Nuestros incomparables Sanfermines no
nacieron espontáneamente ni de Orden de las Autoridades; fue precisa
la gestación de dos largos siglos y la conjunción de tres fiestas
distintas, no opuestas pero sí carentes de afinidades, con cuya
mezcla brotaron nuestros Sanfermines, los cuales a través de los
siglos evolucionaron hasta ser declarados por el Ministerio de
Información y Turismo, en enero de 1965, «Fiestas de Interés
Turístico» (1). Las Fiestas de las que nacieron nuestros Sanfermines
fueron las siguientes:
1.° Religiosas dedicadas a nuestro querido
Patrón y conocidas como «Fiestas de San Fermín».
2.° Las que se
ampararon en la llamada Feria de Pamplona.
3.° Las taurinas,
imprescindible espectáculo en nuestra Navarra, cuna del toreo,
también llamado «toreo a la navarra».
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Fraga tiró el chupinazo, bebió de las Tres Zetas, las Peñas le impusieron el pañuelo rojo y, en seis meses... |
(1) SF 1964. Fraga Iribarne, Ministro de Información y Turismo, protagonizó el día 6 un hecho histórico dentro de la historia sanferminera: Lorenzo Martinicorena, presidente de la Comisión de Festejos –y como tal, responsable de disparar el chupinazo-, después de gritar a las doce del mediodía un potente ¡Viva San Fermín!, le cedió al ministro el honor de prender la mecha del cohete anunciador. Por vez primera, una persona ajena al consistorio pamplonés había inaugurado las fiestas de San Fermín. Minutos después las peñas sanfermineras galardonaban a don Manuel Fraga Iribarne con la imposición del pañuelo rojo.
No se sabe bien hasta que punto pudo influir este emotivo gesto de los mozos, pero lo cierto es que tan sólo seis meses después el Ministerio de Información y Turismo declaró a nuestros festejos como “Fiestas de Interés Turístico”, con todo lo que ello implicaba.
1. Fiestas de San Fermín
La devoción y culto a San Fermín,
tradicionales en Pamplona desde tiempo inmemorial, se intensificaron
en el siglo XII al traerse a nuestra ciudad la primera reliquia del
santo mártir, la cual se expuso para su veneración, en una cruz de
oro, en la Iglesia Mayor de la capital del Reyno de Navarra.
Aquella
devoción por nuestro santo paisano se hizo popular en el siglo XIV,
cuando el rey Carlos II importó de Amiens otra reliquia de San
Fermín accediendo a la petición del concejo unido del Burgo y de la
Población, cuyos vecinos, después de haber estado separados muchos
años por odios y rencores, acordaron hacer las paces y volcar su
enemistad e inquina contra los habitantes de la Navarrería. La santa
reliquia fue entronizada en la iglesia parroquial de San Lorenzo para
ser adorada públicamente. En el año 1386, los jurados de dichos
burgos acordaron celebrar todos los años, con la máxima pompa y
manifestación popular la festividad de San Fermín, que se
conmemoraba el 10 de octubre, fecha en que la Iglesia solemnizaba la
onomástica de nuestro Patrón, ya que en dicho día entró Fermín
en Amiens a predicar el Evangelio.
Hay indicios de que en 1399 la
ciudad de Pamplona «...votó la fiesta y solemnidad por propia y
para todos» (Arch. Mun. Patronato de San Fermín, leg. 8, n.° 1,
fol. 7 v. En el resumen del pleito -leg. 12- parece indicarse lo
dicho).
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Claustro Epifanía: Sta Úrsula, San Fermín, San Francisco Javier, Sta Mª Magdalena |
-función de las Vísperas en la parroquia de San Lorente o
San Llorente, hoy San Lorenzo;
-magna procesión con el bulto del
Santo por las rúas de los tres burgos (por la Navarrería sólo la
recorría escasos metros),
-celebración de la Octava
-y la comida a
los pobres.
De los festejos religiosos trataremos en otra ocasión.
Ahora vamos a recordar:
Comida a los pobres el día de San Fermín.
Todos los años, el día de San Fermín, el Regimiento -léase
Ayuntamiento- invitaba a una comida a los pobres de solemnidad de la
ciudad. Aquel ágape sencillo y frugal -para aquellos tiempos en que
los platos de los banquetes se contaban por docenas- se celebraba en
el Hospital de los Labradores del burgo de San Cernin, que existía,
y todavía quedan vestigios, en la plaza de la Virgen de la O.
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Atrio Catedral. Lavatorio de pies a los pobres en S.S. |
Parece ser que de víspera se hacía un
pregón con atabaleros, pregoneros, juglares y pífanos.
Durante unos
dos siglos la ciudad celebró las fiestas de su Santo Patrón con
funciones religiosas y actos caritativos.
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1925 Procesión Plaza Consistorial |
En el año 1590 el Regimiento solicitó
de la Iglesia el traslado de la onomástica de San Fermín del 10 de
octubre al 7 de julio. Aquella petición fue aprobada el mismo año
por el Sínodo Diocesano.
Con este cambio de fecha se dio el primer
paso para introducir dentro de las Ferias -que se celebraban en
julio- las Fiestas de San Fermín.
2. Ferias de Pamplona
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2ª década del siglo. La antigua carretera de Zaragoza, hoy avenida del mismo nombre, vista desde donde hoy está la plaza del Príncipe de Viana. Dcha, el antiguo hipódromo. |
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Inge Morath 1954 |
Origen. La primera
Feria de nuestra ciudad se remonta al año 1324, cuando nuestro rey
Carlos I de Navarra y IV de Francia, concedió a Pamplona el
privilegio de una feria de siete días de duración a partir del 10
de octubre. Aquella fecha no tenía ninguna relación con la
onomástica de San Fermín, se fijó aquella fecha como se podía
haber dado otra: fue mera coincidencia.
Aquellas ferias obtuvieron un
gran auge económico durante muchos años, por lo que la Ciudad
solicitó de la Corona el privilegio de una nueva Feria. Carlos II de
Navarra -el mal llamado el «Malo»-otorgó, en 1381, una feria
franca de 20 días de duración, contados a partir del día de San
Juan Bautista (24 de junio).
Alteración de los días de las Ferias. Las Ferias
comenzaban, como hemos dicho, en la noche de San Juan y terminaban el
14 de julio. Pero en los años en que el día de San Fermín caía en
jueves o viernes, la corrida de ese día se trasladaba al lunes
siguiente «...por las vigilias y festividad que median» -decían
las Cortes del Reyno- lo cual retraía al comerciante forastero ya
que no lograba «...a un mismo tiempo la corrida de toros y al día
inmediato sus compras y ventas», y después andaba atropelladamente
para sacar los géneros, que debía hacerlo en los tres últimos
días, o sea el 12, 13 y 14. Por eso se solicitó que los 20 días de
Feria se contasen a partir del día 29, o sea desde la noche de San
Pedro hasta la noche del 19 de julio. Esta modificación comenzó a
regir desde el año 1743.
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Inge Morath 1954 Mayor 1 |
Privilegios a los asistentes a las
Ferias. Durante los días indicados, los asistentes a la Feria
tenían, entre otras, las siguientes prerrogativas:
1.° Estaban libres de pagar peaje,
tributo o impuesto alguno dentro del Reino de Navarra.
2.° Gozaban
de inmunidad de prendimiento, aunque hubiese contra ellos mandamiento
de arresto, o tuvieran castigos pendientes con la Justicia.
3.° No
podían ser embargados ni en sus bienes ni en sus personas, a no ser
que en las transacciones ejecutadas en la Feria, cometiesen alguna
infracción, en cuyo caso perdían inmediatamente la inmunidad y
podían ser castigados por las faltas cometidas en la Feria.
4.° Si
al venir a la Feria o marcharse de ella, en algún lugar del Reino de
Navarra fuesen robados, asaltados, o alguno fuese muerto, las
Autoridades del lugar en donde se hubiese cometido la agresión
estaban obligadas a perseguir de día y noche al malhechor o
malhechores hasta su captura. Y si por negligencia o ineptitud no
fuesen apresados los culpables, los representantes de la autoridad
local serían los que habían de satisfacer y pagar a las víctimas.
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Carrera de sortijas Molina Campos (pintor) |
Anuncio de la Feria. En la noche del
día de San Juan -en la «Sanjuanada»- se anunciaba la feria
públicamente, leyendo en los cantones de la ciudad el privilegio
real de la Feria, con acompañamiento de trompetas, tambores y
timbales. En la calle de la Salinería -hoy de la Zapatería-, se
celebraba el regocijo público de «correr la sortija», diversión
que consistía en pasar montado y al galope del caballo, debajo de
una serie de cintas terminadas en anillas, las cuales era preciso
insertar con la punta de la lanza para conseguir premio.
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Plaza de los Ajos, años 40 |
¿En qué
consistía la Feria? La Feria era el eran mercado en donde se daba
salida a los productos locales y se adquirían los extraños.
En los
tiempos en que el transporte de géneros tenía que hacerse por medio
de carros y galeras, las novedades de la moda llegaban con gran
retraso a Pamplona y a todas las poblaciones importantes de Navarra.
En aquella época era una necesidad la feria, ya que el buhonero y el
comerciante ambulante constituían el único vehículo de la moda, y
el medio más apropiado para la propaganda comercial de los múltiples
objetos elaborados en los distintos puntos del mundo.
En la feria de
baratijas se vendía quincalla, bisutería, cristal, loza, telas,
platería, juguetería y otros artículos. Entonces se presentaban en
la Feria multitud de mercancías desconocidas en la localidad, y las
gentes de Pamplona y de los pueblos podían comprar o feriar diversas
y variadas cosas. Así se estableció la costumbre de que los
forasteros llevaran a sus pueblos regalos para parientes y amigos,
así como encargos que les hacían sus paisanos.
A partir de la segunda mitad del siglo
pasado cambió el aspecto de las ferias. Al mejorar los medios de
locomoción, en el comercio de la ciudad y en el de muchos pueblos,
se podía adquirir durante todo el año artículos que antes sólo se
podían comprar en la Feria. Ese fue el motivo de que a principios de
nuestra centuria los feriantes se quejasen de la flojedad de las
ventas, por cuyo motivo las ferias decayeron ostensiblemente.
3. Corridas de toros
Según Yanguas y Miranda la primera
corrida de toros, que se halla documentada, fue la que mandó
celebrar en 1385 nuestro rey Carlos II.
En un principio los toros se
corrían -como se decía entonces, en la plaza de armas del castillo-
desde el siglo XVI Plaza del Castillo-, frente a la fortaleza real.
Así, existe un documento de 1403 en que textualmente dice:
«...Bertrán d'Ablitas, por un toro que deill fue comprado por el
comandamiento de la seynnora Reyna, el quoal el seynnor Rey fizo
matar en su presencia en el castieillo de Pomplona». Aquel castillo
estuvo ubicado en las proximidades de la rúa de las Carpinterías de
la Navarrería -hoy Estafeta- y fue el que dio el título a la Plaza
del Castillo.
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Plaza del Castillo 1829 Charles de Séchan |
La corrida grande del
año se celebraba el día de Santiago, aunque también se corrían
toros en otras fechas del año para celebrar grandes acontecimientos
locales. Así, muchas veces se daba este festejo el 30 de julio, día de San Abdón y Semén (mejor, Senén) -voto de la Ciudad-, llamado popularmente de
Adoneseme, y que también se ofrecía una comida a los pobres.
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