martes, 19 de noviembre de 2019

José Carroza, arrastrado al corral

La "no cogida" de José Carroza fue el sábado, 15 de julio de 1933
Actualización 31.12.20
Hoy he conocido, por fin, quién es el autor de esta foto. Sabía que Julio Cía era más que "El fotógrafo de la Catedral", pero jamás habría apostado por que fotografiara la "no cogida" de José Carroza. Y, aún menos, que en la AMP tuviera 42 registros (compruébalo) con la etiqueta "encierros", algunos con 2, 3, 4, y hasta 13 fotografías. Toda una sorpresa.

En algún sitio oí, de niño, esta terrible historia. Quizás me la contó mi padre, que solía llevarnos a ver el Encierro a la buhardilla de su amigo Loyola, en Estafeta. El toro enganchó, al entrar en la Plaza, a un mozo de la faja. Y ya se lo llevaba y estaba a punto de meterlo en los corrales, cuando el toro se quitó al mozo de encima. Me ponía los pelos de punta. Yo, porsiaca, casi nunca llevaba faja cuando corría el Encierro (y eso que corría en el Ayuntamiento). Pero, precisamente, la llevaba el día que me cogió. En los últimos tiempos, gracias a Ricardo Ollaquindia y a J.J. Arazuri, me he enterado de todos los pormenores de esta pesadilla.

Podéis visitar este álbum de los encierros en blanco y negro, con imágenes ordenadas, datadas y comentadas:

Ricardo Ollaquindia Toros célebres en Navarra (pág 42)
Un toro de Sánchez Cobaleda, en el encierro del 15 de julio de 1933, enganchó por la faja a un muchacho y lo llevó colgando por el ruedo, protagonizando una de las cogidas más célebres y espectaculares de los encierros. 
Era sábado. Corrían muchos mozos ante las astas. Entraron apelotonados en la plaza. Entonces ocurrió el suceso. Lo contó así el Diario de Navarra:
"Un toro enganchó por la faja -nunca más gráfica y expresiva esta frase- a un muchacho, y colgado de un cuerno, como si fuera un abrigo en una percha, lo llevó tres cuartos largos de plaza, desde la puerta de entrada al ruedo hasta un par de metros antes de la que da acceso al corral. 
Entonces se dio cuenta que le molestaba aquel peso y se lo sacudió bonitamente, dejándolo, previo un volatín, en el suelo; y no pasó nada. Es decir, pasó el toro por encima de él, tirándole un derrote sin tocarlo ni mancharlo. 
Podemos dar fe porque estuvimos poco rato después con este muchacho que hizo de «aviador», en el cuerno de un toro, que no le tocó ni un hilo de su camisa». 

El muchacho era José Carroza, de 18 años, muy conocido por tener un negocio de maquinaria agrícola y motores en Echavacoiz. 
El toro fue uno de estos ocho que se lidiaron aquel día: «Dominante» nº 5 cárdeno, «Avión» nº 21 negro, «Arriero» nº 24 cárdeno, «Cara de rosa» nº 39 colorado, «Almendrito» nº 40 negro, «Limpiador» nº 52 negro, «Gaditano» nº 59 negro bragao, «Giraldito» nº 68 negro listón. 
Si el calificativo de «aviador», dado por el periodista a José Carroza, tiene sentido de alusión, podemos pensar que el toro que le enganchó fue el nº 21, de nombre «Avión»; pero sin asegurarlo.

Otra vez, Moncayola le quitó su presa y lo tiró al suelo coleándolo con una mano
"Otro toro, uno negro lucero y jirón, -sigue contando el DN- se volvió de la manada y se quedó como un pasmado más de seis minutos en el ruedo, entre la gente, sin que se arrancara ni a los capotes que están allí prendidos para sujetar a los toros rezagados... Gracias a Moncayola que acudió con dos bueyes a recogerlo, pudo aquel toro entrar en el corral sin que produjera el menor disgusto 

J.J. Arazuri Fiestas de antaño Nº 20 Una cogida singular (DN 7-7-1981)
José Joaquín Arazuri tenía aún 14 años aquella mañana en la que vio a su amigo, José Carroza, colgando de un cuerno.

"En el año 1933 se celebraron las fiestas en dos tandas: una primera, comprendida entre los días 7 al 9, ambos inclusive, y una segunda, en la que sólo estaba programada celebrar una corrida el 16, pero, se amplió al día 15, en la que se corrieron toros de Cobaleda con divisa morada y roja.
En aquella mañana del 15, los palcos y las gradas estaban medio vacías, no así el recorrido del encierro en el que abundaron los corredores. 
Al llegar las reses al callejón, la última, que entró un poco rezagada, lanzó un derrote, alcanzando con su cuerno derecho a un joven por la cintura, con tal suerte, que. el asta enganchó limpiamente la faja. 
DN 7-7-1981: toda una
página dedicada
Los que estábamos en la plaza, presenciamos impresionados la dramática escena de la entrada a galope en el ruedo, de un toro, de cuyo cuerno derecho colgaba, enhebrado por la faja, un ser humano que, cual pelele, con sus brazos y piernas colgando, marcaba el compás que le imponía la carrera de la res. 
Los trágicos segundos que tardó el Cobaleda en atravesar el ruedo, resultaron minutos de angustia. Todos los espectadores, sin excepción, preveíamos la muerte del mozo en los corrales, corneado y desgarrado por las reses. 
A Dios gracias, cuando faltaban unos pocos metros para llegar al callejón de entrada de los toros, San Fermín hizo un bonito quite, cortando la faja. El mozo cayó pesadamente a la arena, para levantarse rápidamente y alcanzar el refugio de la barrera. Todos respiramos contentos.
A la salida del encierro, estuve con el protagonista de aquella singular cogida, el buen amigo José Carroza, castizo pamplonés, que no se cansaba de contar, cómo sólo recordaba el momento en que recibió el derrote y el de caer en la arena, al rompérsele la faja que, afortunadamente, era de algodón."

Y así, con el propio recorte, para que lo podáis leer "in situ":


Julio Cía Uriz (Aoiz,1889-Pamplona,1957) es un fotógrafo aficionado, muy amigo del fotógrafo profesional Gerardo Zaragüeta, cuyo estudio de la Plaza del Castillo pamplonesa visitaba con frecuencia, antes de disponer de un local propio, con lo que acabó profesionalizándose. Recibió numerosos encargos del Ayuntamiento de Pamplona, por lo que su obra –muy abundante y minuciosa, además de tener una irregular calidad técnica– se conserva en el Archivo Municipal. En muchos de sus positivos, que evidencian las transformaciones urbanas de los primeros años del siglo XX, se puede leer en el dorso «Julio Cía - Fotógrafo de la catedral», pues trabajó también, ya profesionalizado, en el Archivo de la catedral pamplonesa (Azpilicueta y Domench)

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