Cuartel de la Guardia Civil de Alsasua |
Aunque escrito antes de la manifestación de Alsasua, este artículo de Sánchez de Muniáin mantiene plena vigencia, tras ver a Gobierno y Parlamento arropando a quienes querían, directamente, a los agresores "en casa". Imprescindible para quien -con honradez- pretenda entender lo que pasa en Alsasua (y otros lugares de Navarra donde Bildu campa a sus anchas con la complicidad de todo el independentismo y compañeros de viaje).
¿Habrá alguien capaz de rebatir lo que aquí se dice? Lo dudo.
La
presidenta del Gobierno y la coacción a la Guardia Civil
Juan
L. Sánchez de Muniáin
“Todos
los años, el día que los borrokas celebraban el Ospa Eguna, metíamos a nuestros
hijos en un sótano del cuartel, les decíamos que íbamos a organizar una fiesta
y poníamos la música a tope para que nuestros pequeños no escuchasen los gritos
y amenazas que proferían contra nosotros”.
Con
este detalle cotidiano describía un miembro de la guardia civil la situación
que vivió cuando estuvo destinado en Altsasu.
El
detalle de esta pesadilla diaria nos lo transmitía en el Parlamento un
representante de las víctimas del terrorismo.
Ángulo inferior derecha: el Cuartel de la GC en Alsasua, pegado al monte (pincha) |
La
agresión fascista del Alsasua, con toda la gravedad que encierra, tan solo
muestra una parte de otra realidad mucho más severa y pavorosa como es, la
persecución, programada y constante, dirigida hacia un grupo de ciudadanos (los
trabajadores de la guardia civil), llevada a cabo por una organización de la “izquierda
abertzale” que los señala, los denigra y humilla por motivos ideológicos. El verdadero
problema no es la agresión en sí misma, sino la permanente coacción previa que
la ha alentado.
Esa
organización, que antes fue ETA, que fue también Gestoras pro amnistía, y que ahora
se hacen llamar Ospa Mugimendua, desde hace años diseñaron la Campaña Alde
Hemendik (“que se vayan”).
“Tenemos
que recuperar la tensión de la presión social y multiplicar las consecuencias del
llamado síndrome del norte” dejaron por escrito en sus documentos.
Y
más adelante en el mismo documento citaban “iniciativas” para concretar esa
presión proponiendo por ejemplo a los ayuntamientos que a las casas cuartel, se
les “cortase el agua o la luz”.
Respecto
de los comercios, la consigna escrita también figura sin tapujos: “txakurras en
los bares fuera”.
Es
imposible ser más elocuente en la instrucción ni más obedientes quienes las obedecen.
En
efecto, una agresión, “una trifulca” violenta se puede producir de manera
desgraciada en cualquier localidad.
Lo
que sucede, es que este hostigamiento atroz, continuo y planificado contra un
grupo de ciudadanos por el hecho de desempeñar con dignidad una determinada
actividad profesional, solamente se produce en aquellos lugares donde los
radicales campan a sus anchas con el silencio cómplice de todo el nacionalismo
que niega esta intolerable violación de los derechos humanos y mira para otro
lado.
Más
allá del “yo condeno la agresión como no puede ser de otra manera”, ¿alguien ha
escuchado o visto a la Presidenta Barkos referirse a este irrespirable ambiente
de persecución contra estos trabajadores y sus familias?, ¿en algún momento la
Presidenta ha pedido a su compañero de partido y alcalde de Alsasua que -como
primera medida por la convivencia- proceda a borrar todas las pintadas, carteles,
pancartas vejatorias contra estas personas?
Que quede claro, incluso en la oscuridad de la noche de Sakana |
Tras
el inicial condeno “los hechos”, la respuesta de la presidenta del Gobierno de Navarra
ante este totalitario acoso ha consistido:
En
primer lugar, apresurarse a de dictaminar sentencia absolutoria sobre los
acusados en nombre del gobierno a golpe de micrófono sin esperar a que el
juicio imparcial con todas las garantías se celebre.: “para el gobierno los
hechos no constituyen delito de terrorismo” sentenció .
En
segundo lugar, tratar de imponer el silencio sobre los hechos, como si mirar
para otro lado representase la mejor forma de terminar con la persecución y la
violación diaria de la libertad y convivencia de quien no piensa como los matones
(dejemos de hablar de esto, rebajemos el soufflé).
Y
para terminar, la pirueta de la presidenta ha consistido en comprometer la
presencia y apoyo del Gobierno de Navarra en una manifestación en la que
estarán casi todos quienes apoyan a los agresores.
Una
convocatoria en la que nadie se atreverá a apoyar a los guardias agredidos y en
la que nadie, absolutamente nadie denunciará la persecución contra la guardia
civil, una persecución que alimenta hechos como los ocurridos el mes pasado.
Todo
ello utilizando el concepto “pueblo de Altsasu” a modo de coartada dialéctica para
justificar su actitud.
Una
actitud pueril que pretende situar a todos los alsasuarras al lado de quienes
desprecian a la guardia civil cuando todos sabemos que -afortunadamente- no es
así. No cabe mayor error ni mayor decepción.
El
cambio, el verdadero cambio en Navarra llegará cuando cualquier persona, cualquier
ciudadano -en pleno ejercicio de sus derechos civiles- pueda vivir y convivir en libertad, sin temor a expresar sus ideas, en todas esas localidades de Navarra en las que
hoy no puede hacerlo, debido a la amenaza de unos y a la complicidad de otros.
Cuando
cualquier persona, cualquier trabajador -sea guardia civil o concejal del
partido democrático que prefiera- pueda comprar pan y leche, salir con los
amigos o con su familia sin ningún temor, en igualdad de condiciones que todos.
Hasta
que esa libertad real y derecho a convivir sea efectivo, las formaciones como
la que me honro en pertenecer y represesentar, pondremos todo nuestro empeño
democrático en conseguirlo.
Aunque la presidenta Barkos nos mande callar.
Juan
Luis Sánchez de Muniáin Lacasia es parlamentario foral por UPN
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