

Hoy este blog ha tenido el honor de compartir con vosotros un poquito de ese privilegio: las imágenes secretas, conocidas por poquísimos pamploneses, de Nª Señora de la Soledad, a la que podremos admirar, vestida y bellísima, esta noche.

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