Con Viajera, por Lolita Garrido, y Campanitas de la aldea, por J. Sepulveda, se fraguó el éxito de Francisco de Val (y viceversa: con las canciones de F. de Val triunfaron muchos cantantes) |
En la inmediata
postguerra son también escasas las noticias que tenemos sobre
Francisco. La primera, una carta dirigida a sus amigos de Sierra de
Luna: “Estoy bien y vivo en Barcelona”. Por lo escueto de la
carta se detecta que Paco el herrador no tiene muchas ganas de contar
más. Tuvo que ser para él un periodo triste y sombrío.
Sea como fuere,
aunque tenemos noticias de actuaciones suyas, previas al 43, por
distintos lugares de España, se me hace muy extraño que tarde nada
menos que 4 años, 1943, en publicar en Barcelona un disco con una
canción suya, “Hombres sin alma”. Un tango que, aparentemente, nada
tiene que ver con la Guerra Civil, pero si con la guerra entre hermanos por la
herencia de su madre en el lecho de muerte.
Ahora sí, en el 44,
parece que Francisco de Val (éste es ahora su nombre artístico,
quitando el García de su padre) comienza a tocar con sus dedos el
triunfo: “Campanitas de la aldea” (partitura), “Celos”,
“Noche divina”, “Plegaria de amor”, “Te perdono”, "Virgen
de Guadalupe”... son bellísimas canciones de ese año, algunas de
las cuales aparecen en su libro “Ángelus”.
A la vez que hace
partituras y se graban canciones suyas, él sigue recorriendo España
con sus actuaciones. Aunque sea muy larga la cita, me resisto a no
reproducir íntegra la reseña del Club Universitario de Madrid:
Fco. de Val (señalado con una cruz) y su orquesta. Folleto del Club Universitario |
"Al finalizar la temporada de 1946, el Club Universitario, rinde un homenaje de admiración a Paco de Val, que ha desgranado su collar de canciones, de una sublimidad incomparable, en este Club, que sentirá la nostalgia de su ausencia.
Orgullosos estamos por haber tenido contratado a este artista, que nuestros clientes, lo más selecto de Madrid, han reconocido en él al artista que, como privilegiado por Dios, dice la canción como nadie, con una elegancia y naturalidad únicas, sin amaneramientos, con voz cálida que llega al alma.
Una prueba de ello es que en este Club hemos visto llorar, emocionados, escuchando sus canciones, a hombres que se han jugado la vida en campos de batalla, que por ser muy hombres, como dice el señor De Val, lloran de emoción. Y recordamos haber visto llorar como una niña a una bella condesita al escuchar sus “Campanitas de la aldea”.
Del mismo folleto
Una prueba de su valía fue la media hora que, fuera de su costumbre, se quedó, por seguir escuchándole, en un recital en San Sebastián, S. A. la Infanta Eulalia, que manifestó no haber oído nunca canciones tan bellas ni un estilo tan personal.
Entre sus manos, la guitarra parece una mujer acariciada por su amor. Sus canciones morirán con él, pues no creemos a ningún otro capaz de interpretarlas. A Paco de Val no se le puede imitar, porque para ello, el que lo pretendiera, tendría que tener su misma voz y su mismo corazón.
Publicamos las letras de dos de sus canciones. En ellas se ven amor, seda y oro de cien quilates.
Le damos un adiós emocionado, porque dejó esparcido por los campos de nuestro Club el perfume exquisito de su arte único...".
Pero
da la impresión de que, a pesar de tanto elogio, le faltaba todavía
un último empujón. Así nos habla de él, referido a esa época,
José Luis Rubio en “Voces con swing”: “Era un personaje un
poco bohemio que andaba por Madrid, por las salas de fiesta y las
editoras musicales, e iba proponiendo sus canciones a los músicos”.
“Vals de amor” (1946) ... Pero, sobre todo, “Viajera” (San Sebastián,
1947), interpretada por Lolita Garrido, constituye su primer triunfo.
Y
el espaldarazo definitivo lo consigue al interpretar Jorge Sepúlveda,
en 1949, el “Campanitas de la aldea”. Esta delicada canción es llevada al cine, a la película "Paz", en la que el propio Paco Val la interpreta.
Para
terminar esta década, dos canciones con polémica:
La
primera, “Me pedías un beso”, grabada como habanera en 1949 por
Carmencita del Moral,
y en el 50, como bolero, por Carmen de Veracruz,
fue resucitada como rumba por Peret, en el 68, con el título de “Una
lágrima”. Peret
la presentó como suya y F. de Val lo demandó ante la Sociedad de
Autores, demanda que ganó Francisco, quien, no obstante, reconoció
que el arreglo de Peret era el traje a medida de su melodía.
Y
la segunda, “Qué bonita es mi niña”, canción que, aunque
grabada en el 50 como bolero por Carmen de Veracruz y en el 51, como
milonga, por los Gaditanos, tiene la solución de la polémica en los
años 48 y 49. Flores El Gaditano asegura que la compuso él en el
49.
Sin embargo mi compañero de fatigas, José Ramón Garpar,
encontró un ejemplar de "Ángelus”, el libro de poesías de F. de
Val, que contiene el “Qué bonita es mi niña” como “musicada”,
con una dedicatoria firmada por Francisco en el año 48. Este
argumento hace imposible la pretensión del gaditano. Para más
detalles, pinchad en la etiqueta “Flores el Gaditano” y,
especialmente, en “Documentos y valoraciones”.
Ésta la 1ª versión grabada, la versión original. Es este caso no es bonita, sino bonito:
Pincha sobre este montaje y verás la fecha y la letra original de "Qué bonita es mi niña" |
Ésta la 1ª versión grabada, la versión original. Es este caso no es bonita, sino bonito:
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