viernes, 25 de octubre de 2019

Iriarte, elegancia; Cerdán, lo que su nombre indica

El PSN sabe de sobra que el problemón que tenemos en Navarra no es el debate izquierda-derecha, sino Constitución-Separatismo (Navarra, comunidad diferenciada, dentro de España, frente al proyecto de ETA: una Navarra, incorporada a Euskal Herría para separarla de España).
Pero, para obtener el gobierno y aliarse con los separatistas, ha tenido que magnificar el primer debate, marcando diferencias con Navarra Suma, y minimizar el segundo, abrazándose a Barcos e incluso a Araiz, los que quieren acabar con la Navarra diferenciada.
Y a eso le llaman "gobierno de progreso".
Y en esa línea han empezado a usar expresiones contra Navarra Suma que, en labios de Bildu, quedan naturales, pero en boca de PSN resultan chocantes.
Por ejemplo, Alzórriz (estoy por quitarle la tilde...) y Txibite han utilizado varias veces expresiones como "la derecha navarra y española". Igualico que Bel Pozueta, que esperaba "quitar la sonrisa a la derecha navarra y española".
Pero al que de verdad se le ha calentado la boca es a Cerdán (a secas, ni Santos ni León). Esparza ha anunciado una demanda contra él por llamar “fascista” a Iriarte.
Nuestros padres, abuelos... fueron carlistas. Media Navarra fue carlista. ¿Se puede destruir, impunemente y por dos veces, la lápida del primer requeté caído en la Guerra Civil, sin que el reponerla se convierta en un acto fascista?
Y ahora podemos disfrutar de la respuesta que le envía Iñaki:

¡Ay, si hubiera compartido mantel con Arnaldo!
Pedirles que por decencia rectifiquen en público a su compañero es pedirles un imposible
 Carretera entre Leiza y Berástegui, frontera entre
Navarra y Guipúzcoa; 
El sitio donde se levantaban
dos piedras conmemorativas de Joaquín Muruzábal,
considerado el primer requeté caído de la Guerra Civil
española. 
El primero, erigido en 1937
, fue destruido
a fines de la década de 1990; 
La copia, erigida poco
después, fue destruida a principios del siglo XXI. 

El cadáver de Muruzábal fue trasladado a su
natal San Martín de Unx el 19 de mayo de 1963
Este año, el 23 de marzo, se cumplieron cien años del acto inaugural del fascismo italiano: el discurso en la plaza del Santo Sepulcro en Milán. El programa que expuso un ex-miembro de la ejecutiva del Partido Socialista Italiano llamado Mussolini resultaba tan revolucionario y poco conservador, que en 1936 Palmiro Tagliatti, el líder histórico del Partido Comunista Italiano, pudo decir: “Nosotros, los comunistas hacemos nuestro el programa fascista de 1919, que es un programa de libertad”.
El ascenso del fascismo se debió a la forma en que combinó ideas que atrajeron tanto a izquierdistas, como a derechistas. Por ejemplo, el culto que prestaba a la guerra (“única higiene del mundo”) y a la revolución sedujo tanto a los iluminados de la izquierda como a los militaristas de derecha. Lo mismo sucedió con su idea de nación: una comunidad de sentimientos, creada por la naturaleza, atemporal, superior a las demás, odiada por sus vecinos y con una misión moral sobre la Tierra. Por eso quienes hoy salivan con una purificadora degollina revolucionaria y creen en una nación ideológicamente homogénea, sitiada por pueblos de enemigos que le roban el dinero y la identidad, están mucho más cerca del fascismo de lo que pueden sospechar.
No sé a cuántos homenajes a republicanos habré asistido, antes incluso de entrar en política. A veces hubo discursos muy comedidos; otras, terminaron con vivas a la República. Habitualmente vi banderas tricolores (bandera que, como ya escribí, considero tan mía, por española, como la bicolor). En ocasiones, con la hoz y el martillo superpuestos. Otras veces hubo también banderas anarquistas e ikurriñas (estas últimas, gracias a la Asociación de Familiares de Fusilados en Navarra, se han vuelto ya muy raras). Nadie me acusó por ello de republicano, comunista, etc. Tampoco se me acusó de “etarra” cuando he mostrado –cosa que volveré hacer- mis condolencias a los familiares de víctimas de actuaciones de funcionarios contrarias a la ley. En los últimos años, he compartido mesa y charlado con gente tan variada, que me sonrío al recordarlo: en Tierra Santa, la lista incluye desde una sionista de extrema-derecha a simpatizantes de Hamas; en España, desde un condenado a muerte en el proceso de Burgos... a un pequeño grupo de carlistas.

Ahora entiendo, Iñaki, por qué te llaman cunetero
Fue el pasado agosto. No hubo cánticos, discursos, ni homenajes a nadie. En realidad, fueron muy amables. Pero, al parecer, los pobres me pegaron algo que ni siquiera ellos saben que son. Merced a esa rápida comida de arroz y pollo, heme aquí convertido el resto de mi vida en un miserable fascista -de acuerdo al infalible diagnóstico del doctor Cerdán-. De nada serviría pedirle que pregunte a sus compañeros del Partido Socialista, ellos que me han escuchado decir en el Parlamento cosas como: “En relación al tema del derecho a la verdad, justicia y reparación para las víctimas de violaciones de Derechos Humanos, nosotros hemos insistido muchas veces a lo largo de la legislatura en ese derecho. Para las víctimas de todas las violencias. Tanto las de hace ochenta años, como las de hace diez años. Y tanto si la violación de los derechos humanos se realizó en nombre de España, de la República, del socialismo, del rey y los fueros o de Euskal Herria o el orden constitucional”. También: “Nosotros, pensamos que el franquismo fue una dictadura infame. Creemos que todas las dictaduras lo son. Las que las que se visten de azul, las que se visten de rojo o las que se visten de negro. Creemos que no deben ser justificadas, ni ensalzadas”. Da igual. Pedirles que por decencia rectifiquen en público a su compañero es pedirles un imposible. Da igual el daño que hayan hecho a mi honor, mi trayectoria política y académica.
¿Por qué fuimos Patxi Pérez y yo a aquella comida en Leiza? Por algo tan simple como la invitación de unos amigos en dicha localidad. ¿Deberíamos habernos largado al ver que entre los invitados por alguno de estos amigos había personas con boina roja –que vendrían de hacer lo que fuera? ¿Tendríamos que haber desairado a los demás comensales, la gente más valiente de Navarra? ¿Acaso es un crimen compartir mantel con unos carlistas? ¡Mis dos abuelos lo eran, como los de, me temo, media Navarra! ¡Debí pecar, pobre de mí, desde que estaba en el vientre materno! ¿Pecaría también Unamuno cuando asistió a un mitin de la Falange? ¿E Indalecio Prieto, cuando dijo que al volver a España lo primero sería ir a poner flores a las tumbas de los españoles del otro bando? ¡Cuánta hipocresía! Se puede pactar con partidos que consideran a Maduro y Castro un “modelo” o con quienes gobernaron con quien no condenó ni condena el terror. Eso es “llegar a acuerdos con diferentes”. Pero comer pantxineta en compañía de unos carlistas merece anatema. ¡Ay si hubiese merendado con Otegi o el carnicero de Mondragón…! Ahora sería… ¡“un artesano de la paz”!
Por favor, el próximo septiembre que alguien organice un homenaje a los diputados carlistas navarros Pradera y Beunza, asesinados en 1936. Acudiré encantado.
Iñaki Iriarte López 
Profesor de la EHU- UPV y parlamentario de Navarra Suma

Ni Santos                       ni León,                                    Cerdán          
Santos Cerdán León
Llamar fascista a Iñaki Iriarte le invalida para llamarse Santos.
Cobrar el pastizal que cobra (196.000€ al año), le invalida para ser León (al menos, hambriento).
Mejor lo dejamos en Cerdán. A secas.
Así que... Ni Santos ni León, Cerdán

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