Para el debate sobre la Ley Foral del Vascuence me recomendaron los artículos que escribió Joaquín Pascal en marzo del 2000. Joaquín sabía de qué hablaba, ya que fue delegado del Ministerio de Educación entre 1982 y 1987. La denuncia de la voracidad del nacionalismo, sobre todo en el tema del euskera, siguen estando de rabiosa actualidad. Y más viniendo de un hombre bueno y culto, que se fue demasiado pronto.
Joaquín Pascal Lozano
Se ha recrudecido en estos últimos días la
ofensiva de ciertos colectivos, «teledirigidos», aunque muchos de sus colaboradores
se nieguen a ser conscientes de ello, para lograr la modificación de la Ley
Foral del Vascuence, ley aprobada por el Parlamento Foral el día 02-12-86, en
cumplimiento del Art. 9 de la Ley de Amejoramiento Foral que dice:
Art. 9.-2: El vascuence tendrá también carácter
de lengua oficial en las zonas vascoparlantes de Navarra.
Una ley foral determinará dichas zonas,
regulará el uso oficial del vascuence y, en el marco de la legislación general
del Estado, ordenará la enseñanza de esta lengua.
En la ley del vascuence se establecen 3
zonas. La primera, la denominada vascófona, es aquella en la que el vascuence
es lengua co-oficial con el castellano. Se establece una segunda zona, la
denominada mixta, en la que no es oficial, pero en la cual la Administración
adquiere un peligroso, por lo que luego veremos, compromiso de «fomento» de
dicha lengua. (En el campo de la educación, campo importante, no puede
olvidarse que, por ejemplo, en aquellos momentos no era posible legalmente
cursar en Navarra los estudios de enseñanzas medias en vascuence. Si alguien
quiere más datos puedo ofrecérselos gustoso, pues en aquel momento era el
director provincial de Educación de Navarra). Finalmente, en la tercera, la
denominada no vascófona, el vascuence no es oficial y la Administración no
adquiere ningún tipo de compromiso. Es de notar sin embargo que la ayuda a los
esfuerzos particulares ha sido importante. A quienes lo pongan en duda se les
puede citar como dos botones de muestra los casos de las ikastolas Garcés de
los Fayos de Tafalla y Argia de Tudela. Que estas tres zonas, con salvedades en
algún valle pirenaico y en parte de Tierra Estella y Tafalla, se corresponden
con las tradicionales de Montaña, Zona Media y Ribera es ya un lugar común.
Ingenuidad
y discriminación positiva
Pues bien: es muy posible que hoy sea conveniente
modificar dicha ley, pero debería modificarse en sentido opuesto al que
plantean el colectivo Oinarriak y los que les apoyan. Naturalmente voy a tratar
de demostrar este aserto.
Es necesario destacar en primer lugar la
lealtad de los partidos políticos no nacionalistas, importante sobre todo en el
caso de PSOE y de UPN, que son los que han gobernado, hacia el cumplimiento de
dicha ley. Lealtad tanto más de destacar cuando han sido criticados por lo
contrario desde el campo del nacionalismo, tanto moderado corno violento.
Lealtad que somos muchos, cada día más, los que opinamos que puede ser
criticada de desmedida y puede ser motejada de ingenuidad manifiesta. Vayan como
demostración otros dos botones de muestra. La ley se aprobó en diciembre del 86
y en junio del 87 se celebraron elecciones. A comienzos de octubre se formó
nuevo Gobierno. Fue el segundo del PSOE, que había sido el partido más votado
(15 parlamentarios, por 14 de UPN, aunque los votos del centro-derecha
superaban ampliamente la veintena, en la última ocasión en que UPN y PP acudieron
por separado a las urnas). En esa Legislatura 87-91 se gobernó gracias al pacto
PSOE-UPN a lo largo de los 4 años. Los dos partidos aprobaban los presupuestos.
No era necesario ningún otro voto.
Pues bien, todo ello no fue óbice para que se creara la Dirección General de Política Lingüística, ni -lo que es más significativo- para que se nombrara director general de Política Lingüística a un militante cualificado de EA, cargo que ejerció a lo largo de toda la legislatura. Cuando posteriormente accede al Gobierno de Navarra UPN, en septiembre de 1991, sigue comportándose de la misma manera. El que lo dude, que estudie el decreto de julio del 93, siendo el consejero de Presidencia D. Miguel Sanz, actual presidente del Gobierno, y verá la exquisitez con la que es tratado el vascuence y la discriminación positiva de la que es objeto. Demasiada promoción a juicio de muchos. Y esto sin tener en cuenta que discriminación positiva hacia un colectivo cualquiera significa negativa para otro u otros. Debo decir antes de seguir adelante que a mí me parecieron positivas ambas actuaciones, por lo que toda la crítica que ahora yo pueda realizar, calificando éstas y otras muchas de monumento a la ingenuidad, tiene además un importante componente de autocrítica.
Pues bien, todo ello no fue óbice para que se creara la Dirección General de Política Lingüística, ni -lo que es más significativo- para que se nombrara director general de Política Lingüística a un militante cualificado de EA, cargo que ejerció a lo largo de toda la legislatura. Cuando posteriormente accede al Gobierno de Navarra UPN, en septiembre de 1991, sigue comportándose de la misma manera. El que lo dude, que estudie el decreto de julio del 93, siendo el consejero de Presidencia D. Miguel Sanz, actual presidente del Gobierno, y verá la exquisitez con la que es tratado el vascuence y la discriminación positiva de la que es objeto. Demasiada promoción a juicio de muchos. Y esto sin tener en cuenta que discriminación positiva hacia un colectivo cualquiera significa negativa para otro u otros. Debo decir antes de seguir adelante que a mí me parecieron positivas ambas actuaciones, por lo que toda la crítica que ahora yo pueda realizar, calificando éstas y otras muchas de monumento a la ingenuidad, tiene además un importante componente de autocrítica.
Discriminación
y normálización
Es necesario señalar también, a la hora de
analizar la situación, algo que constituye la piedra angular en el tratamiento
que a esta cuestión da un nacionalista vasco de cualquiera de sus ramas. Si se
pretende crear un Estado vasco independiente, es necesario crear la Nación
vasca. (¡Cuánto no se está escribiendo en sus medios de comunicación acerca de
«la construcción nacional»!). Pero, para crear la Nación, el único elemento
aglutinante del que potencialmente pueden llegar a disponer en esta fase de la
Historia es la lengua. En consecuencia, es necesario para ellos que, a lo largo
y ancho de lo que ellos consideran País Vasco, no solo en Euskadi, palabra que
la han arrumbado al baúl de los recuerdos, sino en toda Navarra y en la parte
de Francia que llega hasta Bayona, todos, absolutamente todos, debemos ser
vascoparlantes. Así quedaría demostrada la existencia de la Nación vasca en los
límites territoriales que ellos defienden y, previo otro salto dialéctico (aceptar
como axioma que toda nación tiene derecho a constituirse en Estado), alcanzar
el Estado vasco desde Cortes hasta las Encartaciones, desde Bayona hasta
Mendavia.
De lo ya escrito pueden ser extraídas
diversas conclusiones, pero a los efectos que estoy tratando me quedo con ésta:
para un nacionalista, el concepto «normalización del vascuence en Navarra»
significa que todos los navarros seamos vascoparlantes. Mientras no se dé este
hecho, la situación del vascuence no estará «normalizada». Y como consecuencia,
mientras no se produzca ese hecho, que todos seamos vascoparlantes, la ley
obligaría al Gobierno de turno (por aquello del «fomento») a destinar más y más
recursos, a «discriminar positivamente» una y otra vez para conseguir la ansiada
“normalización”.
continúa en Joaquín Pascal: Ley del Vascuence (2)
2 comentarios:
Cuanta ingenuidad tuvimos bajo ese mantra de "la normalización", y ese complejo de que, ante cualquier crítica o cuestionamiento de la estrategia educativa del nacionalismo, le calificaran a uno "enemigo de lo vasco", aunque -como es mi caso- tuviera tos sus apellidos vasco-navarros y se sintiera vasco, navarro y (ahí el pecado) español. Qué bien lo plasmó Pascal.
Pello
Con la precisión del apasionado matemático su análisis cobra actualidad. ¡Ay, Joaquín, cuánto te añoramos, compañero y amigo!
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