La presa de Santa Engracia, vista el 15A desde el puente del mismo nombre. De piedra de sillería, tiene unos 65 metros de largo, y está rota en dos puntos. EDUARDO BUXENS |
Unos días antes de esta última riada, nos contaba Oscar Yoldi (pinchad para ver las imágenes) las consecuencias que tenía la ruptura de la presa de Santa Engracia y aportaba un impresionante material gráfico:
"La
riada del Arga el 27 de noviembre de 1930 se llevó por delante, en
apenas dos horas, el puente del tren Plazaola en la Rochapea y desde
entonces ha permanecido escondido, hundido en el fondo del remanso
del río que produce la Presa de Santa Engracia. En 1931 fue
sustituido por el puente de cemento que existe en la actualidad.
La
presa fue construida en piedra en el siglo XIII, con la función de
servir al molino harinero municipal destinado a los hornos del
Vínculo.
En 1888, el molino se transformó en una central eléctrica propiedad del Ayuntamiento, la llamada Electra municipal, que fue subastada en 1939 y desde entonces trabajo al servicio de la industria del caucho hasta los años ochenta, cuando fue trasladada a Berrioplano. Las naves de Santa Engracia fueron derribadas en 2009 con la urbanización de la zona pero quedó conservada la presa.
En 1888, el molino se transformó en una central eléctrica propiedad del Ayuntamiento, la llamada Electra municipal, que fue subastada en 1939 y desde entonces trabajo al servicio de la industria del caucho hasta los años ochenta, cuando fue trasladada a Berrioplano. Las naves de Santa Engracia fueron derribadas en 2009 con la urbanización de la zona pero quedó conservada la presa.
Hoy,
por dejadez de unos y otros, que se pasan el marrón, la presa está
rota y el remanso ha bajado mas de un metro haciendo imposible el
entrenamiento a remo del Club Náutico de Navarra.
Os
dejo unas fotos sacadas hoy, espero que os guste, os pique la
curiosidad y busquéis información.
Ojala
se puedan recuperar y ponerlos en el museo del ferrocarril o incluso
como adorno y recuerdo en el paseo del Arga."
***
Hace cuatro días, DN presentaba la cara negativa de la ruptura de la presa: el Club de Remo no puede practicar su deporte:
El
Club Náutico de Remo, ahora paralizado, pide al Ayuntamiento que
repare la presa, pero no obtienen respuesta
La
presa formaba en el Arga una piscina fluvial de 750 metros para
entrenar, desde la zona de Corralillos
La
rotura de la presa de Santa Engracia merma los usos del Arga
PILAR
FDEZ. LARREA Pamplona
La
rotura de la presa de Santa Engracia, junto al puente del mismo
nombre sobre el río Arga, en la Rochapea, ha paralizado la actividad
del Club Náutico de Navarra de Remo, que este año cumple 50 años.
Los deportistas no pueden entrenar en el cauce al menos desde el
pasado mes de noviembre y los responsables del club tratan, de
momento sin éxito, de que el Ayuntamiento repare la estructura de
piedra, del siglo XIII. O al menos de que alguien se ponga en
contacto con ellos para aclararles el futuro del entorno.
“La
presa comenzó a ceder hace un año y la cosa va a más. Llamamos al
Ayuntamiento, tratamos de hablar con los concejales Joxe Abaurrea, de
Urbanismo, y Armando Cuenca, de Ecología, pero nadie se ha puesto en
contacto con nosotros. Yo les invito a que, cuando lo vean
conveniente, vengan por el club a conocer la situación, a ellos, y
también al alcalde Asiron y a doña Camino Jaso, que -según nos han
dicho- es la máxima autoridad en el río actualmente”. Quien habla
es José Mari Gil Jurío, timonel y entrenador del club. Precisamente
ayer, día de Santa Engracia, cumplió años, 71. Trabajador de
Correos, lleva 40 años en el club, 24 entrenando, con un impás de
varios años en el atletismo. “Al jubilarme, hace ya diez años,
regresé al remo como entrenador”, enlaza su trayectoria: “En
estos años he enseñado a cientos de niños”.
“De
las cinco presas que hay en la Comarca de Pamplona se tenía que
romper esta”, lamenta Gil. Y lo dice porque el antiguo dique de
piedra de sillería formaba una piscina fluvial de 750 metros, aguas
tranquilas desde la sede del club, junto a los corralillos, hasta
Santa Engracia. Pero ahora no pueden entrenar. “Si hay mucha agua
la corriente te arrastra, y de lo contrario, se desertiza, la presa
lo que hace es mantener el caudal y era una zona de entrenamiento
perfecta”, apunta José Mari Gil. Explica que se pusieron en
contacto también con la Confederación Hidrográfica del Ebro. “Pero
nos dicen que la presa no es de su propiedad”, sostiene. En todo
caso, la decisión de acometer o no la reparación correspondería al
Ayuntamiento, y a la CHE, autorizar los trabajos en la estructura, de
unos 65 metros de largo, por dos de altura.
José
Mari Gil defiende la reconstrucción de la presa, y aporta varios
argumentos, en forma de “beneficios”: “La continuidad de un
club con 50 años de historia, las celebraciones de concursos de
pesca, los descensos en piragua desde el Club Natación, otros
eventos como la próxima suelta solidaria de patitos prevista para el
mes de mayo, la estética visual, la higiene medioambiental:
botellas, plásticos.... que nosotros mismos retiramos, la mejora de
la fauna y la flora”, expone. Y subraya que mantener la presa no
está en contraposición con los valores medioambientales del Arga.
“Yo así lo veo”. En este contexto, el presidente del club,
Alberto Garaicoechea, construye en la sede una fosa de remo, una
especie de piscinas interiores en las que poder entrenar. “La otra
opción es bajar a Lodosa, al Ebro, con el consiguiente gasto en
gasolina, desplazamientos, dietas...”, evidencia. Considera Gil que
la población de Pamplona “vive de espaldas al río” y apela al
valor cultural y patrimonial del conjunto arquitectónico que forman
el puente y la presa. Se construyó, según datos que constan en los
archivos municipales, para dar servicio a un molino harinero, en el
siglo XIII, sirvió luego de central eléctrica y para la empresa de
calzado Industrias del Caucho.
Otros
“obstáculos”
Pero
José Mari Gil, “buen conocedor del río”, menciona también
otros “obstáculos” en esos 750 metros de cauce. “La casa de
Curtidores, que se quemó, se caerá cualquier día si nadie hace
algo y los cimientos se acercan cada vez más al río; bajo el puente
del Plazaola hay rocas, restos del antiguo puente que se llevó la
riada en 1930; algo más adelante hay una torre metálica de una
conducción eléctrica; cerca del puente de las Oblatas un tubo que
se dejaron en la construcción del mismo” enumera y califica de
“inútil” el embarcadero que se habilitó unos metros más abajo.
“Si no hay barcas para qué hay embarcadero, tenía que estar junto
al club, porque el nuestro está en muy mal estado”, detalla. Y
repara, en fin, en la necesidad de limpiar el cauce.
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