miércoles, 20 de noviembre de 2019

¿Qué hacer con el Fuerte de San Cristóbal?

Se publicó en la revista "La Ilustración Española y Americana", Madrid, 1881
Ocho siglos antes del actual Fuerte, hubo otro que también se llamaba de San Cristóbal.
El testimonio más antiguo, el de Guillermo Anelier referente a la Guerra de la Navarrería -entre mayo y septiembre de 1276-. Tras arrasar la Ciudad de la Navarrería, las tropas francesas, que acudieron en defensa del Burgo de San Cernin y de la Población de San Nicolas, "sometieron los focos de resistencia dentro de Navarra: el fuerte de San Cristóbal ("san Cristofol" dice Anelier), Mendavia, Punicastro, Estella y Monreal" (Gran Enciclopedia Navarra).

El fuerte enterrado, por Miguel Cornejo
Para los que no conocen el sitio ni la historia es una sorpresa increíble. Tiene un poco de escenario de cuento ‘steampunk’ postapocalíptico y otro poco de casa okupa. Lamentablemente, cada vez tiene más de ruina. Una fortaleza entera, oculta a la vista, enterrada en las laderas de un monte… a cuatro kilómetros de Pamplona. O a siete, si mides lo que queda de la carretera de acceso.
SITNA: Vértice geodésico: monte San Cristóbal; Fuerte:
Alfonso XII. Ezcaba es el pueblo y la loma pegada a Villava
Un testigo de la historia militar del siglo XX que nunca llegó a cumplir su destino, pero que ha visto de todo. Y que ahora no se ve, salvo excepcionalmente, como en la excursión de Pompaelo de esta semana. El fuerte de San Cristóbal, o Fuerte Alfonso XII, se creó tras la tercera guerra carlista para asegurar los accesos a Pamplona y para hacer de llave de una red de fortificaciones capaz de proteger con su fuego artillero toda la Cuenca. Tardó treinta años en construirse, dando trabajo a cerca de 15.000 pamploneses (en una población que no era precisamente la de hoy, cuando terminó la construcción se produjo una depresión económica). 
Jacinto (pincha) luchó contra el fascismo  y
 la Dictadura por una España Democrática
Con espacio para una guarnición de más de 1.100 soldados y capacidad de aguantar un asedio de cuatro meses, fue la mayor construcción de ingeniería militar de su tiempo. Es un antecesor directo de los conceptos desarrollados en la Línea Maginot francesa, pero los avances tecnológicos de la Primera Guerra Mundial lo superaron. Ya estaba obsoleto cuando se inauguró. Nunca llegó a montarse un sólo cañón en sus más de 60 espacios.
Desde Pamplona apenas se intuyen las troneras de algunos de los cañones. El fuerte, que tiene seis pisos de altura en muchos puntos (tres construidos, tres horadados) está cubierto de tierra como protección añadida contra la artillería enemiga. Es invisible. Hasta los tejados están cubiertos de tierra protectora. Y lo que era monte casi pelado se ha convertido en bosque bajo y maleza, que hoy deteriora muchos puntos de la construcción. 
El fuerte ha sido guarnición, cárcel y hospital para tuberculosos. Como cárcel, ha alojado a comunistas y anarquistas del levantamiento de 1934, presos comunes, falangistas rebeldes, y presos republicanos durante la Guerra Civil. Tiene hasta su propia fuga famosa, como nos contó el guía, experto en el tema, cuando 15 presos consiguieron abrir las puertas y se produjo una fuga masiva, rápidamente reprimida desde la ciudad. Más de 500 fugados muertos (y otras 21 personas que no lo eran), más de doscientos recapturados (alguno esperando el tren) que aún así vieron su pena conmutada a meses tras acabar la guerra. Dos que consiguieron llegar a Francia, y uno que se entregó después de pasar meses escondido en el monte. Parece que muchos de los presos huidos volvieron a entrar al ver que era inútil, hasta que uno de los cabecillas de la fuga cerró las puertas desde dentro. De película.
El lugar es enorme. Desde finales de los 80, cuando el Ejército dejó de usarlo, ha ido decayendo, con etapas de vandalismo seguidas por reparaciones parciales. Hoy ya no es fácil verlo sin permiso militar, y va convirtiéndose en un montón de ruinas en silencio. La pregunta evidente es: ¿no se puede hacer algo para mantenerlo mejor, con un centro mínimo de interpretación para que este trozo de la historia de Navarra no se convierta en un simple túmulo bajo el monte de San Cristóbal? Entre Ministerio de Defensa, Gobierno Foral, Ayuntamiento y sociedad civil, ¿no se pueden encontrar soluciones viables? ¿No se puede al menos abrir un concurso de ideas? Porque estoy seguro de que no iban a faltar.
MIGUEL CORNEJO 
presidente de la Asociación y Peña Sanferminera Pompaelo
Actualización 25.12.2019
Fue en 1878 cuando se inició la construcción de la carretera que conduce a la cumbre y que permitió iniciar la construcción del Fuerte. Una vez concluido, se convirtió en acuartelamiento de Artillería hasta el año 1929, cuando fue destinado a penitenciaría militar. Dos años después, el gobierno de la II República le puso el nombre de "Fuerte de San Cristóbal" y se entregó al Ministerio de Gracia y Justicia, que en 1934 lo convirtió en prisión. Acogió durante la guerra a 2.478 presos, y en el año 1938 fue escenario de una fuga de 795 personas que fue “fuertemente reprimida” con más de 200 ejecuciones. Entre 1941 y 1945, el Fuerte fue sanatorio penitenciario de enfermos de turberculosis. El Fuerte fue declarado Bien de Interés cultural en el año 2001, con la categoría de monumento.

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