Bien cerca de Editorial Gómez (ángulo superior derecho) |
Hay que tener muy mala leche (o muchas ganas de mantenerse en la poltrona), para permitir una 'celda-escaparate' (aún más, para meterse en ella), sabiendo que, a escasos metros, y por culpa de esos asesinos, a personas inocentes las han metido en féretros. Llamar a eso 'libertad de expresión' es puro cinismo.
A lo largo de esta mañana del día 2, han llegado unos comentarios importantísimos de Charo Fuentes, quien vivió en primera persona este y otros atentados contra su padrastro Fernando Jiménez Fuentes, propietario de la inmobiliaria contra la que atentaron:
Charo Fuentes La historia la viví en primera persona, porque Fernando Jiménez y su esposa, mi madre Rosario Caballero, estaban viviendo en casa con nosotros en Madrid, desde que un comando entró en la suya de Conde de Rodezno en Pamplona.. En noviembre vinieron a vivir mis dos hermanas pequeñas, pues había amenaza de secuestro de ambas. En esas fechas mis hermanas estaban esquiando cuando llegó la noticia del atentado, que fue tal y como dices, incluyendo la edificante respuesta del cura. Convivimos todos en casa, buscamos colegio para mi hermana pequeña en un colegio de Fomento y la mayor asistió de oyente a la Facultad de Arquitectura, gracias a los buenos oficios de Carlos Sobrini, profesor de la de Madrid y compañero mío de junta en la Asociación Cultural Navarra.La oficina de la Plaza del Castillo tuvo que cerrarse, el guardia civil que desactivó la bomba quedó despedazado. Nunca se repuso de la tristeza, mi madre, del silencio, nadie se interesó ni llamó para solidarizarse. Su marido economicamente nunca se recuperó, tampoco psicológicamente.
Pachi Mendiburu Belzunegui Para aclarar: la inmobiliaria era propiedad de Fernando Jiménez Fuentes, que fue objeto de un intento de secuestro el 9 de octubre, en su domicilio de Pamplona. Posteriormente, Jiménez Fuentes abandonó la capital navarra, junto con su familia, y se instaló en Madrid. Gracias, Charo Fuentes por todos esos detalles
Charo Fuentes Efectivamente , Fernando Jiménez era el marido de mi madre. Nada más salir el comando vinieron esa misma mañana a Madrid. . Anteriormente al intento de secuestro habían puesto en septiembre tres bombas en Cascante, una de ellas en una ganadería de su propiedad.
A lo largo de esta mañana del día 2, han llegado unos comentarios importantísimos de Charo Fuentes, quien vivió en primera persona este y otros atentados contra su padrastro Fernando Jiménez Fuentes, propietario de la inmobiliaria contra la que atentaron:
Charo Fuentes La historia la viví en primera persona, porque Fernando Jiménez y su esposa, mi madre Rosario Caballero, estaban viviendo en casa con nosotros en Madrid, desde que un comando entró en la suya de Conde de Rodezno en Pamplona.. En noviembre vinieron a vivir mis dos hermanas pequeñas, pues había amenaza de secuestro de ambas. En esas fechas mis hermanas estaban esquiando cuando llegó la noticia del atentado, que fue tal y como dices, incluyendo la edificante respuesta del cura. Convivimos todos en casa, buscamos colegio para mi hermana pequeña en un colegio de Fomento y la mayor asistió de oyente a la Facultad de Arquitectura, gracias a los buenos oficios de Carlos Sobrini, profesor de la de Madrid y compañero mío de junta en la Asociación Cultural Navarra.La oficina de la Plaza del Castillo tuvo que cerrarse, el guardia civil que desactivó la bomba quedó despedazado. Nunca se repuso de la tristeza, mi madre, del silencio, nadie se interesó ni llamó para solidarizarse. Su marido economicamente nunca se recuperó, tampoco psicológicamente.
Pachi Mendiburu Belzunegui Para aclarar: la inmobiliaria era propiedad de Fernando Jiménez Fuentes, que fue objeto de un intento de secuestro el 9 de octubre, en su domicilio de Pamplona. Posteriormente, Jiménez Fuentes abandonó la capital navarra, junto con su familia, y se instaló en Madrid. Gracias, Charo Fuentes por todos esos detalles
Charo Fuentes Efectivamente , Fernando Jiménez era el marido de mi madre. Nada más salir el comando vinieron esa misma mañana a Madrid. . Anteriormente al intento de secuestro habían puesto en septiembre tres bombas en Cascante, una de ellas en una ganadería de su propiedad.
En el aniversario de Francisco Berlanga
Francisco Berlanga |
No habían transcurrido ni 35 horas de 1979 cuando una potente explosión alarmó a Pamplona. Sucedió en la plaza del Castillo, 24. Allá, ETA colocó un artefacto en la puerta de una inmobiliaria (Jiménez Fuentes) que, al ir a ser desactivado por el artificiero Francisco Berlanga (malagueño, de 26 años, casado y con tres hijos) explosionó, seccionándole las dos manos y una pierna.
Cuando todavía estaba tendido en el suelo con vida, un policía foral reconoció entre la gente que se había congregado alrededor a un sacerdote de su parroquia, que iba vestido de paisano, y le gritó, para que acudiera a darle los últimos sacramentos: “¡Usted es cura …!”. El sacerdote ya no estaba a su vista. Poco después el policía se lo encontró en la avenida de Carlos III y se acercó a él para decirle: “Como cristiano le doy las ‘gracias’ por su comportamiento…”. A lo que el sacerdote le respondió: “¿Pero es que usted cree todavía en brujerías y tonterías como ésa…?”.
Capilla ardierte de Francisco Berlanga |
De poco habían servido las dos amnistías concedidas en 1977, con las que el Gobierno Suárez decía que, organizando un sistema democrático, iba a lograr que ETA desapareciera.
De nada sirvió que, en enero de 1978, se concediera al País Vasco un régimen preautonómico, que se aprobara la Constitución y, ya en 1979, el Estatuto de autonomía.
Terribles primeras páginas |
Como inútil fue que se recuperaran los conciertos económicos de Guipúzcoa y de Vizcaya, que se creara la Policía autónoma vasca, que las Juntas Generales y las Diputaciones Forales se eligieran democráticamente, que se creara una Audiencia Territorial y una Universidad en el País Vasco, que se reconociera el carácter oficial del euskera, etc.
Nada fue suficiente para que ETA dejara de actuar porque, aunque el senador nacionalista Julio Jáuregui Lasanta había dicho durante el debate del Estatuto vasco en el Senado que: “El día que se forme el Gobierno Vasco y se forme el Parlamento autónomo podrán ponernos a ETA en el “debe” de los vascos; antes no. En 1936 voté un Estatuto nacido de la guerra y para la guerra. Hoy, como senador, voy a votar con la convicción de que voto por un Estatuto para la paz y para siempre”, en 1980, cuando el País Vasco ya había logrado las máximas cotas de autogobierno, ETA asesinó a 127 personas e hirió a 40, y realizó 154 explosiones de artefactos, 41 secuestros y otros 13 intentos fallidos, y más de 250 incendios provocados.
Y así continuó hasta 2010, con un siniestro balance total de 855 muertos, 3.571 acciones terroristas y 4.500 acciones de ‘Kale Borroka’.
"...hiriente para cualquiera con un mínimo de sensibilidad. Vergüenza” (Rubén Velasco) |
Desde 2012 han pasado seis años y seguimos igual, pues en el paseo de Sarasate, cerca de donde murió Francisco Berlanga, en estas Navidades, ‘Sare’ ha recreado la celda de una prisión en la que cumplen condena asesinos como los de Berlanga para “socializar la conculcación de los derechos humanos que sufren las y los presos vascos de Nafarroa” pero, una vez más, se ha vuelto a olvidar de las víctimas de esos presos.
JOSÉ IGNACIO PALACIOS ZUASTI
El cabo Francisco Berlanga llevaba destinado en la capital navarra desde que terminó el curso de desactivación de explosivos, y tenía 26 años. Era natural de Casarabonela (Málaga) y dejaba viuda a Catalina Navarro Florida con tres hijos (Juan Ignacio, Francisco Javier y Tamara) de 9 meses y 3 y 5 años.
Sin medios económicos, y con una pensión por "muerte natural" de Francisco, Catalina tuvo que ingresar a sus hijos en un colegio para huérfanos y ganarse la vida en cualquier empleo. Las repercusiones psicológicas y la lamentable falta de ayuda por parte del Gobierno, provocaron que ninguno de sus tres hijos pudiese realizar estudios.
En enero del año de 2004 Catalina asistió en el acuartelamiento de Beloso en Navarra a un homenaje que le hicieron los compañeros de su esposo. Allí conoció a Fernando Jiménez Fuentes, el empresario al que iba dirigida la bomba que asesinó a su marido.
Los asesinos de Francisco Berlanga - Ricardo Garciandía Solano, Miguel Mateo Asnariz Dicastillo y su mujer, María Gloria del Sagrario Recarte Gutiérrez- fueron condenados por la Audiencia Nacional en noviembre de 1982 a 21 años de prisión mayor, pero a la viuda ni le comunicaron la celebración del juicio.
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