Navarra: plural y abierta al universo (pincha y lo verás). Foto de Sergio González Sierra |
No puedo menos que suscribir este artículo de Fermín Alonso. Me he sentido identificado plenamente con lo fundamental de lo que afirma. Los símbolos (bandera, escudo, himno) de Navarra siempre han cobijado la pluralidad, como se ve en la imagen del escudo. Si históricamente Navarra siempre ha sido plural, málamente puede ser navarro quien pretenda sustituir nuestros símbolos por una bandera, la ikurriña, que nos uniformiza (desde Bera hasta Tudela, todos vasquitos) y nos divide ("en Navarra la ikurriña, siempre motivo de riña").
Y un navrazo
Cultura vasca, euskera y banderas
Reconozco
que me indigna que, con la que está cayendo, el nuevo Gobierno de Navarra dedique
su tiempo de forma prioritaria a buscar la fórmula para que la ikurriña ondee en
los edificios oficiales de nuestra tierra. No me gusta, me parece un símbolo de
sumisión, de entrega de nuestros valores y nuestra historia. Algo así como convertirnos
en una provincia, cuando somos la comunidad con más historia de todo nuestro
país. Pero me indignan todavía más las excusas, que no razones, para justificar
la imposición: “Es que simboliza una cultura”, es la más repetida.
La
ikurriña no es un símbolo cultural. Y desde luego no tiene por qué ser la
bandera de la cultura vasca o del euskera. Es simplemente la bandera de
Euskadi, donde algunos partidos pretenden la integración de Navarra.
Si
aceptamos que Navarra es una tierra plural, que lo es, su bandera también
representa esa pluralidad. Tan navarras son las jotas como la Mutildantza de
Elizondo. La bandera roja y las cadenas representan por igual el Paloteado de
Cortes, los danzantes de Ochagavía o los carnavales de Lantz o Alsasua.
Desde
hace décadas asistimos al intento de apropiación de una parte del patrimonio
cultural navarro por el nacionalismo vasco para construir un discurso de construcción
nacional sobre ese monopolio. La cultura vasca es también patrimonio de nuestra
tierra y no por compartirla con Euskadi, debemos integrarnos en la CAV. A nadie
se le ocurre que debamos poner la bandera de Aragón porque allí también se canten
jotas.
Pero
todo se manosea, impidiendo disfrutar de nuestra tierra en todo su valor y toda
su dimensión. ¿Por qué alguien no puede sentirse vasco navarro sin ser
nacionalista?
La estrategia nacionalista nos lleva a un esquema de blancos y negros, a personalidades y culturas unívocas. Sólo puedes comprar el pack: Si disfrutas de los Bolantes de Valcarlos, de los paseos por el monte o escuchando el Agur Jaunak, no te queda otra que ser nacionalista. Tu bandera es la ikurriña y no puedes votar, por ejemplo, a UPN, PSN o PP. Si te gustan las jotas, eres del otro lado. Imposible que sientas tan propio y querido a San Fermín como a San Miguel de Aralar.
Lo
mismo ocurre con el euskera, patrimonio navarro robado para la política. La
lengua es en nuestra tierra la nueva religión y el nacionalismo ha adoptado
gustoso el papel de inquisición. Igual que en otros territorios con presencia
de independentismo, la lengua se usa para restar, dividir y enfrentar. En lugar
de para sumar o enriquecer, el euskera se ha convertido en símbolo máximo sobre
el que construir una identidad excluyente. O estás con nosotros o contra nosotros.
O estás con nosotros o contra el euskera; con nosotros o contra la cultura
vasca.
Este
camino lo han recorrido, es cierto, sin oposición real. Sin que se haya dado la
suficiente batalla por defender y explicar que la cultura vasca es también
patrimonio navarro y no por ello Navarra patrimonio de Euskadi.
En el colegio estudiábamos que Navarra es un caso singular porque en un pequeño territorio agrupa 4 climas distintos, el atlántico, el de montaña, el mediterráneo y uno de transición en la zona media. Algo así ocurre con la cultura.
La
situación de frontera de nuestra tierra, cruce, además, de caminos, con una
histórica autopista cultural como el Camino de Santiago, pero también escenario
rocoso e incómodo para la conquista, han permitido a Navarra ser una hermosa
mezcla de culturas más y menos antiguas y todas hechas propias con el paso de
los siglos .
Todas
dan forma a la Navarra actual y todas están representadas por sus símbolos. No
vale decir que Navarra es plural y luego negar la pluralidad de su escudo y su bandera.
Identificar
una parte de nuestra tierra, de nuestro patrimonio cultural, con una bandera
ajena es pretender entregar el monopolio de la cultura vasca y del euskera al País
Vasco. ¿Cómo se puede pretender que una bandera diseñada en 1894 para la
inauguración de un batzoki en Bilbao sea la enseña de una cultura milenaria?
Desarrollar
a partir de ese monopolio excluyente un proyecto político nos empobrece y
divide y genera además tensiones innecesarias que nada tienen que ver con la
cultura.
Al
contrario, todos deberíamos sentirnos orgullosos y afortunados de poder
disfrutar de una tierra tan rica y tan diversa como la nuestra. Sentir todas
las expresiones culturales de nuestra tierra como propias, debería servir para unirnos
y no ser utilizado para enfrentar a unos navarros contra otros.
Fermín Alonso Ibarra es concejal de UPN en el
Ayuntamiento de Pamplona
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