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Hace ya unos años, Miguel Izu publicó Sexo en sanfermines y otros mitos festivos (2007). En el capítulo titulado "Sexo musical" se mete con las letras de los himnos de las peñas.
Entresaco algunas letras a las que califica de sexistas, lenguaje mojigato, mujer florero...:
- "Cosicas tiene Pamplona que no las tiene Madrid, unas chicas como soles..."
- "Tres cosas tiene Pamplona y muy castizas las tres: el encierro, las chavalas, y El Bullicio Pamplonés".
- "A nosotros nos gustan las chicas, cuanto más guapas sean mejor, sobre todo si son navarricas porque siempre tienen buen humor"...
Aparte de que ahora ya no las cantan, más aún, ni siquiera se saben el himno de la peña, prefiero mil veces esas letras, quizás ñoñas, pero simpáticas, alegres y amables que las inmundicias de demasiadas peñas o "pero alguien debe tirar de gatillo".
Pero el verdadero motivo de esta crítica es lo que dice Izu a continuación:
Las letras de las jotas tradicionales, trillado signo de identidad navarra aunque pocos canten, comparten ese pudoroso melindre:
-"quisiera volverme hiedra y subir por las paredes, y entrar en tu habitación por ver el dormir que tienes".
-"Pamplona, siete de julio, cantan los mozos y mozas, los de la Montaña en vasco, los de la Ribera en jotas"...
Cantar esas letras propias de tiempos regidos por el catecismo del padre Astete..."
Pone alguna jota más, pero las dos primeras que cita, esas dos, no tienen nada de mojigato, de sexista ni pudoroso melindre. Ni tampoco nada de "identidad navarra", al menos exagerada.
Me sorprende que Izu, miembro de Izquierda Unida de Navarra, de cuya Comisión Ejecutiva formó parte, que fue concejal por esta formación en el Ayuntamiento de Pamplona y miembro del Parlamento de Navarra... se meta con las letras que hizo un hombre republicano de izquierdas, pero que, además, luchó desde una perspectiva radical y revolucionaria, lindante con el anarcosindicalismo. Ello le costó tener que exiliarse al perder la guerra.
Creo que Miguel Izu, poniendo de antiejemplo a esas dos jotas, no ha dado en el clavo, sino que se ha dado el martillazo en el dedo, haciendo el ridículo más espantoso.
A veces se acusa a la jota de tratar sólo el tema de la religión, la madre..., bueno, pues las jotas de Ezequiel, popularizadas por Raimundo, han sido siempre un aire fresco en ese ambiente. Por eso me extraña (y me sabe muy malo) que un tío de izquierda (unida) ponga de ejemplo del tópico contra la jota, precisamente, a dos jotas de Ezequiel.
1. La hiedra (Endériz-Lanas)
Quisiera volverme hiedra y subir por las paredes
y entrar en tu habitación, por ver el dormir que tienes
Una jota abierta a cualquier orientación sexual. Hace un par de años leí una carta al director que me impresionó. Era un chico que el Día del Orgullo Gay reivindicaba su homosexualidad. Y, como entonces estaba editando los vídeos de Endériz-Lanas, pues quedó así, que no sé qué tiene que ver con el catecismo del Padre Astete:
2. Pamplona (Endériz-Lanas)
Por eso no acabo de entender por qué la pone Miguel Izu de antiejemplo.
Pamplona siete de julio, cantan los mozos y mozas;
los de la Montaña en vasco, los de la Ribera en jotas
La visión de los sanfermines que tiene Ezequiel, presentando a Pamplona como lugar de encuentro de la Montaña y la Ribera, cada una con sus peculiaridades, me parece muy acertada. Todo un tratado político de la unidad en la diversidad de Navarra. ¡Y además poniendo en igualdad a hombre y mujer!Por eso no acabo de entender por qué la pone Miguel Izu de antiejemplo.
Espero que en la próxima edición del libro Izu corrija este tremendo error y elija de antiejemplo otras jotas, que haberlas, por supuesto, haylas.
1 comentario:
Me llega este correo de Emilio, nieto de Ezequiel Endériz:
Buen día Pachi:
Como siempre, muy agradecido, por el recuerdo al abuelo Ezequiel.
En mi pasada visita a Pamplona, me acerqué con mi hija a ver el busto de su bisabuelo Ezequiel Enderiz al Museo de Navarra. Cual fue nuestra sorpresa que el busto no estaba, nos comentaron que estaba en el almacen.
Las dos primeras plantas las consagra este museo a los huesos y sus patologías, en cambio para el siglo XX apenas le ofrece espacio.
Desde aquí un fuerte tiró de orejas a quienes gestionan tan mal ese espacio. Opino, que solo es mi opinión, que al llegar al busto podrían poner unos auriculares y ofrecer al visitanta un ramillete de jotas. Culturalemnete tan importantes, al menos, como los huesos de la entrada, para que no se pierda la esencia de la jota navarra.
Fuimos un par de días a visitar Pamplona y el Museo y salimos con el rabo entre las piernas y como eran los dos últimos días del 19, con todo el frío metido en los huesos.
Gracias nuevamente Pachi.
Un abrazote grande y jotero.
Emilio Meseguer Enderiz
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