El toro se fija en la niña Aurelia, hermana de Ignacio. Pero corneará a Clara Herrera (de rodillas), madre de Ignacio y la niña |
Hago mías las palabras de Arazuri y te invito a ver, despacio, el
Por cierto, sigo sin conseguir una foto del encierro por Mercaderes con los toros cogiendo la curva de Estafeta con Casa Viscor, la casa de la foto. Quizás no exista. Si un día das con ella, no te olvides de desolvidarla.
Encierros de antaño por Arturo Navallas
"Encierros
de antaño" es el título elegido que engloba esta exposición y
el catálogo, un eco del libro "Pamplona antaño" que
supuso para José Joaquín Arazuri el inicio de su colección de
publicaciones sobre la vieja lruña.
La exposición forma parte del "XLVI
Salón Fotográfico San Fermín" (2003), actividad tradicional
organizada por la Agrupación Fotográfica y Cinematográfica de
Navarra, y que desde las dos últimas ediciones surge del entorno
exclusivo de los Sanfermines. El Salón San Fermín tiene sus
orígenes en el concurso fotográfico que se convocara como parte del
Certamen Científico, Literario y Artístico durante las fiestas de
San Fermín de 1907. Pero es a partir de la creación de la
Agrupación cuando toma carácter de continuidad y se va conformando,
con distintos estilos de convocatoria y varias denominaciones y
ámbitos: nacional, latino, europeo, internacional, hasta conseguir
el rango mundial en los años ochenta.
Compone la muestra una selección de
fotografías sobre el encierro de Pamplona que abarca los primeros
cincuenta años del siglo XX. Fue reunida por José Joaquín Arazuri,
muy apreciado por sus actividades médicas profesionales, pero
reconocido especialmente por su continuada faceta como investigador
documentalista sobre Pamplona. La exposición contiene además varias
fotografías pertenecientes al archivo Guerendiain-Smet, cuyos
originales conservan muy bien su textura aterciopelada.
José Joaquín puede considerarse como
el "cronista del cambio de la ciudad de Pamplona", testigo
fiel de su evolución que ha sabido reunir más de 30.000 imágenes
de lo más granado del urbanismo, arte, vestimenta, costumbres,
folklore y vida urbana de una Pamplona que irrumpe y despierta a la
modernidad con el derribo de sus murallas y la construcción de los
primeros ensanches.
Su actividad recopilatoria de
fotografías se inicia a finales de los años cincuenta. En primer
lugar coleccionando los daguerrotipos, placas y clichés existentes
en los estudios fotográficos y en los cajones de las cómodas de las
casas de sus amigos y pacientes. Más tarde iría dando forma a un
sinfín de artículos y libros teniendo siempre como denominador
común a su querida Iruña. Desde sus primeras aportaciones en la
revistas "Pregón", y "Príncipe de Viana", en
1961 y 1962 respectivamente, o también con su primera entrega de 93
fotos sobre "Pamplona antaño", en 1979, y los siguientes
sobre "El municipio pamplonés en el reinado de Felipe II",
en 1973, "Pamplona, calles y barrios", en 1979/80 o "Las
fiestas de San Fermín" en 1983/93, etc., de repetidas
ediciones.
No es la primera vez que Caja Navarra
organiza una muestra con materiales fotográficos coleccionados por
José Joaquín. Fueron tres las exposiciones sobre la ciudad, que se
hicieron con el título "Pamplona antes", en la sala
Castillo de Maya de la Caja: la primera, en junio de 1970; en julio
de 1971, la segunda; y en enero de 1974, la tercera. Hoy se exponen
en las distintas casas de cultura de la Comunidad Foral.
¿Cuántas exposiciones diferentes
pueden montarse sobre el encierro de Pamplona? Son innumerables las
versiones posibles: por épocas, por tramos del recorrido, por
autores, por ganaderías, por repetición de hechos acaecidos, por
cogidas, por pura estética de los encuadres.... y cuando logras
acotar los contenidos, te encuentras con un sinfin de material para
seleccionar, interesante y atractivo sobre el que pesa el límite de
la propia exposición, en este caso 44 imágenes.
Estudio fotográfico de "Fotografía Pamplonesa", en la Plaza del Castillo de Pamplona, 1873. Foto: Mauro Ibáñez |
La intención de la muestra reside en
poder enseñar las fotografías más antiguas del encierro. Pamplona
incorpora la técnica de la fotografía con una rapidez sorprendente
para ser una ciudad que en 1842 tiene 11.675 habitantes. El primer
daguerrotipo se hace en Barcelona en 1839 y hay noticias documentadas
de que Pedro Alliet, zapatero de profesión, domiciliado en la Calle
Comedias, n° 25, es daguerrotipista desde 1840. Otros se instalarán
en Pamplona posteriormente, dado el auge de los retratos, hasta
montar el primer estudio de fotografía "La pamplonesa" en
la plaza del Castillo, en 1867.
No podemos constatar cómo fueron las
imágenes tomadas con las primeras placas de finales del XIX, pero no
es difícil interpretar su semejanza con las que hoy presentamos del
inicio del siglo XX: toros muy sueltos, corredores con alpargatas,
blusón y boina, y vecindario protegido del relente de la alborada
con blusones oscuros, repostado expectante en los vallados de madera.
Una mirada diferente, una imagen distinta que contrasta con la
proliferación actual.
Galería para vista de toros en Pamplona. 1710 |
Siempre había suscitado gran interés
contemplar la llegada de las reses a la plaza de toros. Cuentan las
crónicas más antiguas que los astados iban precedidos de dos
jinetes a caballo que anunciaban su proximidad con un cornetín y que
los pastores les azuzaban con garrotas por detrás de la manada. Los
madrugadores se asomaban a las ventanas para poder disfrutar del
espectáculo, en medio de la polvareda.
La afición taurina del antiguo Reino
de Navarra nos viene documentada desde 1385, año en el que el rey
Carlos II organizó corridas de toros en Olite. Consta también que
Carlos III (1361-1425) fue un gran aficionado a las corridas, y serán
Catalina de Foix (1483-1518) y Juan de Albret (1484-1516) quienes
difundan las corridas de toros en otras poblaciones de Navarra.
El recorrido de la "entrada",
nombre con el que se denominaba al encierro, ha tenido distintos
trayectos en Pamplona que no estuvieron exentos de controversias.
Desde el siglo XIV accedían a la plaza del Castillo, donde se
celebraron las corridas hasta agosto de 1843, por el baluarte de la
Rochapea, calle de Santo Domingo, plaza de la Fruta —hoy
Ayuntamiento— y la calle Chapitela. Al construir en 1844 la primera
de las tres plazas de toros, muy cerca del inicio de la actual
avenida Carlos III, lo hacían por el portal de San Nicolás. La
elección de este recorrido supuso notorias protestas por parte de
los mozos que habían sustituido a los caballistas en su
acompañamiento. Se propone por tanto, en 1856, que los toros
continúen de la plaza de la Fruta, por Mercaderes y la calle de la
Estafeta hasta la nueva plaza de toros que sustituye a la anterior y
que había sido inaugurada en 1852. En 1861 y 1866, no obstante, lo
harían de nuevo por San Nicolás. Será en 1867 cuando se consolida
un final de recorrido por la Estafeta que sólo se modificaría en su
último tramo al edificar la tercera plaza de toros en 1922. En una
de las fotografías de la colección puede comprobarse que al final
de esta calle los toros entran hacia la derecha en vez de hacia la
izquierda, como lo hacen en la actualidad. El trazado total desde los
corrales de Santo Domingo hasta la plaza de toros quedó fijado en
825 metros.
Corrida en la antigua plaza de toros. 1852 |
Encierro sin hornacina a la que cantar,
sonido del cohete que, desde 1881, rompía el silencio del amanecer:
"Levántate, pamplonica; levántate, pega un brinco; mira que ya
son las cinco y el encierro es a las seis", dice la canción.
Hoy sólo los corredores que de verdad quieren acompañar al morlaco
en su trayecto para sentir su aliento, embriagarse de su olor hasta
conseguir la esencia de lo mágico, madrugan para cubrir su tramo; a
otros muchos, los que hacen número, la noche les acompaña en
ocasiones hasta el recorrido. Aunque también a éstos se les acelera
el pulso, se agita su interior, remueve las entrañas y agolpan las
sensaciones de miedo; pánico a veces...
En estas fotografías la soledad del
corredor se percibe claramente, aunque en la corrida será el toro
quien se sienta solo ante toreros y picadores montados en caballos
sin petos ni protecciones. Vemos al toro cerrado en su cambreta en
las cercanías de El Gas para llegar por la noche al Baluarte de la
Rochapea, atravesando el puente del río Arga. Por la mañana, los
toros, altivos —en Pamplona gustan los cuatreños de gran
cornamenta—ascienden rápidos por la cuesta de Santo Domingo hasta
llegar por el angosto paso de Casa Seminario (hoy ampliado) a la
plaza de la Fruta; el toro queda despistado y pasea desafiante por la
misma ya que no existían los vallados que hoy estrechan el
recorrido. Mercaderes, casi de trámite, y en la temida curva de la
Estafeta los toros amplían el giro sin problemas y abren un arco
mayor para subir el primer tramo, casi por el centro. La manada, con
ritmo más lento, está acompañada por más mozos en el segundo
tramo, para llegar hasta la plaza hacia un lado u otro, según los
años. La composición de las fotografías va cambiando con el paso
del tiempo. Ya en 1924 va aumentando el número de corredores y se
produce el primer fallecimiento por cornada de toro. Corredores y
espectadores van evolucionando en su aspecto externo, del blusón y
boina pasan a los trajes, corbata y sombrero de paja; y a partir de
1931 se va incorporando la indumentaria blanca que hoy inunda los
recorridos y los Sanfermines en general.
Tendidos y presidencia en la antigua plaza de toros. 1852 |
Son imágenes para el recuerdo de otros
tiempos que fueron modificándose con la vida misma, pero que
mantienen similar denominador común. Los corredores han cambiado.
Hoy el tropel de gentes abarrota las calles y plaza, son de distintos
lugares, representan diferentes culturas o tendencias políticas y
credos; pero allí, en el momento de la verdad, sólo sirve estar
atento para encontrar el momento de entrar en carrera, correr a la
velocidad que el toro y el tramo imponen; sin citar, oír el trote
sobre el adoquinado, superar tu reto personal y después dejar pasar
a otros para que tomen el testigo y puedan hacer lo mismo. La tensión
queda liberada. Es un acto individual, colectivo cuando el peligro
acecha. Lo que pueda comentar cada uno sobre su experiencia
particular al finalizar la carrera ocuparía un libro de muchas
páginas.
A los fotógrafos que lograron estas
imágenes les concederemos todo su mérito. Por un lado, y en
apariencia, tuvieron más facilidades para realizar su trabajo porque
podían ver cómo se acercaban mozos y toros desde una mayor
distancia; pero por otro, con más dificultades porque con aquellas
máquinas no tenían más que una única oportunidad cada vez para
plasmar ese momento tan fugaz.
Pío Guerendiáin, comisario de la Exposición |
Hoy, por el contrario, las nuevas
máquinas —que con su motor pueden captar 5 imágenes por segundo—
encuentran más imprecisa la espera y muchas veces los toros
desaparecen inmersos entre los corredores. Es evidente, sin embargo,
que la posibilidad de encontrar esos segundos de gloria que a veces
se busca resulte más fácil. Aunque todos sabemos que, para
conseguir buenos reportajes, hay que acudir mañana tras mañana y
año tras año al lugar preferido. Sólo así se consigue el premio
final.
Esta colección de fotografías, como
se dijo, finaliza en los años 50. Un lustro después, en agosto de
1955, fue fundada la Agrupación Fotográfica y Cinematográfica de
Navarra por fotógrafos aficionados tan conocidos en Pamplona como
Medrano, Soteras, Sanz, Olaz, Cejuela, el mismo Arazuri, Matossi,
Castells, Aldaz, Goñi Labiano, Rodríguez Tirado, etc. que iniciaron
su actividad expositiva en las Escuelas de San Francisco.
Con la apertura de un local propio, en
la calle Zapatería, fue dotándosele de contenido: en una primera
instancia, preparando exposiciones; después, confeccionando una
revista; y más adelante, organizando unos programas didácticos que
han ido evolucionando a lo largo del tiempo. Hoy, en sus nuevos
locales de la calle Urrobi, cuentan con varios laboratorios y
ampliadoras, salón para visionados, biblioteca, acceso a Internet y
una sala de exposiciones, denominada Contraluz, con programación
permanente.
Los que iniciaron esta aventura pueden
estar satisfechos porque las actividades realizadas por la Agrupación
han trascendido del entorno local de Pamplona y cuentan con gran
prestigio; y porque por sus salas oscuras ha pasado una interminable
nómina de fotógrafos, muchos de los cuales se han incorporado al
mundo profesional.
Aquí se han presentado fotos
coleccionadas por José Joaquín que cubren un periodo de cincuenta
años. Los otros cincuenta de experiencia transmitida por la
Agrupación completan un siglo de imágenes, trabajo e ilusión que
sitúa a los fotógrafos, profesionales y aficionados de Navarra en
las cotas altas.
En reconocimiento a José Joaquín,
finalizaré con un texto que él mismo redactó para presentar una de
las exposiciones de fotografías antiguas y que además pueden
acercarnos su presencia. Las escribió con ese sentido del humor tan
fino que le caracterizaba:
"Aquí tienes pamplonés y amante
de la vieja Iruña una visión retrospectiva de Pamplona a través de
reproducciones de viejas fotografías. Esta mirada caleidoscópica
hará sonreir a muchos adultos, reir a los jóvenes y emocionarse a
los ancianos que tienen el privilegio de haber llegado a su avanzada
edad. Para todos, y con el cariño de hermandad que nos da el vivir
en esta maravillosa ciudad de Pamplona, os ofrezco esta modesta
aportación".
Invito a la Agrupación Fotográfica,
que continúen en su tarea con ambición profesional.
Arturo Navallas
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