jueves, 12 de enero de 2017

"Chrysallis NAVARRA", ¡por favor!

Hay niñas con pene y niños con vagina. Y sufren por nuestro desconocimento
No seré yo quien se escandalice por esta imagen en las marquesinas pamplonesas ni quien afirme -como he leído por ahí- que esta campaña "promueve el trasexualismo infantil". 
Es un tema muy delicado del que uno no es consciente del todo hasta que te toca. Y cuando toca, la mayor fuente de sufrimiento para el niño y su familia es la actitud, a veces cruel, de los compañeros de clase o de los adultos que creen que "eso con dos ostias a tiempo" se arregla.
La transexualidad es un asunto que se debe tratar conjuntamente entre padres, colegio (orientador, compañeros de clase, claustro de profesores...), sicólogos, sexólogos. 
Y esa responsabilidad recae, en última instancia, en la política educativa de cada Comunidad. En nuestro caso, en el Departamento de Educación de Navarra.
Así pues, no es en absoluto de recibo que esta campaña nos venga, desde ya, con la etiqueta de "Chrysallis Euskal Herria". Es inconcebible e indignante que, hasta en este asunto tan doloroso, y por enésima vez, se quiera meter a unos padres desesperados en un ente que no tiene ningún correlato político con el que conjuntar esfuerzos para sacar adelante a estos niños. 
Yo por tanto sugiero a los padres navarros afectados que -si quieren ser autónomos- creen su "Chrysallis Navarra" (como se ve en la foto de portada) para que se coordinen con el Departamento de Educación, a fin de lograr la mayor eficacia y los mejores resultados para sus hijos.
Y un aviso a los partidos"navarros": Los padres de estos niños están tan desesperados que se agarran a un clavo ardiendo. Como dichos partidos vayan de estrechos, discutiendo si es pecado o enfermedad, pasará lo que ya está pasando, que nos las darán todas en el mismo carrillo: el de Euskal Herria.

Os ofrezco, tal cual, estos dos artículos que, sobre este asunto, salieron en DN anteayer, 10.01.17. 


Aingeru Mayor, sexólogo y presidente de la asociación de familias con menores transexuales Chrysallis, defendió en Pamplona que la identidad sexual “está en el cerebro, no en los genitales”

El valor de lo extraordinario

AINHOA PIUDO Pamplona
¡Ama, ‘apo’ no, ‘apa’!. Tan corta era su edad que no sabía si quiera pronunciar la palabra ‘guapo’ para corregir el piropo que le había dedicado su madre aquel día. Pero a sus dos años, ya tenía claro que ella era una chica. Una chica que había nacido con pene, porque las hay, igual que hay varones que nacen con vulva. “No son los genitales los que configuran la identidad sexual de cada persona. A nadie se le ocurriría pensar que si yo tengo un accidente y pierdo el pene y los testículos, dejo de ser un hombre”.
Tanto la anécdota personal como la cita pertenecen a Aingeru Mayor, sexólogo, presidente de la asociación de familias de menores transexuales Crhysallis Euskal Herria, y autor del libro sobre diversidad sexual en la infancia ‘Niñas y niños’, que presentó recientemente en la librería Katakrak. Aingeru Mayor, donostiarra y padre de una niña que en su día creyeron niño, estuvo acompañado por Carlos Echenique, un navarro que ha vivido el mismo proceso aunque a la inversa con su hijo de 5 años, al que hasta hace unos meses llamaban ‘hija’. “Aingeru es una referencia, alguien que está cambiando a mejor la vida de muchos niños y niñas”, alabó Echenique.
En Navarra, Educación intervino el año pasado en 8 casos de menores en situación de transexualidad
8 de Marzo de 2015, en Donostia, hemos constituido “Chrysallis Euskal Herria"

Un canto a la diversidad
Contó el sexólogo que cuando aborda este tema tiene la sensación de estar diciendo obviedades. “Aunque al final te das cuenta de que no lo son tanto, porque durante siglos la visión que se tiene de hombres y mujeres es la de algo contrapuesto. Venimos de ese bimorfismo”, objetó.
Él, en cambio, defendió que “todos tenemos elementos de ambos sexos, compartimos características”, de modo que ni los rasgos masculinos configuran al hombre, ni los femeninos a la mujer. “Lo que a mí me hace hombre es que yo sé que lo soy”, enfatizó.
Un ejemplo mucho más habitual que el de los genitales es el del vello en el rostro. Ni tenerlo es privativo de los hombres, ni no tenerlo de las mujeres. “Sólo hay que observar la realidad”. Sin embargo, la sociedad asume que es un rasgo masculino por ser “lo más normal”, prosiguió, alertando de la ambigüedad del término ‘normal’ en lengua castellana. “Inoculamos nociones morales a través del léxico”, apuntó. “Como es lo más habitual, es lo que debe ser, y se pasa de una noción estadística a una moral”, insistió.
Por ello, cuando un bebé nace y lo hace con pene, “es verdad que hay muchas posibilidades de que sea un varón”, asumió. “Pero ojo, que hasta que no sea capaz de hablar y él nos lo diga, no lo vamos a saber con una certeza total”. En los hospitales, sostuvo, “se han hecho auténticas barbaridades” en casos que daban lugar a la duda. “Si el pene no pasaba de tantos milímetros, se les dejaba en niñas y listo”, concretó. “El desarrollo anatómico tiene posibilidades infinitas, aunque en nuestro imaginario sólo caben dos”, cuestionó el sexólogo.
La cosa no termina en el hospital. Al llegar a casa, si es un chico (o eso creemos), se les pone el pijama azul y si es chica, el rosa. “Puede sonar a desfasado, pero sólo hay que ver un catálogo de juguetes en estas fechas. La maquinaria de género es brutal”. Alcanza, incluso, a la forma de hablarles. “Hay estudios que demuestran que a las niñas se les habla más bajo, con palabras dulces, llamándolas bonitas, mientras que a los niños nos dirigimos de forma más enérgica y animándoles a ser fuertes y valientes”.
El experto cerró su charla con un canto a la diversidad, llamando a poner en valor “lo extraordinario” de la individualidad. “Lo normal es justamente ser anormal, porque no hay dos personas iguales”. Ése es el espíritu que ha querido recoger en las páginas del volumen, que recoge reflexiones de niños de toda España. Los hay transexuales, pero también que no lo son. Refleja a chicas con vulva a las que le gusta el fútbol y chicos con pene a los que le gusta el ballet. O niños que llevan el pelo largo y visten vestidos, aunque no se sientan chica. Simplemente, les gusta vestir así. “Son pequeños que tienen que echarle mucho valor, la sociedad les machaca”, terminó.  

Desde la izda.: Carlos Echenique, padre de un niño que nació con vulva y miembro de la asociación Chrysallis, y Aingeru Mayor, presidente de Chrysallis Euskal Herria y autor del libro ‘Niñas y niños’, en la presentación celebrada en Katakrak. EDUARDO BUXENS  


Una campaña publicitaria reivindica que hay niños transexuales

Veinticinco carteles se colocarán desde hoy en marquesinas de villavesas de Pamplona y comarca
SONSOLES ECHAVARREN Pamplona
“Hay niñas con pene y niños con vulva. Así de sencillo”. Sobre un dibujo en el que se ven a cuatro pequeños (dos niñas y dos niños) desnudos y alegres se recoge este mensaje que desde hoy se podrá leer en algunas marquesinas de villavesas de Pamplona y comarca. La asociación Chrysallis de Navarra y el País Vasco ha lanzado esta campaña, con presencia también en Bilbao, San Sebastián y Vitoria, para “visualizar la realidad a la que se enfrentan los menores transexuales”. “La mayoría sufre cada día porque la sociedad desconoce esta realidad. Sabemos que la calidad de vida, la felicidad y la garantía de los derechos de nuestros hijos depende de la visibilización de su realidad”, apuntan. En Navarra, a lo largo de 2016 el Departamento de Educación del Gobierno de Navarra intervino en ocho casos de menores en situación de transexualidad y está aplicando un protocolo en los centros para ayudar a los niños y evitar conflictos.
 “Queríamos dar visibilidad a esta realidad”, apunta el pamplonés Carlos Echenique Huarte, padre de un niño al que hasta el año pasado creían niña. “Es necesario que se suscite el debate”, insiste. Además de en marquesinas, bocas de metro, autobuses... los anuncios se van a difundir a través de las redes sociales. La asociación Chrysallis recuerda que la tasa de intento de suicidio de los adultos transexuales a los que en su infancia se negó su identidad es del 41%, un porcentaje “considerablemente superior a la media”. Sin embargo, añaden, si son apoyados, los indicadores de felicidad son similares a los del resto de población

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