miércoles, 1 de mayo de 2019

La tía Mª Jesús, misionera en el Congo

Delante de la iglesia de la misión de Pawa.  A la niña de esta foto, al enterarse su familia 
de que tenía lepra, su padre la echó al fuego para que muriera. Se quemó el brazo derecho 
(al lado de mi tía) y tuvieron que amputárselo. Fotos, gentileza de Manuel Belzunegui
Que mi tía Mª Jesús no era una monja al uso, es algo evidente. Fue una mujer muy activa, hasta el punto de que, cuando la salud mermó sus facultades físicas, le costó un montón adaptarse a una vida pasiva y silenciosa. 
Un par de anécdotas os van a dar una idea de su talante:
-para cuando Sor Citroen (1967) decidió modernizarse y hacer apostolado utilizando ese popular vehículo por las carreteras españolas, mi tía ya llevaba 15 años conduciendo un camión por los andurriales del Congo Belga (así se llamaba entonces)
-En 1964 su comunidad de Misioneras Dominicas, fueron secuestradas y vejadas por los Simbas. Cuatro fueron asesinadas. Una vez liberadas, el 3 de Enero de 1965 llegó a Barajas el avión, procedente de Leopoldville, y su hermana Isidra se desplazó desde Cemboráin-Pamplona para recibirla. 
Las primeras palabras que cruzaron han quedado en el imaginario de todos sus sobrinos:
-Isidra: "¿Abrazo a una mártir?
-Mª Jesús: "¡No seas tonta!"
Así era esta mujer quien, a finales de septiembre de 2018, aún tuvo arrestos para destapar el asesinato del cura de Unciti -oculto desde que ocurrió, en 1950, y del que se habían apoderado rumores malintencionados- y contarme su versión de los hechos. Gracias a ella, hoy tenemos un poco de luz (yo diría que casi todos los elementos) para saber lo que de verdad ocurrió.

Mi tía Mª Jesús, hermana de mi padre, fue la pequeña de una familia supernumerosa y con 8 hijos religiosos que salió de Cemboráin, un pueblo  de escasos 60-80 habitantes del Valle de Unciti. Ha sido la última de la familia en nacer y también en morir. Descansa, tía, -por una vez- en paz.

Entrevista en La Verdad (17.04.2015)
Hace ahora cuatro años, La Verdad le hizo la siguiente entrevista:

Información / Testimonio en el año de la Vida Consagrada
La Dominica del Rosario María Jesús Mendiburu Itoiz
María Jesús Mendiburu, toda una vida al servicio de los enfermos en el Congo


En la puerta de Casa Esteban, en Cemboráin
Hace 86 años (01.07.27) nacía en Cemboráin, en pleno valle de Unciti, María Jesús Mendiburu ltoiz, la decimosexta hija de un matrimonio que tuvo la mayor parte de sus hijos religiosos. Y como no podía ser de otro modo, la pequeña también lo fue y a los 19 años se fue, de misionera de las Dominicas del Rosario, al Congo Belga. Allí permaneció 40 años, trabajando como enfermera, sobreviviendo a raptos y matanzas y entregando su vida por los más necesitados.

¿Cómo surgió su vocación?
El cielo sabrá qué empujón me dio. Pero fue gracias a mi madre, que fue una santa. Ella quería que todos sus hijos fueran religiosos o misioneros. Y se cumplió, porque ella siempre pedía en el rosario de la noche, que se rezaba en familia, por la perseverancia y santidad de los hijos religiosos y misioneros. El señor le escucho. Fuimos 8 religiosos, dos quedaron solteros y cuatro murieron de pequeños. Uno quiso entrar, pero -como no pudo- finalmente se casó.
¡Ocho hermanos religiosos!
Montaje fotográfico de los hermanos religiosos de
Mª Jesús, junto a sus padres. Mª Jesús, detrás de su padre.
Si, como digo yo "mi madre, Felipa, ha sido un criadero de hijos para el cielo". Una santa mujer a la que el Señor escuchó en sus peticiones.
El mayor, Francisco, después de realizar la mili se metió Jesuita. Nunca pensó nadie que se haría religioso, porque era un ligón, pero un día nos dio la sorpresa y se fue al noviciado de Loyola, donde también estaban mis dos hermanos gemelos, Benjamín y Moisés. Los tres hermanos fueron destinados a China.
Mi hermana mayor fue Sierva de María y estuvo trabajando por el Sur de España, Canarias y en Portugal.
Otra hermana, Felisa, fue Misionera Dominica, trabajó en un sanatorio en Tarazona, pero murió a los 28 años sin haber podido cumplir el sueño de irse a las misiones.
Mi hermano Pepito tampoco pudo ir a las misiones porque tenia muchos comas diabéticos y permaneció en un colegio en Zaragoza.
Narciso estuvo toda su vida de misionero en la India, nada más y nada menos que 63 años, hasta que lo trajeron a España a morir.
¿Quién te va a salvar, imprudente gatito?
Dos de mis hermanos se casaron, Prisciliano, que quiso ser religioso pero no pudo, se casó y tuvo 10 hijos.
Y Severino que tuvo 4 hijos. Este último fue el único que no dijo nada de ser religioso.
¿Y por qué decidió entrar a las Misioneras Dominicas?
Una de mis hermanas, que era Misionera Dominica, murió a los 28 años, el mismo dia que los cumplía, en Tarazona. No pudo ser misionera y mi madre me dijo "¿no querrías tú sustituirla, ya que ella no ha podido ir a las misiones?". Yo, en ese momento, tenía 12 años y me gustó la idea. Me fui con 19 años a las misiones. Primero hice el noviciado, los votos y ya me destinaron al Congo Belga. Pero había que aprender Francés y la medicina tropical. En Bélgica estuvimos 2 años aprendiendo la lengua hasta que finalmente me fui al Congo.
¿Cuántos años estuvo en el Congo?
He estado 40 años, toda una vida, hasta que por motivos de salud me tuve que volver definitivamente a Barañain.
¿Cómo recuerda sus inicios de religiosa?
Mi tía te salva, gatito,  y con toda naturalidad
Hice el noviciado en el barrio de San Juan, en Pamplona, y con dos hermanas más me fui destinada al Congo Belga, ya que vino un Obispo misionero de los Hermanos Reparadores que pidió que se buscaran religiosas para el Congo, porque las misioneras belgas que había allí, en la leprosería, se iban a marchar por falta de vocaciones. Allí nos fuimos tres misioneras, después de hacer un viaje estupendo con parada en Roma, Grecia, Egipto y Sudan, donde nos esperaba el Señor Obispo que nos llevó a nuestra misión, donde había un puesto de Cruz Roja Nacional. Allí había un hospital, una leprosería, un orfanato y una maternidad.
¿Qué era lo que hacia en las misiones?
Allí trabajaba como enfermera en una leprosería. Era una leprosería de unos 1.500 enfermos. Estaba con cinco compañeras más. Y cada una trabajábamos en sitios diferentes.
Durante todos esos años de misionera le habrán pasado muchas cosas, ¿no?
LOS SIMBAS LLAMAN A MUERTE ,
DOMINICAS ESPAÑOLAS EN EL CONGO
Estando en el Congo empezaron las revueltas y nos apresaron los Simbas. Por la misericordia de Dios, nos liberaron, porque a cuatro compañeras las mataron, en Kisangani. Estábamos al norte, en la frontera con Sudan. Cuando nos liberaron vinieron a Pamplona, al barrio de San Juan, donde estaba el noviciado y por grupos nos mandaron a Colombia a un hospital psiquiátrico, a otras las mandaron nuevamente al Congo, pero no al norte sino al sur, a un hospital de una empresa minera. Y a nosotras nos mandaron a Alemania, sin saber el idioma, a regir un hospital de pueblo. En Alemania me tocó estar en la sala de operaciones. Allí pasé tres años. Después de mucho pedir e insistir nos dejaron volver al Congo, pero a la zona sur, donde estuvimos poco tiempo, porque queríamos volver, a toda costa, al norte, donde finalmente nos instalamos en las antiguas misiones.
Mª Jesús -durante su cautiverio en manos de los Simbas- consiguió mantener en su poder
este rosario misionero (5 colores, 5 continentes) de 1964, con la cruz de Pablo VI
***
Y durante el funeral se leyó esta bonita semblanza:

SEMBLANZA DE SOR MARINA (Mª JESÚS MENDIBURU)
La hermana Marina Mendiburu Itoiz (Mª Jesús) nació en Cemborain, Navarra el 1 de julio de 1927. Sus padres Venancio y Felipa constituyeron una familia numerosa de dieciséis hijos, de los cuales, ocho se consagraron al Señor; cinco Jesuitas; dos misioneras dominicas y una, sierva de María. En un ambiente cristiano sintió Marina la vocación misionera. Ingresó en la Congregación el 19 de marzo de 1947; su profesión temporal, el 21 de octubre de 1949 y su compromiso definitivo en la Congregación el 11 de enero de 1953. 
Viviendas de pacientes de la Leprosería de Pawa
Desde los primeros años de su vida misionera sintió el deseo de trabajar con los leprosos, animada por el ejemplo del Padre Damián que consagró su vida en la Isla de Molocay a estos enfermos. 
En aquel momento, no era bien conocida esta enfermedad, más bien se le temía y se consideraban heroicas las personas que se consagraban al cuidado de estos enfermos por ser esta enfermedad muy contagiosa. Marina se preparó para esta misión en un Centro especializado en Fontilles, Alicante. Terminada su formación fue enviada a Bélgica a completar sus estudios en enfermería e idioma y en 1952 llegó a la misión de Pawa (pincha y acércate a la marca roja), República Democrática del Congo, a una gran leprosería donde había cientos de enfermos que requerían unos cuidados especiales y una entrega generosa y exigente. 
Con mucha dedicación los cuidó hasta que en 1964 estalló la guerra de los simbas y sufrió con las demás hermanas prisión, vejaciones y malos tratos. Liberadas ya, y después de un tiempo en otros países, ninguna hermana perdió la ilusión de regresar a aquellas misiones; tampoco Marina. Esperando este retorno trabajó en un hospital de Alemania, hasta que en 1968 pudo regresar a Pawa su misión añorada. 
Las hermanas encontraron a su vuelta al Norte del Congo las consecuencias de la guerra, destrucción, muerte y el dolor de un pueblo destrozado. La gente confiaba tanto en las hermanas que fue para ellos como una liberación el poder contarles todo lo vivido, sufrido y sobre todo la pérdida de sus seres queridos que nunca volverían. 
Comunidad de Barañaín
Marina vivió años de mucha actividad, tanto en el servicio de salud como en lo social, acompañando a aquel pueblo. En 1989, con la salud un poco delicada, regresó a España y, después de un año sabático, se incorporó a la comunidad de Santa María de Barañain, donde ofreció por varios años servicios comunitarios hasta que la salud le permitió. Al incorporarse a esta tierra y comunidad continuó con su espíritu misionero y solidario, aportando y recordando a las hermanas de la comunidad las distintas campañas de solidaridad que se hacen a través de la Iglesia. Era amante de la lectura y de los Medios de Comunicación Social, interesándose por lo que pasaba en el mundo. 
Durante varios años, la enfermedad estuvo presente en su vida, pasando por momentos muy difíciles, críticos, costándole adaptarse a una vida inactiva y silenciosa. África la llevaba en su corazón; muchos eran los recuerdos que tenía en su mente, disfrutando de lo que había sido y vivido en ella; así lo manifestaba a tanta gente con la que se relacionaba. 
Los últimos meses de su vida fueron muy dolorosos; en ellos manifestó su entereza ante el sufrimiento físico, dependencia y limitación en que se encontraba. Al aceptar la situación de debilidad, recuperó la paz interior mostrándose muy serena, tranquila y agradecida. 
En el último ingreso que pasó en el hospital, presintiendo su próximo final, recibió serenamente la unción de los enfermos y con cierta mejoría, regresó a la comunidad donde paulatinamente se fue agravando. 
Cementerio de Cemboráin: la tradición continúa
Su familia la visitaba con frecuencia y fue para Marina un referente que le estimulaba en su vida y misión que la compartía con ella. 
En una de las vacaciones donde coincidieron los hermanos, cuando su madre ya había muerto, ante su tumba, rezaron el Padre Nuestro en cinco idiomas procedentes de los países donde trabajaban como misioneros: India, China, Portugal, Congo y España. 
El día 19 de abril del presente año, viernes santo, a las 00,15 de la madrugada, nos dejó Marina, para encontrarse con nuestro Dios, el Dios de la Vida, en el que tenemos vida eterna, vida que no termina, se transforma. (Juan 6,37-40).
Después de una vida larga y misionera, de entrega y servicio a los más pobres, enfermos y desvalidos, confiamos en que nuestra hermana ya haya retornado al Misterio Infinito que nos constituye, origen nuestro y de todo cuanto existe. 
Descanse en Paz.

Familia Mendiburu-Itoiz
Con mi tía Mª Jesús termina esta familia. Ella nos mandó hace algunos años este documento que acabo de corregir y completar:

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